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Mitos Y Leyendas


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  1.658 Palabras (7 Páginas)  •  359 Visitas

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PANTEON CIVIL

Esta historia me la platico hace muchos años una tía, la anécdota cuenta la historia de Juan, su primer esposo, el cual ya no se encuentra entre nosotros en la actualidad; Juan era taxista de profesión y le gustaba hacer la ronda de la noche, por que cuando la ciudad era muchísimo más segura que en la actualidad era cuando más se ganaba y no se tenía el peligro de que uno fuera a ser el asaltado, la vivencia que les traigo data aproximadamente de los años setentas, aunque en realidad no se el año exacto, por lo tanto ni el día.

Juan se dirigía a dejar a su pasaje por allá por el cerro de la estrella, tomó a esta mujer después de haber comido unos tacos con “el güero” una taquería muy famosa en esos tiempos ubicada en la colonia Héroes de Churubusco, la bella mujer estaba en la misma mesa junto con 2 muchachos los cuales reían sin parar mientras Juan pedía dos de sudadero y uno de longaniza, Juan estaba pensativo en aquel momento, pues a pesar de que ya era la una de la mañana no le había ido bien en el día y solo le quedaban un par de horas más para poder seguir sumando para lo poco que le faltaba de cuenta y poder llevarse unos centavos para dejarle a su mujer, pues vivía del día a día.

Después de dar el último sorbido a su refresco rojo vio su reloj y vio que ya había tardado bastante en cenar sus tacos y que tenía que ponerse en movimiento pues su jornada de trabajo ese día acababa a las 3 de la mañana, se limpió las manos con un pedazo de limón para cortar la grasa y que las manos le dejaran de oler a taco, saco su cartera, y deposito lo que “el güero” le indicó que debía. Una ves más sorbió en el popote para que el envase hiciera un ruido que le indicaba que la bebida se había terminado.

Se paro de la pequeña barra en la que estaba sentado, dijo “provecho” para los comensales que aun se quedaban recibiendo sus ordenes de taco y guardo su cartera en la bolsa trasera del pantalón, se hurgó los bolsillos laterales y sacó las llaves de aquel “bochito” pintado de amarillo.

A lo lejos escucho un silbido, y giró la cabeza para darse cuenta que uno de los muchachos que reían en su mesa se aproximaba a él, el muchacho le preguntó si seguía de servicio y Juan asintió con la cabeza, preguntando ¿para donde va joven?; a lo que el muchacho le dijo, no, yo no me voy, pero le podemos encargar que lleve a la señorita muy cerca del cerro de la estrella; claro que si joven, con mucho gusto, el joven se metió la mano al bolsillo y billetes hechos bola del pantalón, desenvolvió como pudo unos dos o tres y le estiró la mano; Juan pensó que el trayecto no era mucho y que en realidad quizá con lo que lograría juntar de menos ya tendría para su cuenta del día y con un pasaje más tendría para poder dejarle dinero a su mujer para la comida de su casa.

Estiró la mano y se dio cuenta que la cantidad de dinero rebasaba lo que el cobraría en este trayecto, se lo hizo saber en voz suave al joven y aquel muchacho le respondió que no importaba, que así estaba bien, Juan esbozó una sonrisa y pensó que después de este pasaje podría llegar mucho antes a su casa y descansar de menos una hora antes, pues el joven se había visto realmente espléndido. Juan se dirigió al taxi y le gritó al joven que no se apurara en subir a la muchacha que el esperaría el tiempo que fuera preciso.

Juan se tumbó al asiento delantero de su auto y espero unos cinco minutos hasta que de pronto escucho como se abría la puerta y veía como uno de los jóvenes acompañantes de la muchacha le abría la puerta y se despedía dándole un beso en la mejilla.

La joven saludó amablemente y Juan respondió de la misma forma, ¿para donde la llevo señorita? Fue lo que le preguntó, pues mire esta muy cerca del cerro de la estrella, no creo que hagamos mucho tiempo, le voy diciendo por donde, así que Juan puso en marcha su motor y se dispuso a proseguir con el viaje, así fue platicando con la joven en el trayecto, le comentó que uno de los jóvenes la estaba pretendiendo y se entero de muchas cosas más, derepente un fuerte estruendo en su estómago le indicó al chofer que los tacos le habían caído un poco pesados y el sudor le recorrió el cuerpo, y unas ganas inmensas de ir al baño pasaron por su mente.

Apresuró la marcha del vehículo y por fin logró dejar a la muchacha en su casa, en cuanto la joven cerró la puerta del taxi, se arrancó a toda velocidad y estuvo pensando que a esas altas horas de la noche ya no abría un lugar en

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