Mi interpretación de: Corazón Delator (E. A. Poe).
Enviado por Jun T. Ylonen • 4 de Febrero de 2017 • Ensayo • 1.295 Palabras (6 Páginas) • 1.392 Visitas
Corazón Delator
El escritor Edgar Allan Poe, a lo largo de su carrera, ha escrito historias muy interesantes y profundas que reflejan sentimientos y emociones fuertes y difíciles de interpretar, como en el caso de la obra: El Corazón Delator, un cuento con una historia macabra con personajes que poseen una mente y pensamientos fríos.
Poe siempre se caracterizó por escribir este tipo de historias bastante frívolas con un gran contenido psicológico muy diverso e interesante. Unos de los aspectos más relevantes de esta obra es la frialdad del personaje principal, que también es narrador, y el modo en que defiende su salud mental a pesar de ser consciente de que ha cometido un crimen. Tras los primeros párrafos se puede notar perfectamente que el personaje principal sufre algún trastorno psicológico pero que a pesar de eso es bastante cauteloso e inteligente y lo deja en evidencia al contarnos detalle a detalle como sucedió el asesinato.
La historia comienza cuando el crimen se ha llevado a cabo y el asesino comienza a defender su salud mental, como si se encontrara en un interrogatorio y se le exigiera contase los detalles de los hechos. Sin embargo, y algo que no hay que pasar por alto es que en el inicio de su discurso admite estar enfermo: “¡Es verdad! Soy muy nervioso, horrorosamente nervioso, siempre lo fui, pero, ¿por qué pretendéis que esté loco? La enfermedad ha aguzado mis sentidos, sin destruirlos ni embotarlos” (Poe, 1996, p.1).
Lo primero que nos queda claro es el motivo que lo llevó a asesinar al viejo con quien vivía, sujeto del que no se tiene mucha información pero que, aparentemente, se trataba de un familiar cercano que por el solo hecho de tener un ojo enfermo y repugnante, según el punto de vista del narrador, merecía morir. “Amaba al buen anciano […] pero tenía algo en sí desagradable. ¡Era uno de sus ojos, sí, esto es! Se asemejaba al de un buitre y tenía el color azul pálido” (Poe, 1996, p.1). Podemos decir entonces que el narrador tenía una obsesión con aquel ojo a tal magnitud que su ansiedad lo llevó a deshacerse de este y, por ende, del anciano, cosa que nos queda claro en sus siguientes palabras cuando menciona que su plan demoró un poco en llevarse a cabo porque cada vez que quería hacerlo el hombre estaba durmiendo y su ojo se encontraba cerrado. El hombre no era quien le provocaba ansiedad, era el ojo.
Pasaron ocho noches hasta que, finalmente, mientras se asomaba a la habitación del anciano no pudo evitar reír y fue esto lo que alertó al anciano pues se movió y poco después escuchó al narrador hacer ruido con la linterna, exaltándose. El anciano es, en este punto, una representación diferente y más común del miedo, porque era claro que temía por estar siendo acechado, quizá por la edad y porque sabía que podía ser “presa fácil” de algún delincuente que entrara a atacarlo.
Según Wikipedia, “el miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado” (2016). Basándonos en lo antes citado y en los mecanismos de defensa propuestos por Sigmund Freud podemos identificar dos tipos, el principal que es la negación, esta se presenta desde el inicio del relato hasta el final ya que el narrador jamás admite ni su miedo irracional hacia el ojo del señor, ni que realmente tiene un problema mental; el otro mecanismo de defensa que sobresale es la formación reactiva, ya que no es capaz de reconocer sus verdaderos sentimientos hacia el viejo y disimuló aquello al comportarse mucho más amable con él los días previos a su asesinato.
Lo que ocurrió después en el relato es que se produjo un momento de tensión entre los personajes, uno porque esperaba pacientemente el momento correcto para atacar y el otro porque estaba aterrado, alerta de cualquier cosa que estuviera acechándolo. Fue en ese momento en el que aparece por primera vez un signo que hace honor al título de la obra, era un latido, uno al que el narrador se refiere como “un rumor”. De pronto al protagonista le dio miedo que algún vecino pudiera escuchar el “rumor”, así que actuó rápido y con brusquedad, provocando que el anciano muriera de un infarto y como consecuencia de eso el latido del corazón se dejara de escuchar, así como también el ojo dejaba de existir, siendo esto último lo que causaba la tranquilidad de quien nos está narrando la historia.
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