Mi Trágica Y mágica Historia
Enviado por xavicoco9 • 25 de Mayo de 2014 • 419 Palabras (2 Páginas) • 372 Visitas
Quien no se ha puesto a pensar que tan injusto es el mundo. Claro, puede ver a mucha gente sonriendo pero de qué sirve si todos ellos cargan penas, problemas, varios son delincuentes, homosexuales, negros, blancos, golpeados en sus hogares todos cargamos algún sufrimiento. Esta historia no va a ser la típica historia de cuentos de hadas, como se imaginan, sino la realidad de mi cruel vida.
Todo había iniciado bien, me toco nacer en una pequeña familia muy unida. Mis padres me amaban, claro, era su hija única. Mi padre, un señor grande de ojo de color, trabajaba en una gran empresa. Su empleo era que supervisar que los demás hicieran las cosas, no le tomaba mucho tiempo. En cuanto a mi madre, una mujer mulata, era la mejor mama que pudiese existir. Ella era como mi mejor amiga, le podía contar mis aventuras con mis amigas; todo sobre mi vida. Recuerdo que todo verano salíamos a diferentes países, nos encantaba a los tres conocer diferentes culturas y personas. Visitamos casi todo Europa y África. En todos los viajes que hacíamos, compraba un imán para el refrigerador, el cual ya estaba lleno de imanes que no le podían caber más. Eran los papas perfectos. Mis compañeros siempre me comentaban que deseaban que sus papas fuesen como los mías, ya que nunca me regañaban, siempre me regalaban muñecas, todo lo que quería me lo daban. Era demasiado perfecto. Se preguntaran por qué hablo en pasado. Pues claro, en algún momento de mi vida debía ser feliz, aunque esa felicidad haya durado tan poco.
Eran las vacaciones de diciembre de 1995, mi papa nos preparaba una gran sorpresa. Viajaríamos a la ciudad de nieve, Drumont ville en Canadá. Mi mama emocionaba empacaba su mejor ropa. Íbamos a pasar Navidad y año nuevo haya, teníamos que llevarnos lo mejor. Yo estaba emocionada a pesar de que viajábamos demasiado, nunca había conocido la nieve, iba a ser la primera vez que viera como los pequeños copos cain del cielo. Mi amiga Emilie ya me había hablado de la nieve. Ella contaba que era de verdad como en las películas, blanca y esponjada.
Al llegar a Drumont Ville, comencé a jugar a resbalarme por las montañas hasta el anochecer. La cabaña en la que nos hospedamos era verdaderamente hermosa y grande. La cocina era enorme. Mi madre decía que prefería vivir ahí que en nuestro propio hogar. Pero claro, ninguno de los tres se imaginaba que ahí sucedería nuestra peor desgracia.
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