MEXICO.

Cuando Iturbide dejó el poder se reunió un nuevo Congreso. Los diputados que participaron en él comenzaron a redactar nuevas leyes, pero fue muy difícil porque tenían ideas diferentes sobre cómo gobernar el país.

Los centralistas opinaban que era mejor tomar las decisiones importantes en la capital del país sin consultar a los gobiernos de los estados.

Los federalistas pensaban que los gobiernos de los estados debían participar en las decisiones importantes para el país porque sólo así sería fuerte y se mantendría unido.

A pesar de sus desacuerdos, escribieron una nueva Constitución. En ella se decía que, a partir de 1824, México sería una República Federal y que se llamaría Estados Unidos Mexicanos. El país estaría formado por 19 estados soberanos y 4 territorios que obedecerían a un gobierno federal. El Distrito Federal sería la sede del nuevo gobierno integrado por los tres Poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Poco después hubo elecciones para decidir quién sería el primer presidente de México. Ganó Guadalupe Victoria y como vice presidente Nicolás Bravo. El 10 de octubre de 1824 tomaron posesión de sus cargos y con ese hecho tan importante comenzó la vida republicana de nuestro país.

Pero los problemas no habían terminado: la economía del país estaba en la ruina, miles de mexicanos vivían en la miseria y los federalistas y centralistas continuaban luchado entre sí. A pesar de todo, durante el gobierno de Guadalupe Victoria se lograron cosas importantes: fueron derrotados casi todos los soldados españoles que trataban de impedir la independencia de México, se abolió definitivamente la esclavitud y nuestro país fue reconocido como una nació libre por Chile, Colombia, Perú, Estados Unidos e Inglaterra.

Precisamente estos dos últimos países enviaron a sus representantes para establecer relaciones con México. Estados Unidos mandó a Poinsett quien se esforzó por lograr que se les vendieran las provincias del norte de la República Mexicana. Inglaterra a Henry Ward para que hiciera negocios muy ventajosos; los bancos ingleses prestaron dinero al gobierno mexicano para que pagara a sus empleados y al ejército. Otras naciones, entre ellas Francia, también hicieron préstamos a México para que se pudiera producir nuevamente en las minas e industrias.

Si bien estos préstamos fueron necesarios y útiles en su momento, serían la causa de serios problemas en los próximos años.

Mientras la economía nacional empeoraba, los gobernantes sólo se preocupaban por conservar el poder.

Algunos criollos ricos formaron asociaciones secretas llamadas Logias Escocesas que deseaban que el gobierno de México fuera centralista.

A su vez, el representante norteamericano, Poinsett, intervino en los asuntos internos mexicanos y formó las Logias Yorkinas que querían el federalismo.

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