Meditación De La Obra
Enviado por martargal • 18 de Noviembre de 2014 • 1.547 Palabras (7 Páginas) • 200 Visitas
MEDITACIÓN DE LA TÉCNICA, JOSÉ ORTEGA Y GASSET
Introducción a la obra
La Meditación de la técnica apareció en 1939, junto con Ensimismamiento y alteración. No es esta la única ocasión en que Ortega se ocupa de la técnica; también lo hace en La re¬belión de las masas, En torno a Galileo, La idea de principio en Leibniz y en Una interpretación de la historia universal.
Según Ortega, la técnica nos descubre la constitución del hombre, el «raro misterio» de su ser. Porque el ser humano no pretende mediante la técnica simplemente adaptarse al medio como los demás seres vivos, sino transformar el me¬dio para adaptarlo a sus necesidades. Teniendo en cuenta que las necesidades humanas no son sólo biológicas, porque las personas necesitamos también lo superfluo. «Vivir hu¬manamente» significa, no únicamente estar en el mundo, sino estar bien («bienestar»), por eso el hombre es técnico, creador de lo superfluo con vistas a la felicidad.
Sin embargo, la creciente capacidad técnica del hombre ha ocultado la capacidad de programar la propia vida, ha contribuido a que el hombre «no sepa ya quién es», a que se le haya vaciado la vida. De ahí la desorientación y desmorali¬zación colectivas de Occidente, personificadas en el «hombre-masa», que lleva una vida carente de proyecto.
Estructura y contenido de la obra
Capítulo 1. Primera escaramuza con el tema
El ser humano se nos presenta como un ser de carencias. Si quiere vivir, ha de cubrir todas sus necesidades biológicas, y para ello ha de cultivar la tierra, construir cabañas, hacer fuego, etc. Sin embargo, sería preciso observar varias cosas:
• El ser humano realiza esas acciones para vivir, que es la necesidad originaria de la que las demás son conciencias.
• Vive porque quiere, porque desea vivir, y lo hace, no tanto llevado de su instinto, como guiado por su voluntad y su reflexión. La necesidad de vivir no le es im¬puesta a la fuerza.
• A diferencia de los animales, cuando no encuentra en la naturaleza (en su circunstancia) lo que necesita, lo produce.
• Con ello trata de liberarse de las necesidades, para no tener que estar pendiente de satisfacerlas y poder ocupar¬se de otros quehaceres que considera como más suyos.
• Esto puede hacerlo porque no se identifica con su cir¬cunstancia y con sus necesidades, sino que puede dis¬tanciarse de ellas y «ensimismarse», para inventar y crear procedimientos y nuevas formas de actuación.
• Con estos procedimientos técnicos puede modificar la circunstancia o naturaleza, logrando que en ella haya lo que no hay o logrando que lo haya cuando se necesita.
Capítulo II. El estar y el bienestar. Lo superfluo como necesario
La técnica es la adaptación del medio al sujeto. Se trata, pues, de un movimiento en dirección inversa a todos los biológicos. Podríamos decir, por ello, que un hombre sin técnica no es un hombre.
Si el ser humano desea controlar la satisfacción de las ne¬cesidades puramente biológicas es para poder dar satisfac¬ción a otras que van más allá de ellas. El empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo, es inseparable de su empe¬ño de estar bien. Vida significa para él no simple estar, sino bienestar.
A diferencia del hombre, el animal es atécnico: se con¬tenta con vivir y con lo objetivamente necesario para, sim¬plemente, existir. El hombre es hombre porque para él exis¬tir significa bienestar, y por ello es técnico: creador de lo superfluo.
Capítulo III. La técnica: el esfuerzo para ahorrar esfuerzo
Aunque la técnica cambia dependiendo de la idea de bie¬nestar que el hombre tenga en cada momento, Ortega nos muestra dos nuevas características de la técnica:
• Trata de lograr la satisfacción de las necesidades con el mínimo esfuerzo.
• Trata de crear posibilidades nuevas, produciendo obje¬tos que no hay en la naturaleza: el barco, el avión, el te¬léfono.
Este ahorro de esfuerzo que la técnica proporciona per¬mite dedicarse a otros quehaceres.
Capítulo IV. Excursiones al subsuelo de la técnica
Al ser humano se le da la posibilidad de existir, pero no la existencia hecha: tiene que «ganarse la vida», construir su vida. Por eso es, ante todo, un programa como tal, lo que aún no es sino que aspira a ser. Y, en función de esas pretensiones, el mundo es para cada época, para cada pueblo y pa¬ra cada individuo algo distinto. El mundo del comerciante y el mundo del poeta no serán el mismo, aunque tengan mucho en común.
Capítulo V. La vida como fabricación de sí misma
A diferencia de todo lo demás, el hombre, al existir, tiene que hacerse su existencia, resolver el problema práctico de realizar el programa en que consiste; quiera o no, tiene que hacerse a sí mismo, autofabricarse. Vivir es entonces hallar
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