Los métodos ingeniosos
Enviado por marcelonicefer • 13 de Diciembre de 2013 • 425 Palabras (2 Páginas) • 223 Visitas
Los métodos ingeniosos, claro está, tienen un álgebra mucho más sencilla. Si encontrás un camino algebraico más directo que éste (sin reemplazos numéricos previos, claro está) no dejes demandármelo que así rremplazo el mío que se me antoja un poco pesado.
Dejame que discuta un poco este ejercicio. La fábula de la corona del rey Hierón me parece de mala calidad. Primero muchos profesores de Física un poco incautos ¡y muchos libros de Física!, eso es aún peor, presentan esta fábula como ilustración del Principio de Arquímedes... de cual no dice nada absolutamente. El principio de Arquímedes no aparece en esta historia ni en una pizca, ni de oro, ni de plata, ni de agua.
Pese a que es muy vistosa por el final (censurado en este ejercicio) que cuenta que exitado por su descubrimiento Arquímedes salió de la tina y corrió por las calles de Siracusa en bolas al grito de ¡eureka, eureka! que en español antiguo significa ¡eureka, eureka!, la fábula sólo ilustra el descubrimiento de la determinación de volúmenes por el método de desplazamiento: si un cuerpo se sumerge totalmente en un líquido desplaza un volumen de líquido igual al volumen propio. Hace 2400 años, este descubrimiento podía poner feliz a cualquiera... pero no es el Principio de Arquímedes. Si se exitó tanto al descubrir este método de medir volúmenes no alcanzo a imaginarme cómo habrá festejado al descubrir el principio que lleva su nombre.
Por otro lado no alcanzo a entender por qué Hieron II sospechó que la substitución de material se haría con plata, y no con cualquier otro metal o material (incluso más barato que la plata). Mis conocimientos de orfebrería helénica no son suficientemente idóneos para despejar esta duda. Pero incluso pienso que el orfebre podía ser no sólo honesto sino también práctico y creativo, al fabricar una corona de oro hueca, mucho más voluminosa, vistosa y ornamental... y sin substraer un solo y miserable gramo de oro al desconfiado rey, con el único costo -claro está- de disminuir la densidad de la corona, algo que nadie más que el rey podía notar (eso si tuviera mucha sensibilidad en el cuero cabelludo). Pamplinas.
Por último, aún cuando parte de esta historia fuese cierta, en vida de Arquímedes no había instrumentos necesarios para medir con suficiente precisión el líquido desplazado por la corona. O sea, esta leyenda se hace agua por todos lados, no logra mantenerse a flote por más Arquímedes que la sostenga. Prefiero suponer que tal orfebre no fue degollado y cargo con un muerto menos en mi conciencia humana.
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