Los parlamentos

En el mundo entero, los parlamentos ocupan una postura única para generar cambios reales y duraderos para los niños. Pueden asignar recursos en los presupuestos nacionales, definir y aplicar leyes de promoción de los derechos de los niños, exigir la responsabilidad de los gobiernos y de la sociedad civil y representar los intereses y la voz de los niños en un mensaje expresando la idea del bienestar de los niños como responsabilidad de la sociedad.

Los parlamentos tienen la obligación de apoyar y mantener los derechos de los niños como estipulado en muchas de sus legislaciones nacionales respectivas así como en la Convención sobre los Derechos del los Niño que fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 1989 y que entró en vigor en el 1990. Se trata de la herramienta jurídica más exhaustiva sobre la promoción de los derechos de los niños y ha sido ratificada más ampliamente que cualquier otro instrumento sobre derechos humanos. Esta Convención establece una relación mutua entre los titulares de los derechos (los niños) y los titulares de deberes (como los Parlamentarios) y, conforme con ello, reconoce el papel del parlamento como promotor y protector de los derechos de los niños.

Las cuatro principales funciones del parlamento (legislación, control, presupuesto y representación) tienen por lo tanto una relevancia directa para la promoción de los derechos de los niños. Los parlamentos pueden dar forma a y adoptar leyes favorables a estos derechos; supervisan y dan seguimiento a los logros del gobierno para garantizar que el ejecutivo respete sus obligaciones para con los niños; aprueban y asignan fondos para garantizar que estén correctamente usados para los niños; y, como principal institución representativa en el seno del estado, garantizan que la voz y los intereses de los niños se tomen en cuenta y se representen de manera adecuada.

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