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Mi Gente Linda Mi Gente Bella


Enviado por   •  21 de Octubre de 2012  •  593 Palabras (3 Páginas)  •  564 Visitas

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Me rehúso a creer que los colombianos somos la caricatura que las películas de Dago García insisten en mostrar: gente mañé, bochinchera, pesimista y que se aprovecha de los demás. Quizás sí tenemos un poco de todo eso, ni forma de negarlo, pero recalcar siempre esos rasgos en la ficción como si fueran ese todo que nos define como colombianos, termina por hacernos creer algo muy torpe y desagradable que en realidad no somos.

Lo cliché de lo colombiano que nos han repetido toda la vida en Sábados Felices, los stand up comedies de Andrés López y las películas escritas y producidas por Dago García, vuelve y se repite en Mi gente linda, mi gente bella: somos los que aplaudimos en el avión cuando aterriza, somos los que soñamos cuadrarnos con un extranjero que nos saque de pobres, somos los que siempre armamos pelea en las fiestas, somos los que no perdemos ocasión de irrespetar las señales de tránsito y somos los que disfrutamos del paseo de olla porque no hay plata pa' más.

En resumen, los mismos chistes de siempre. ¿Dónde están los nuevos temas del humor en Colombia? ¿Por qué nos conformamos con el retrato más facilista de lo popular? ¿Por qué convertimos estos productos de rápida digestión en éxitos de taquilla? "Es que por lo menos no tratan de narcos y sicarios", dirán algunos, pero ese no puede ser el argumento para aceptar cualquier bobada inofensiva. La comedia no puede quedarse en la reiteración de lo "chibchombiano" y el chiste fácil, insisto.

Esta comedia dirigida por Harold Trompetero (el mismo de obras similarmente torpes como El paseo y Muertos del susto y otras con más seso como Riverside y Locos) no es más que un conjunto de personajes caricaturescos en una serie de situaciones cómicas o sketches que rayan con lo absurdo, ensambladas unas con otras con títulos obvios como "Perder es ganar un poco" o "Nos robaron el partido", donde apenas hay una historia que lo hila todo.

Ni qué decir del reparto y las actuaciones. Desde que una alborotada Sara Corrales atraviesa la puerta de ese bar en Suecia y conquista al protagonista (en una escena por demás forzada y poco creíble), ya queda definido el estilo de todo el filme: el de la exageración. Chocante la actriz paisa en su papel de mujer hueca y arribista, hostigante César Mora como el papá machista y ordinario, innecesario Julián Orrego como el opita conchudo... y pare de contar.

Hasta insoportable me pareció Aída Morales, encasillada ya en el personaje de la típica mamá colombiana con acento arrastrado y algo de mal genio. Medio se salva la morena Brenda Hanst (la que se enamora del sueco), pues es la única de todo el reparto que no cae en la sobreactuación.

En medio de toda la payasada, la película quiere dejar una moraleja: que nos tenemos que hacer valer

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