Mondrian, El Artista Teosófico
Enviado por Aleusis • 27 de Diciembre de 2012 • 3.946 Palabras (16 Páginas) • 366 Visitas
Mondrian, el artista teosófico
Piet Mondrian. El camino hacia el arte moderno. Ordrupgaard (Charlottenlund, Dinamarca) 28/8/07-24/11/07
Hay algo paradójico en esto de presentar una retrospectiva de Piet Mondrian que pone el acento en su temprana obra paisajística. Por si eso fuera poco, el museo Ordrupgaard está rodeado por un bosque de tilos y abedules, y todo ello se encuentra envuelto en una bruma invernal húmeda. El lugar se asemeja, de una vaga manera, a alguno de los motivos que el mismo joven Mondrian pintaba en sus paseos por Brabante, en la campaña holandesa. Pero no es por aquellos paisajes de su juventud ni por los motivos rurales que sería luego conocido y tendría una influencia tan profunda en la historia del arte y del diseño. Por el contrario, el artista que fundó la abstracción como un sistema puro, ideal y coherente, vivió luego completamente de espaldas a la naturaleza. “La naturaleza no me interesa en ningún sentido”, le confesó una vez a Joaquín Torres García. El pintor uruguayo lo cita en un artículo que publicó en La Nación de Buenos Aires en junio de 1935. Allí Torres agrega que “…uno queda bien convencido de que el único arte que puede convenir a tal hombre es el que él ha creado y practica, y que ha definido bajo el nombre de Neoplasticismo: arte plástico puro, purgado de toda sensación y de todo vestigio naturalista.”
Sin embargo, el rompimiento con la naturaleza que le permitió a Mondrian desarrollar esa obra abstracta “purgada de todo vestigio naturalista” se realizó en importante medida gracias al trabajo con motivos de la naturaleza.
El hogar calvinista y el tío Fritz
Pieter Cornelius Mondriaan nació en 1872 en la ciudad holandesa de Amersfoort. Creció en un hogar tan impregnado por el arte como por la religión. Su padre, que era pintor y grabador, fue director de la Escuela Reformista Cristiana local y maestro principal en una escuela de Winterswijk, a donde la familia se trasladó en 1880. Su especialidad era la enseñanza del dibujo. Esto influyó sin duda en el hijo, quien ya a los veinte años también se había diplomado para enseñar dibujo en las escuelas primaria y secundaria. Pero si su padre le abrió el panorama del arte y la enseñanza, fue su tío Fritz Mondriaan quien realmente lo introdujo en la pintura. A principios de los años 90 tío y sobrino solían pintar paisajes juntos en las riberas del río Gein. El tío parece haberle dado al sobrino una perspectiva más amplia y moderna sobre el arte que la que era posible adquirir junto a su padre en aquel hogar provinciano y estrictamente calvinista. Fritz había sido alumno de Willem Maris y tenía por eso un vínculo directo con la Escuela de La Haya que en la segunda mitad del siglo XIX rompió con el academicismo de motivos míticos y literarios para abordar el realismo naturalista. La visión de ese mundo subyugó al joven Mondrian, quien finalmente decidió abandonar la enseñanza del dibujo con la intención de dedicarse enteramente a la pintura. A pesar de la severa oposición de su familia, en 1892 se trasladó a Ámsterdam donde comenzó a estudiar en la Academia Estatal de Bellas Artes.
La muestra de Ordrupgaard
Esta retrospectiva de Mondrian tiene la virtud de alejar al espectador de la imagen inevitablemente un tanto estereotipada que la Historia moderna del arte ha creado del artista. Como una de las figuras principales de la corriente constructiva europea, sus ideas estéticas y su obra abstracta han tenido un enorme impacto no sólo en el arte sino también en la arquitectura funcionalista y en el diseño gráfico e industrial. Su influencia estética ha sido tal que hemos vivido nuestra vida cotidiana rodeados de su obra sin saberlo. Sus pinturas geométricas abstractas han entrado en la Historia cultural del siglo XX como símbolos extremos de la modernidad o como íconos de un arte moderno ya clásico, hasta el punto de ser ellas mismas objetos de un arte más reciente, integrando por ejemplo obras de Tom Wesselmann o Roy Lichtenstein.
Gran parte de la muestra se compone de paisajes, el género favorito de Mondrian hasta que abandonó definitivamente la representación. A propósito de ello, un dato de su biografía podría ameritar una reflexión sobre los móviles a veces un tanto casuales que impulsan la trayectoria vital o profesional de una persona. El caso es que Mondrian se presentó tanto en 1897 como en 1901 al famoso Premio de Roma --el cual ha ofrecido desde 1663 hasta la actualidad una estadía de estudio y trabajo en esa ciudad-- y en ambas ocasiones fue rechazado a causa de problemas en la representación anatómica de la figura humana. Sería absurdo especular acerca de la obra posterior de Mondrian en el caso de que la Academia de Francia le hubiera concedido aquella beca, pero el dato no es menor si tenemos en cuenta su clara preferencia por la obra paisajística. En otras palabras, era lo que mejor se le daba.
La contradicción mística
Durante los primeros años en Ámsterdam su trabajo revela una mezcla ecléctica de realismo, estilo de la Escuela de Ámsterdam, art nouveau y simbolismo. Una indicación clara de las simpatías de Mondrian hacia esta última escuela y sus inclinaciones exóticas puede encontrarse ya entonces en sus representaciones de flores. Pintaba principalmente crisantemos, y no de la variedad europea sino de la oriental. Esta variante, más grande y globular, era la preferida en el ambiente de los artistas simbolistas porque en el lejano oriente simbolizaba al emperador del Japón. Mondrian los pintaba sin fondos, nunca como parte de un ramo, y abiertos hacia el espectador: el efecto psicológico de esa frontalidad produce una confrontación que lleva a lo meditativo, frontalidad que es común en el arte contemplativo y religioso.
Estas tempranas representaciones simbolistas son las primeras manifestaciones pictóricas de las inclinaciones místicas y filosóficas del pintor. De hecho, a partir de su llegada a Ámsterdam y hasta que logra concretar la abstracción pura, característica de su obra madura, Mondrian se enfrentará periódicamente a la contradicción entre el pintor y el filósofo místico. Esto se manifiesta en dos líneas creativas muy diferentes: por un lado una obra motivada por su intuición estética y la actitud experimental que le aportó la influencia de los movimientos de vanguardia; por el otro una pintura cargada de símbolos, estéticamente más conservadora, a través de la cual intenta ilustrar sus inclinaciones místicas y esotéricas.
Los datos más tempranos sobre las inclinaciones espirituales de Mondrian los ha dejado Albert van den Briel en su memorias. Estudiante de silvicultura y una de las primeras amistades del artista en Ámsterdam, van den Briel refiere que en el año 1904
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