Nacimiento de las universidades. Paris

Nacimiento de las universidades. Paris

La educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece aquellos que se preparan para él en el día de hoy.

                                                                                                                                                    Malcolm X

Hacia el año 1100,  la escuela capitular, catedralicia o episcopal de París  se constituía como un centro de poderosa atracción.  Pues ésta, contaba con destacados personajes, entre ellos el obispo Guillermo de Champeaux, “célebre por tomar una posición categóricamente realista en la famosa querella de los universales, que ha dejado de ocupar el primer plano en la escena filosófica” (Bayen, 1978, p.21) al implementar en sus enseñanzas el método de la discusión^[1], el cual positivamente despierta el interés por la lógica, que muy pronto se convirtió en escolástica.

Pedro Abelardo, alumno y bien pronto adversario de su maestro Guillermo de Champeaux,  “abandonó la isla de la Cité. Se estableció en la llamada montaña de Santa Genoveva y comenzó así la fortuna de las escuelas de la orilla izquierda del Sena” (1978: 22).  

En esta época de la edad media, la libertad de enseñanza, siguiendo a Maurice Bayen, era ilimitada. Planteamiento que a los ojos de las autoridades eclesiásticas empezaba a suscitar peligro, debido a la importancia que iban adquiriendo, en el espacio académico con repercusión social, las discusiones y  el auge de la lógica.  A partir de la segunda mitad del siglo XII,  se logra evidenciar dos importantes momentos, a saber: (i) el derecho de enseñar y (ii) la jurisdicción pontificia.

El primero, decía que para enseñar era necesaria la autorización concedida por eclesiástico. “Esta licencia era (licencia docendi) era otorgada en París por el canciller del cabildo del Notre Dame” (p.22). Aunque en el año 1200, Felipe Augusto decide ampliar los poderes del canciller, concediéndoles a éste la jurisdicción civil sobre estudiantes y maestros.

A partir de entonces, los cancilleres gozaron de un poder extraordinariamente amplio y del cual algunos abusaron, pues muchas veces concedían la licencia en unas condiciones que no tenían relación alguna con  la enseñanza (p.22).

Los profesores, con el apoyo y la autorización del Papa Inocencio III, se representaron por un síndico, el cual les permitió fijar unas  reglas bajo juramento.  Así fue, como los profesores “formaron una  autentica corporación que lucho para defender su autonomía ante la autoridad civil y el canciller” (p.23).  Es necesario decir que, esta corporación logro obtener del Papa  “la prohibición de que los cancilleres rechazaran la licenciatura cuando por su parte, los maestros decidían que el candidato la merecía”

Por otro lado, la jurisdicción pontificia  proveniente de la montaña de Santa Genoveva, consistía en que la corporación de las artes y la corporación de los teólogos,  tratarán de una manera indirecta la primera  y directa la segunda, los problemas relativos al dogma.  Esta jurisdicción se extendió a otras  corporaciones  como: la de los médicos  y la de los juristas.  Ambas corporaciones posteriormente fundaron  facultades.

En el año 1213 se logro un acuerdo entre el canciller y los maestros. “Este acto fue confirmado en el año 1215 por el legado del Papa, Roberto de Courcon, y representa la primera carta de la Universidad de París. Bautiza asimismo el nombre de la institución: Universitas, palabra  del latín que significa comunidad” (p.24).  Comunidad, cuya composición  se iría renovando indefinidamente. Esté logro que consiguieron los maestros, se iría a complementar cuando: en 1219 el Papa prohibió a los cancilleres excomulgar a los maestros sin autorización de la Santa Sede, y en 1231 otorgara a la Universidad el derecho de suspender las clases  y los discurso en caso de conflicto con la autoridad civil.

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