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Nalasis Critico Los Instrumentos Musicales Antiguos


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  8.251 Palabras (34 Páginas)  •  514 Visitas

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Análisis crítico al artículo: “Los instrumentos musicales del templo - 1"

Címbalos

Análisis crítico al artículo: “Los instrumentos musicales del templo - 1"

Dr. Miguel Ángel Núñez

A modo de aclaración: Conozco al Dr. Carlos Steger desde hace más de dos décadas. Hemos sido vecinos, colegas en la Facultad de Teología de la Universidad Adventista del Plata y también lo he tenido de profesor en una clase del doctorado. No siempre hemos coincidido en opiniones, pero siempre nuestra relación ha sido cordial. Por lo tanto, el análisis que propongo es en términos meramente académicos. Mi análisis no es perfecto, pero al menos, pretendo en él plantear algunas ideas que pueden ayudarnos a tratar mejor el tema. Estoy llano a que el Dr. Steger pueda hacer un comentario si lo estima pertinente, porque no es para pelear sino para aclarar. Son dos perspectivas diferentes respecto al tema. El artículo del Dr. Steger, que circula ampliamente por Internet y fue publicado por la Revista Adventista (mientras él era el director de la misma en junio de 2004), está al final del artículo que escribo, completo, para que el que quiera leerlo sepa que he intentado no sacar nada del contexto. Si alguien piensa lo contrario, sigo abierto a aprender y enmendar.

Agradezco a quienes leyeron, criticaron e hicieron observaciones a este artículo. Me refiero a los Pastores Juan Francisco Altamirano; Hugo Chinchay Sr.; Abraham Acosta Newball; la profesora Adriana Perera, música y compositora; al arquitecto y músico Gabriel Donoso; y a la cantante y compositora Gimena Ferrando. Cualquier observación que enriquezca el texto, mejore su redacción o corrija un error involuntario, es bienvenida.

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Introducción

Uno de los dilemas que surge en la exposición de la palabra de Dios es la posibilidad de hacer extrapolaciones incorrectas de la Biblia. A veces se derivan conclusiones que están fuera de contexto textual o cultural y luego se trasladan conclusiones al presente, introduciendo en ella concepciones extrañas al propósito bíblico. En muchas ocasiones esto se hace por una mala exégesis o por eiségesis, es decir, por no entender el texto original o por agregar al texto bíblico ideas preconcebidas o concepciones personales.

Es imperioso establecer que para estudiar la Biblia de manera adecuada se precisa conocer dos elementos básicos: El contexto cultural, para entender exactamente el por qué se dan determinados consejos e instrucciones; y el contexto textual para comprender qué importancia tiene un determinado pensamiento en la porción literaria de la que hace parte.

Por otro lado. La hermenéutica enseña que al hacer extrapolaciones, es decir, aplicaciones en otro contexto, se tiene que tener mucho cuidado de no forzar el texto bíblico para que la aplicación sea la correcta, habiendo comprendido por qué se escribió un determinado concepto.

Dicho esto creo firmemente que la intención del Dr. Steger es lícita y correcta, sin embargo, creo que es preciso cuidar la forma de exponer lo que se señala, de otro modo se pueden cometer errores o inducir a pensar en términos que escapan al texto bíblico en sí.

Santuario y templo

En la primera frase del artículo se establece una perspectiva que me parece incorrecta. El autor señala: “Dios indicó qué instrumentos debían usarse en el Santuario. ¿Qué podemos aprender de esas instrucciones para aplicar a la música en la iglesia actual?”. La observación es parcialmente correcta, sin duda Dios indicó exactamente las características del santuario, sin embargo, el autor confunde tres momentos y hace una extrapolación, a mi parecer, incorrecta. El “santuario de Moisés”, no es exactamente idéntico al “templo de David”, son dos momentos históricos distintos y con elementos diferentes. Lo más serio es que el santuario no tiene analogía con la “iglesia actual”. Sostener ese concepto es introducir en el análisis una diacronía que puede confundir.

Dios instruyó que se construyera el “santuario” en el desierto y luego el “templo” en tiempos de David. Ambas construcciones no eran lugares de “adoración”, al estilo del nuestro siglo, cumplían una función para su tiempo. El santuario y el templo eran los medios didácticos que Dios eligió para que el pueblo de Israel entendiera el plan de salvación. Tanto el santuario como el templo eran tipos de Jesucristo. Todo lo que se realizaba en él y todos los simbolismos del santuario apuntaban a Jesucristo.

Las “iglesias” o “templos”, incluso el mismo concepto “iglesia” que se maneja en nuestro actual momento histórico no son de origen bíblico, tal como han demostrado numerosos escritores, teólogos, historiadores y arqueólogos. Por ejemplo, no hay ninguna referencia bíblica que inste al pueblo cristiano a “construir templos”, ni a tener una “liturgia de templo”. La tradición de templos e iglesias es algo muy posterior. Se puede rastrear al siglo VI d.C. y bajo la influencia del paganismo.[1] La liturgia que la iglesia cristiana tiene no es de orientación bíblica, sino que también puede rastrearse a orígenes que nada tienen que ver con la Biblia.[2] Por lo tanto, hacer esta extrapolación de que lo que se hacía en el Santuario es modelo para lo que se debe hacer en las iglesias hoy es una afirmación incorrecta. No corresponde el santuario bíblico al modelo de iglesia actual, en ningún sentido.

Es verdad lo que sostiene el Dr. Steger que Dios “dio minuciosas instrucciones en cuanto al plano del edificio y el diseño de cada uno de los muebles y los utensilios”. Eso es correcto, y la razón tenía que ver con el contexto de dónde venían los judíos. Habían estado en Egipto, rodeados de dioses paganos. El pueblo no conocía otra cosa que la religión egipcia. 400 años de esclavitud habían hecho de ellos un pueblo que había perdido el norte. Por lo tanto, la precisión estaba ligada estrictamente al propósito de presentar un modelo que no se pareciera en nada a lo que habían conocido hasta ese momento. Estando en medio de pueblos paganos, era muy posible que introdujeran tanto en el santuario como en el ceremonial algún elemento que fuera propio de otros pueblos. En tiempos de Salomón, por ejemplo, se observan elementos que nada tienen que ver con los planes de Dios,[3] sino con la contaminación, en este caso de David y Salomón, con ideas y prácticas de pueblos aledaños.[4]

También es correcto que fue “el deseo divino de que el Santuario y su ritual tuvieran belleza”. La observación es correcta, la derivación no lo es. La belleza no tenía un fin en sí misma, no fue hecha así para que

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