MINISTERIO PUBLICO

Cooperación y acuerdos en la diversidad.

Los días 1° y 2 de octubre, Lima será sede de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y Países Árabes (ASPA). Será la tercera vez que los dos bloques experimenten un acercamiento colectivo desde que, a instancias del Presidente Lula de Brasil, se reunieran en Brasilia los líderes de ambas regiones en 2005 y luego en Doha (Dakar) en 2009.

ASPA es un foro que reúne a 22 países árabes y 12 de América del Sur interesados principalmente en elevar el nivel de sus relaciones políticas y económicas, aunque ellas también pasan por la búsqueda de una relación cultural, ámbito donde residen gran parte de las peculiaridades de ambas regiones. En el campo político, los países árabes experimentan en los últimos años una compleja transformación impulsadas por las demandas de democratización, convertidas en vastos movimientos que han logrado cambios profundos en Túnez, Egipto y Libia, generado tendencias de reforma pacíficas en otros países como Marruecos y ocasionado una cruenta guerra civil en Siria debido a la resistencia del actual régimen a abandonar el poder para abrir paso a la democracia. Por su parte, América del Sur, que formó parte de la tercera ola democratizadora hace 30 años, vive una etapa de enriquecimiento de la democracia, proceso que está jalonado por episodios de retroceso, sobre todo en relación con la vigencia de las libertades amenazadas en dos o tres países del bloque.

En el ámbito económico, ambas regiones experimentan complejos procesos de crecimiento económico que traen aparejada la reducción de la pobreza, aunque esta dinámica no se replica en los países árabes que no poseen los recursos naturales de sus vecinos más favorecidos con aquellos. Es el caso de Sudán, Somalia, Líbano y Yemen, países que son, al mismo tiempo, estados atravesados por conflictos internos que amenazan o fracturan su unidad. Frente a ellos, América del Sur se esfuerza por construir junto al crecimiento económico instituciones que garanticen que el auge económico sea más sostenible. En ese mismo campo, la apertura de lazos comerciales más diversos e integradores favorecerán a ambos bloques, particularmente al nuestro, por el amplio potencial receptor de inversiones.

Las diferencias culturales entre las dos regiones son sustantivas y tienen enorme gravitación en sus sociedades. La historia, la lengua y la religión de cada bloque han seguido sus propios rumbos desde siempre motivando identidades a veces distantes. Las dos regiones tienen creencias religiosas distintas y son también distintos otros usos culturales como los que se refieren al papel de la mujer en la vida social, que en América del Sur es plena de derechos. Estas diferencias sin embargo permitirán contrastes con la realidad en la otra región de los que sin duda saldrán fortalecidos los derechos

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