MILAGRO DEL VIEJO RAYMOND RONY

MILAGRO DEL VIEJO RAYMOND RONY

Cuentan los abuelos que hace muchos años había un señor llamado Raymond Rony que ayudaba a las personas que tenían problemas, a pesar de no tener dinero para ofrecerles, siempre estaba muy pendiente de colaborar en todo lo que fuera posible.

Algunos años después, en época decembrina, solo, triste y aburrido por tantos problemas, se encontraba un hombre en la hermosa ciudad de Barrancabermeja, Santander sentado a las orillas del peligroso Río Magdalena, decidido a terminar con su vida y darle punto final a tanto sufrimiento y tristeza que habían en su corazón, ya que tenía una vida llena de muchos lamentos y desdichas; cuando de repente como por arte de magia surge de la nada una persona con sombrero, ropa rasgada y pies descalzos, quien se dirigió hacia el con toda decisión, al acercarse más, notó que era un señor de avanzada edad, barbado y con una mirada profunda; se sentó a su lado y le dijo que venía desde muy lejos y que no recordaba el camino ni sabía cómo volver a su casa, le dijo que tenía una hermosa familia pero que hacía mucho tiempo no la veía, le preguntó que si podía ayudarlo a encontrar su hogar, el cual extrañaba mucho; al que le respondió que no era la persona indicada para ayudarlo en ese momento, le pidió que hiciera por última vez algo en su vida y que de ahí si pensaba en terminar con ella, lo hiciera, fue tanta su insistencia que el hombre dejó para después lo que tenía planeado, al fin y al cabo tendría mucho tiempo para terminar con su propósito; le ofreció hospitalidad, ropa que no usaba y comida en su casa, le contó de su larga travesía, y que no podía recordar con exactitud donde vivía, después de un par de días y de contarle grandes historias; al fin logró ubicar su lugar de residencia, a donde se dirigió al día siguiente; iba muy entusiasmado pensado en lo feliz que se pondría su familia al tener nuevamente noticias del viejo, al llegar a su casa tocó la puerta la cual fue abierta por una señora muy bien presentada y de avanzada edad, a quien le preguntó que si allí vivía el señor Raymond Rony, al escuchar el nombre, la señora frunció el entrecejo y le pregunto que si le estaba haciendo una broma, que su esposo había fallecido hace ya algunos años; el hombre se sorprendió de tal manera que salió raudo para mi casa, al llegar a ella, notó con asombro que aquel viejo no se encontraba allí y que todo lo que le brindó se encontraba en su sitio como si nadie nunca lo hubiera tocado.

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