Memorias a retazos en una carroza de carnaval. (A propósito de la obra de EvelioRosero)
Enviado por Eliana3 • 31 de Enero de 2017 • Ensayo • 2.635 Palabras (11 Páginas) • 287 Visitas
Por Luz Eliana Martínez
Mayo de 2016
MEMORIAS A RETAZOS EN UNA CARROZA DE CARNAVAL
“Pero el libro no es solo la historia de Bolívar. Me parece una ironía que todo,
ahora radique en torno a Bolívar… Hay una historia de amor con un
trasfondo histórico. Soy un escritor, un novelista, no un panfletario”
(Evelio Rosero)[1]
Me asomo al espejo roto, endeble de la memoria y encuentro entre sus trizas la imagen emblemática, simbólica que mi antigua maestra de primaria, sor Mariela, me repitió, “Simón Bolívar, el Libertador, el héroe audaz, álgido, que en su caballo blanco libertó cinco naciones”; pero también entre canciones y rondas infantiles , encuentro una imagen ingenua que es transgresora, la niña de solo 9 años que en su fantasía individual entonaba “Simón Bolívar nació en Caracas, en un potrero lleno de vacas, unas gordas, otras flacas y otras llenas de garrapatas”, era esta infracción la que me divertía, pícara pero temerosa porque si era descubierta, el castigo no se haría esperar. Para intentar comprender la práctica transgresora y revolucionaria de un cántico inocente ante la rigurosidad de la sabiduría del maestro o la imperiosa necesidad del ser humano por relativizar toda verdad radical a través de la transgresión me atrevo a recurrir al texto La carroza de Bolívar del escritor Evelio Rosero Diago.
La novela de Rosero es todo un carnaval de transgresión, el libro mismo es una carroza de carnaval, no solo en la manera de abordar al personaje mítico de Bolívar, sino en cómo cada personaje de la obra sufre de excesos, de violación a las normas establecidas por la sociedad y de situaciones pecaminosas; para iniciar, el narrador ya estaba invitando al lector a cometer desde el primer renglón un acto transgresor “Ayúdame a desenterrar la sombra del doctor Justo pastor Proceso López”[2] es sacrilegio desenterrar un muerto, pero el lector lo acompaña en ese acto delictivo con agrado, entre risas, espiando la inmoralidad del pueblo pastuso.
La familia se constituye en los bufones que van sobre la carroza- libro, una niña de apenas siete años que toma decisiones propias a la manera de un adulto, hace bromas pesadas, se venga de un niño igual de pequeño con una brutalidad cercana a la muerte, niña caprichosa que termina dando las pistas para que los asesinos maten a su padre. Una hija adolescente que ya es desflorada por su primo, su padre los sorprende pero sigue la vida como en el carnaval ¿qué quinceañera no soñaría con un padre tan permisivo y transgresor?. Una esposa casquivana, que deja a sus hijas solas en casa y las adoctrina en contra del padre. Un hombre, esposo mujeriego que constantemente piensa en matar a su mujer, “Primavera Primavera ¿quién no quiso un día convertirse en tu asesino?” (p. 81), pregunta que frecuentemente se hace el doctor Proceso. Pactos que en medio del carnaval no solo son conocidos sino acogidos por los personajes.
Por su parte, el valor sublime de la ética profesional es vulnerado en la trama, el ginecólogo, que tiene relaciones sexuales con la mayoría de sus pacientes sin respetar que una de ellas acaba de quedar viuda, (y ni que decir de la viuda que en pleno luto y embarazo del difunto logra seducir al doctor y perderse en deleitosos y escandalosos amoríos por tres días ante la vista del pueblo y sin el menor disimulo) también es capaz de ofrecer aguardiente, cigarrillos y mujer a un anciano enfermo para lograr sus fines “saque uno, préndalo con la vela del Cristo, y deme de fumar cuando yo le pique el ojo” (p. 137). ¿Qué tan transgresor es que el médico que vela por la vida ahora ayude al paciente a acercarse a la muerte y que el paciente creyente pretenda usar la vela de su Cristo para transgredir la norma?
Igualmente se transgrede el valor de la amistad, se presenta la figura de la devota Alcira Sarastí, esposa de Arcángel de los Ríos, amigo de Justo Proceso, y sin reparo, en medio de un extravío del alcohol por parte del doctor pero bajo la plena conciencia de la “santa” (como la llama Primavera Pinzón) arremeten en acrobáticos amores en la casa familiar, escena que alcanzan a ver la esposa y la hija del médico, “ y tú, doctor Jumento, hay que ver cómo boteabas, con toda tu tripa… ¿dónde dejaste las niñas? [...] en sus camas – grito ella, y su voz se recrudeció de rencor-: donde tienen que estar. Tuve que dormir con Floridita, tu hija asustada. Ni ellas ni yo queremos verte jamás”(p. 322), ¿no es esto en supremo transgresor?. Otra situación relacionada con la amistad es lo sucedido con el catedrático Arcaín Chivo, quien se atreve a besar los pies de Primavera Pinzón y acariciar su sexo frente a las narices del esposo de la mujer, amigo de infancia, el sacerdote y el alcalde del pueblo.
La transgresión alcanza aún, las costumbres y la cultura nariñense cuando Primavera Pinzón pretende disfrazarse de ñapanga y exhibe el vestuario seductor ante los amigos del esposo causando cierta excitación en ellos:
“ – Un disfraz que será controvertido- dijo el alcalde- : el vestido de la campesina nariñense, la ñapanga, va hasta mucho más debajo se las rodillas. –Éste fue el año de la minifalda – recordó Primavera -. Por fin la minifalda se nos inventó, señores [...] – ninguna ñapanga llevaría una falda así de corta- dijo el alcalde-.” (p. 114)
La novela de Rosero logra subvertir incluso las letras colombianas cuando irónicamente expresa “Lo que no impediría que muchos años después la pluma pluscuamperfecta del taumaturgo hechicero escribiera que el general Bolívar…” (p. 166) la cita continúa con un fragmento del libro El general en su laberinto del escritor Gabriel García Márquez. ¿Es una transgresión que permea a la figura literaria colombiana más notable de los últimos tiempos?.
La estructura misma de la obra, “la caja china” cuyo propósito funcional en dependencia de la historia es contar y atraer varios textos encajonados dentro de la narración, es también una manera de transgredir el relato lineal, involucrando historias dentro de las historias, un ejemplo de ello está en la charla que se da en la casa del doctor Proceso y se infiltran las historia que vivió el catedrático Arcaín Chivo cuando fue docente en la Universidad, a la vez, dentro de esta historia aparece la de los hermanos Quiroz; la historia de Belencito y la historia que cuenta Polina Agrado sobre Hilaria Ocampo que a la vez cuenta su historia con Simón Bolívar. Igual función cumplen los intertextos y citas, copia de otros macrotextos como son el artículo de Carlos Marx, fragmentos escritos por el historiador Sañudo y por el mismo nobel colombiano Gabriel García Márquez; además de referencias a otros escritores como Fernando Vallejo, cuando nombra los libros que lee el poeta oculto.
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