Mensaje Multicular Jose Maria Arguedas
Enviado por Andreshita94 • 18 de Agosto de 2011 • 3.648 Palabras (15 Páginas) • 876 Visitas
El Mensaje Multicultural de la obra de J.M. Arguedas
La literatura del Perú se inició principalmente desde la llegada de El Imperio Español, pues, anteriormente, no existió una forma que haya sido conocida por todos, o en el mejor de los casos, conocida por alguno de los historiadores que escribieron acerca del Perú Inca. En algunas obras, tales como “Ollantay”, se narra sobre el uso de quipus como medios de comunicación. Sin embargo, a pesar de que no tenemos relatos escritos por verdaderos incas, al menos la tradición, las costumbres, la cultura y fiestas, que subsistieron muchos años después de la conquista sirvieron de inspiración a muchos autores nacionales e internacionales para mostrar a todos cómo es que era la cultura Inca desconocida para muchas personas. Dentro de la gama de autores peruanos podemos encontrar a muchos que a través del contenido de sus textos nos envían mensajes multiculturales que muchos recibimos, p muy pocos “sabemos” interpretar y casi nadie los profundiza y valorar. Es por eso que en esta oportunidad, en el marco del Premio Nacional de Ensayo: “José María Arguedas”, trataré de analizar a cabalidad el Mensaje Multicultural de la extensa y maravillosa obra de nuestro compatriota escritor don José María Arguedas.
Antes de poder entrar a fondo a nuestro análisis deberíamos conocer un poco acerca de la vida de José María Arguedas.
José María Arguedas Altamirano fue escritor y antropólogo. Su labor como novelista, como traductor y difusor de la literatura quechua, y como antropólogo y etnólogo, hacen de él una de las figuras claves entre quienes han tratado, en el siglo XX, de incorporar la cultura indígena a la gran corriente de la literatura peruana escrita en español desde sus centros urbanos. En ese proceso sigue y supera a su compatriota Ciro Alegría. La cuestión fundamental que plantean estas obras, pero en especial la de Arguedas, es la de un país dividido en dos culturas —la andina de origen quechua, la urbana de raíces europeas— que deben integrarse en una relación armónica de carácter mestizo. Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea son el núcleo de su visión.
Nacido en Andahuaylas, en el corazón de la zona andina más pobre y olvidada del país, estuvo en contacto desde la cuna con los ambientes y personajes que incorporaría a su obra. La muerte de su madre y las frecuentes ausencias de su padre abogado, le obligaron a buscar refugio entre los siervos campesinos de la zona, cuya lengua, creencias y valores adquirió como suyos, es por eso que muestra un dominio en el conocimiento de la cultura ancestral de los indios, habilidad que lo hace diferente a otros autores. Su vida y su creación se nutrieron de su tierra y del pueblo peruano, especialmente de campesinos, artesanos, músicas y artistas populares. Tal como el mismo José María Arguedas afirmaba “Recorrí los campos e hice las faenas de los campesinos bajo el infinito amparo de los comuneros quechuas”. Como estudiante universitario en San Marcos, empezó su difícil tarea de adaptarse a la vida en Lima sin renunciar a su tradición indígena, viviendo en carne propia la experiencia de todo trasplantado andino que debe aculturarse y asimilarse a otro ritmo de vida. Ese proceso nunca fue del todo completado por Arguedas, cuyos traumas acarreados desde la infancia lo debilitaron psíquicamente para culminar la lucha que se había propuesto, no sólo en el plano cultural sino también en el político. Esto y la aguda crisis nacional que el país empezó a sufrir a partir de 1968, lo empujaron al suicidio, que no hizo sino convertirlo en una figura mítica para muchos intelectuales y movimientos empeñados en la misma tarea política.
En los tres cuentos de la primera edición de Agua (1935), en su primera novela Yawar fiesta (1941; revisada en 1958) y en la recopilación de Diamantes y pedernales (1954), se aprecia el esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina desde un ángulo interiorizado y sin los convencionalismos de la anterior literatura indigenista de denuncia. En esas obras Arguedas reivindica la validez del modo de ser del indio, sin caer en un racismo al revés. Relacionar ese esfuerzo con los planteamientos marxistas de José Carlos Mariátegui y con la novelística políticamente comprometida de Ciro Alegría ofrece interesantes paralelos y divergencias. La obra madura de Arguedas comprende al menos tres novelas: Los ríos profundos (1956), Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971); la última es la novela-diario truncada por su muerte. De todas ellas, la obra que expresa con mayor lirismo y hondura el mundo mítico de los indígenas, su cósmica unidad con la naturaleza y la persistencia de sus tradiciones mágicas, es Los ríos profundos. Su mérito es presentar todos los matices de un Perú andino en intenso proceso de mestizaje. En Todas las sangres, ese gran mural que presenta las principales fuerzas que luchan entre sí, pugnando por sobrevivir o imponerse, recoge el relato de la destrucción de un universo, y los primeros balbuceos de la construcción de otro nuevo. Otros relatos como El sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962)y Amor mundo (1967) complementan esa visión.
En los relatos de Arguedas no se expresa alguien ajeno al indio, quien lo defiende o refleja su sentir, si no se expresa el propio indio. Mientras que Ciro Alegría presentó en sus novelas al hombre andino de habla castellana, José María Arguedas nos presenta al indígena de la zona sur del Perú, de habla quechua, y ahí es donde reside la grandeza de la obra de Arguedas: La compenetración total con el mundo indígena.
Para ello, creó un lenguaje literario propio y especial, una expresión castellana entremezclada con palabras y expresiones quechuas, y también –muchas veces- construida con una sintaxis propia del quechua. El hecho de poder mezclar el castellano y el quechua, para hacer entendible algunas palabras quechuas analizando sólo el contexto, es una habilidad muy grande que poseía este gran autor. Y no sólo eso sino que también fusionar dos mundos completamente distintos culturalmente hablando, y, a partir de esa mixtura transmitir un mensaje multicultural que incluye las tradiciones, las costumbres de todas las personas que describe. A pesar que por momentos pasé serias dificultades para descifrar una palabra en quechua sin mirar a las traducciones del pie de página, esto me sirvió para conocer un poco más la lengua madre del Perú.
Esta indianización de la cultura castellana es propuesta por Arguedas como la base de una cultura nuestra, peruana, que refleje a “todas las sangres” que habitan nuestro país, y que las integre en una sociedad justa.
Con gran lirismo y sensibilidad, pero también con mucha sobriedad,
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