MI FORMACIÓN DOCENTE JUNTO CON ESTUDIANTES DEL COLEGIO ENRIQUE OLAYA HERRERA

MI FORMACIÓN DOCENTE JUNTO CON ESTUDIANTES DEL COLEGIO ENRIQUE OLAYA HERRERA

     Paradójicamente, a pesar de mostrarme indispuesta al momento de trabajar con niños o niñas pequeñas, en mis dos acercamientos a las escuelas he tenido que trabajar con éstos, en un primer momento está Mariana del Colegio de los Ángeles, cuando me encontraba cursando Consultorio II, ella, con tan solo tres años, fue mi estudiante designada. A pesar de su corta edad, logró cautivarme y enseñarme muchas cosas que posteriormente me sirvieron de apoyo en mi experiencia con grado sexto, en el Colegio Enrique Olaya Herrera.

     Para empezar, me resultaba un poco gracioso ver como siempre que le preguntan a un docente por el motivo de la elección de su profesión las respuestas suelen inclinarse hacia el amor, la pasión y el deseo de enseñar, lo cual también era un factor evidenciado en mí.

     Al iniciar la práctica pedagógica I, estaba un poco ansiosa por saber quién sería mi tutora, cómo sería y qué instrumentos o metodologías usadas por ella en el aula me serían útiles en mi formación docente. Sin embargo, al conocerla me encuentro con algo completamente inesperado y nuestra primera conversación se centra en aconsejarme que mejor cambie de carrera, que de preferencia estudie una técnica y monte un local.

     Durante la primera observación de clase, me doy cuenta que su metodología es completamente tradicional y que no escatima en disimular el fastidio que siente por sus estudiantes. Posteriormente me enseña los estudiantes que para ella son los peores, irónicamente, aquellos que ella no soporta fueron quienes más lograron marcarme y enseñarme, durante el tiempo que compartimos, que mi elección de profesión fue la correcta.

     Teniendo en cuenta el trato que tiene la profesora titular con sus estudiantes, mi apuesta estaba dirigida a ser su contraparte, entablar relaciones y acercamientos con los estudiantes, que ellos evidenciaran que conmigo tendrían algo completamente distinto a lo que acostumbran en aspectos como metodología, relación estudiante – docente y principalmente justicia y objetividad, pues mi ideal no estaba enfocado en seguir la idea de que aquellos estudiantes difíciles debían ser aislados.

     Al finalizar cada martes, me daba cuenta que cada vez se establecían más vínculos entre los estudiantes y yo, se asombraban por el hecho de que recordara sus nombres e incluso, durante los descansos manifestaban que querían que la clase del día fuera conmigo, desde mi punto de vista considero que este fue mi principal aporte hacia ellos, que me vieran como una profesora que los entendía, que los escuchaba y que si era necesario también tenía palabras motivadoras para cada uno de ellos.

     Para mí fue completamente gratificante cuando, en una ocasión, uno de los peores estudiantes, según la profesora titular, se acercó a mí solo para hablarme de algo que me era completamente lejano, supongo que me busco porque yo era la única que realmente lo escuchaba sin juzgarlo.

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