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Museo Numismatico


Enviado por   •  26 de Mayo de 2015  •  1.655 Palabras (7 Páginas)  •  162 Visitas

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Interesante pasado

El apartado y su historia es la introducción de Salvador García Lima, responsable de los servicios educativos del museo, y uno de los dos o tres trabajadores a quienes se les encargó su creación, cuando al trasladarse la producción de la Casa de Moneda de aquí a su moderna planta de San Luis Potosí, se decidió destinar el inmueble a albergarlo. En México se estableció desde fines del siglo XVI, en lo que fueron las primeras alas de este inmueble, que desde entonces hasta 1992 albergó actividades industriales, por lo que sus sucesivas ampliaciones y adaptaciones lo hacen un catálogo viviente de las soluciones arquitectónicas adoptadas en diferentes momentos históricos para este tipo de construcciones; un valioso patrimonio industrial que por decreto emitido en 1931 es considerado Monumento Nacional. Tras la crisis de las finanzas públicas en que el país cayó a raíz de la Independencia, se optó por integrar directamente el apartado a la hacienda pública, retirando la concesión y remozando su sede, tarea en la que intervino el afamado arquitecto Lorenzo de la Hidalga y que básicamente dio como resultado el edificio que hoy admiramos.

Por su parte, la Casa de Moneda, que entonces aún estaba a un costado del Palacio Nacional -en el número 13 de la calle a la que dio su nombre-, se encontraba en una situación de grave abandono, pues durante al inicio de la guerra de Independencia, con el fin de evitar que los insurgentes que controlaban importantes zonas del Bajío capturaran la plata que llegaba de los centros mineros, las autoridades habían permitido el establecimiento en aquellas regiones de las llamadas casas de moneda “de necesidad” que, en los hechos, la fueron desplazando.

En 1848, con el fin de modernizar la ceca (como también se conoce a las casas de moneda), se decide renovar su infraestructura adquiriendo maquinaria que funcionaba a base de vapor y trasladarla a Apartado, donde ambas industrias habrían de compartir el espacio hasta que al extinguirse el apartado, la Casa de Moneda queda como única ocupante. A lo largo del siglo XX, la modernización continuó con algunas modificaciones en el edificio y adecuaciones de la maquinaria aunque, en lo fundamental, ésta es la misma que se adquirió a mediados del siglo anterior.

Arte e industria

También conocerán a Óscar Bazán, quien trabajó en diferentes áreas de cada una de las plantas que ha tenido la Casa de Moneda en los últimos 25 años, y que tuvo entre sus primeras tareas el desafío de armar una prensa de acuñación a partir de lo que ya era un montón de chatarra. Su último puesto, antes de llegar al museo, fue el de pantografista, lo que lo califica para explicar cómo la producción de una moneda es un proceso en el que se reúnen el arte y la industria en el momento de la acuñación. Lo hace frente a un diorama en que nos muestra el paso de un dibujo de unos 30 cm de diámetro a una escultura, donde el proyecto tiene ya las tres dimensiones que habrán de trasladarse a la moneda, así como la reducción de la escultura mediante un pantógrafo a la dimensión final de la pieza y su transformación en los troqueles que serán utilizados para acuñar.

Lo siguiente será conocer la parte netamente industrial del proceso. Para ello, Salvador reúne a los visitantes frente a un portón metálico que se encuentra en una esquina del patio. Ceremoniosamente, abre poco a poco el pesado portón que da acceso a la Sala de Fundición, un impresionante espacio de unos 500 m2 y 16 de altura dividido en tres naves cubiertas por bóvedas ennegrecidas con el hollín que emanó de los hornos. Allí les mostrará cómo se realizaba la ardua tarea de amonedar a una temperatura ambiente de 50º C, incluyendo el proceso de vaciado del metal fundido en las rieleras de doble revólver inventadas por el ingeniero Bartolomé Vergara hacia 1905, orgullo de nuestra tecnología de cuya eficiencia es testimonio el que se mantuvieran en funcionamiento hasta 1992.

Siguiendo el trayecto de las vías por donde los rieles así obtenidos eran llevados a laminación en carros jalados por mulitas hasta 1936 (cuando murió la última, que se llamaba Filomena), llegamos a la sala “Esteban Jiménez Calyécac”, donde el propio don Esteban toma la palabra. Fundador del museo, en marzo de este año cumple 69 años continuos de trabajar en la Casa de Moneda y desde 1992 es el que mantiene funcionando toda la maquinaria que se exhibe, una invaluable labor que la Casa reconoció al ponerle su nombre a esta sala. Don Esteban explica cómo los rieles de 30 cm de largo y uno de espesor pasaban por diferentes laminadoras hasta alcanzar el espesor requerido para las piezas que se iban a acuñar, alargándose proporcionalmente hasta llegar en ocasiones a los 2 m. Incluye la demostración de los novedosos motores eléctricos que en 1905 los trabajadores adaptaron a las máquinas que hasta entonces operaban a fuerza de vapor. Al activar su interruptor y fijar la velocidad de la operación, la laminadora despierta

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