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Motivaciones de la lectura en estudiantes de bachillerato


Enviado por   •  21 de Junio de 2021  •  Documentos de Investigación  •  5.846 Palabras (24 Páginas)  •  92 Visitas

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Maestría en Educación Media Superior

¿Por qué leen nuestros jóvenes?

Motivaciones hacia la lectura de textos literarios en los estudiantes de Telebachillerato de Veracruz.

Cuatro casos en Telebachilleratos de la Zona Huatusco: Totutla, San José Tenejapa, Colonia Manuel González, Mata Oscura .

Protocolo de investigación presentado por:

 Edwin Amaral López Lagunes

Unidad regional 301 Xalpa, Ver. Octubre de 2019

¿Por qué leen nuestros jóvenes?

Motivaciones hacia la lectura de textos literarios en los estudiantes de Telebachillerato de Veracruz.

Cuatro casos en Telebachilleratos de la Zona Huatusco: Totutla, San José Tenejapa, Colonia Manuel González, Mata Oscura

Planteamiento del problema

Aprender a leer, significa tener el acceso a la cultura y al conocimiento en la sociedad. La importancia de la alfabetización cada vez va en aumento, la sociedad actualmente se encuentra más preocupada, con la constante extensión y diversificación de los usos de texto escritos que posibilita la integración de las tecnologías en educación.  (De la Torre,  2012)

Es por eso que la comprensión lectora, debería ser un tema de interés social permanente y no exclusivo de los ámbitos escolares. La enseñanza lectora es contemplada como una tarea propia de los profesores de todas las áreas de conocimiento, pero en realidad una parte importante del aprendizaje escolar, consiste en la ampliación en el ámbito lingüístico hacia el resto de participantes de la educación.  

La familia, la sociedad, las instituciones deberían promover la comprensión lectora en pro de una sociedad que con mejores lecturas acceda a más conocimientos y por ende a un mejor desempeño en los distintos ámbitos. Sin embargo esto no es así, la lectura y su comprensión son percibidos de una manera defectuosa y la gran mayoría de análisis sustentan el deficit lector que existe en el país.

La queja de los profesores ante el declive de la lectura y el uso de la palabra escrita es continua y se halla desde hace unos años en una especie de caída libre que se refleja en los bajos niveles educativos actuales.  (Pindado, 2004)

De acuerdo con los últimos datos del Módulo de Lectura del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el promedio de libros leídos por persona en México es de 3.8 al año; además de que del universo de lectores nacionales, sólo el 20% afirma que tiene una comprensión aceptable de los textos que lee, mientras que en el 80% restante no se presenta un estímulo productivo importante que modifique sustancialmente sus conocimientos (INEGI 2017) sin contar los millones de mexicanos analfabetas y el analfabetismo funcional predominante en un tercio de la población que no ha concluido su educación básica. (Oliver, 2009)

Si esto además lo complementamos con que el 75% de los estudiantes de bachillerato evaluados en el estado de Veracruz, por la prueba PLANEA 2017, en  el apartado de comprensión lectora estuvieron entre los dos niveles más bajos de  calificación de dicha prueba y que en México la mayoría de los jóvenes de 15 años son capaces de decodificar un texto, no así de interpretarlo y, mucho menos, de situarse críticamente frente a él: del total de la muestra evaluada por el PISA, sólo 4.5% se situó en el nivel 4, y únicamente 0.5% alcanzó el nivel 5, el más alto en la escala; cuando en otros países el porcentaje es considerablemente mayor: en Uruguay 11.2% se ubica en el nivel 4, y 5.3% en el 5; mientras que en Corea del Sur 30.8 se ubica en el nivel 4 y 12.2% en el 5 (OECD, 2004).

Sin duda el panorama es desalentador, sobre todo para aquellos cuya misión diaria es acercar al joven bachiller hacia la lectura, con datos tan contundentes hasta el más optimista podría aventurar a decir que la lucha está perdida, los constantes intentos de los programas de fomento a la lectura y sus pobres resultados quizá lo sustenten pero hay una luz de esperanza en esos pequeños porcentajes de jóvenes que disfrutan de leer y obtienen niveles altos de comprensión lectora en las pruebas.

Actualmente el Programa Nacional de Lectura (PNL) “propone mejorar las competencias comunicativas en los estudiantes de educación básica y favorecer el cambio escolar a través de una política de intervención que asegura la presencia de materiales de lectura que apoyen el desarrollo de hábitos lectores y escritores de alumnos y maestros" (SEP, 2012).

Si juntamos los esfuerzos gubernamentales hacia la lectura, con las razones del porqué leen nuestros alumnos quizá podamos encontrar una directriz firme que guíe los esfuerzos del sistema educativo por este valle de lágrimas que parece ser el fomento de la lectura en México.  

A pesar de la relevancia que estas investigaciones le otorgan a la enseñanza de la literatura en el bachillerato, llama la atención que en México, a diferencia del currículo básico del bachillerato en otros países, la clase de literatura no aparece en los todos los planes y programas de estudio, como es el caso de los bachilleratos tecnológicos; y en el caso del bachillerato general, se enseña únicamente durante dos semestres (tercero y cuarto). (Lopez Bonilla, 2006)

Entonces podríamos decir que la literatura se toma muy a la ligera en la mayoría de los programas de bachillerato, tan solo en el Tebaev solamente se toca durante dos semestres que en los últimos años han migrado del tercero y cuarto, al quinto y sexto y de regreso al tercero y cuarto. Si a esto le añadimos que cada vez es más congestionado el mundo de los mensajes que se les trata de hacer llegar a los jóvenes todo se ensombrece un poco más. El resquicio dejado al mundo de la palabra se acota cada vez más en medio de una extraordinaria oferta audiovisual y electrónica. (Pindado, 2004)

Uno pensaría que si se sustenta a un niño lector, crece un joven lector, sin embargo entre los 13 y los 18 años, (edades de la secundaria y el bachillerato) se produce el mayor distanciamiento entre el texto literario y su consumo. Los datos sobre los hábitos de lectura revelan que el principal reto en el fomento de la lectura literaria no es familiarizar a los niños con los libros sino evitar que se alejen de ellos al llegar a la adolescencia  ( Blazquez, 2007)

Los jóvenes al ganar autonomía van prescindiendo de la lectura en beneficio de otras formas de diversión, mientras la escuela acentúa su papel normalizador y de control social en el momento más delicado de la enseñanza. O lo que es lo mismo lo que es impuesto por la escuela se ve como represión y lo que no es impuesto desde la escuela se percibe como libertad y en ello pueden radicar las motivaciones de porqué el joven no lee. Pero y por otro lado, aquellos que sí leen ¿Por qué sí leen?

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