ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

No sé Por Qué Pero Terminó Siendo Esto.


Enviado por   •  13 de Julio de 2013  •  2.589 Palabras (11 Páginas)  •  192 Visitas

Página 1 de 11

1

A LACK OF COLOR

Hundió la daga en el pecho del demonio. Ya ni siquiera suponía esfuerzo alguno, aunque dejó que resbalara unos milímetros para que diera un poco más de pelea. La verdad es que hubiera acabado con el demonio minutos antes, pero necesitaba una pelea.

No, lo que necesitaba era una buena pelea, de esas donde te insertan cosas afiladas, esas donde recibes cortadas de las que no sabes cómo te las han hecho, esas donde Jace atacaba como un león feroz que…

Él no estaba pensando eso. La distracción le valió que el demonio se le acercara y lo agarrara por el cuello, pasándole un brazo para dejarlo sin aliento. Estaba tan cansado que el intento no tenía un mínimo de fuerza y Sebastian lo empujó casi demasiado fácilmente sobre el pavimento. Debía acabar con él inmediatamente, de todas formas ya estaba aburrido y necesitaba buscar un mejor oponente.

Demonios eidolon, eran los peores. No porque fueran fuertes, qué no daría Sebastian por un buen contrincante de pelea (como Jace); sino porque eran los más débiles. Fácilmente se rendían y buscaban ofrecer algo a cambio de dejarles vivir. Malditos frágiles, Sebastian podía matar a más de una docena por noche y todavía tendría energía para ir a por otra docena más. Pero no podía hacerlo estas últimas noches, debía mantenerse oculto.

Y él lo había estado haciendo, mantenerse oculto esperando el momento adecuado para salir y mostrarse ante su hermana y los demás Cazadores de Sombras, pero ya había pasado un día sin pelear y necesitaba mantenerse en forma ahora que no tenía con quién entrenar.

Ahora que ya nadie vivía con él.

Sebastian se agachó, preparándose para dar el golpe final mientras el demonio chillaba como un humano, era un bicho insignificante que no merecía la pena, diciendo que le serviría desde el primer momento en que lo había visto, no había querido pelear y había preferido rogar y prometer lealtad, lo que había enfurecido más a Sebastian, esa era la clase de debilidad que su padre había aborrecido y por la que todos ellos merecían morir. Idiotas.

Sebastian levantó la daga, y fue empujado contra el callejón.

¿Qué demon…? ¿Quién lo había empujado? Sebastian se dio la vuelta para encarar a su otro contrincante que había llegado por detrás, ya que el demonio eidolón aún estaba sobre el pavimento, demasiado golpeado como para poder moverse. Al girarse Sebastian sacó la daga para atacar de inmediato… y se detuvo.

Eso era una chica. ¿Eso era una chica? ¡Eso era una chica!

Había estado tan perdido en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que la chica los había visto pelear al pasar a un lado del callejón. Era un riesgo por supuesto, comenzar una refriega en un callejón junto a una calle transitada sin una runa de invisibilidad, pero esto era Nueva York, donde si veías a dos personas golpeándose apurabas el paso y tratabas de alejarte lo más rápido del lugar. Además quien los viera pensaría que era una riña de muchachos inmaduros y seguiría su camino; una persona normal lo haría.

Si los demonios eidolon era unos idiotas, los simples mundies eran unas garrapatas que sólo servían para utilizarlos de sirvientes e idolatrar a los Cazadores de Sombras, eran peores que los demonios débiles. Se escondían en su escepticismo porque eran demasiado miedosos de descubrir el mundo de oscuridad con el que convivían. Preferían no hacer caso de las historias de demonios, vampiros y toda clase de subterráneos, lo llamaban fantasía, algo no real. Para Sebastian lo que no era real era su inteligencia, los mundis eran cucarachas insignificantes.

Y una mundi acababa de empujarlo hasta la pared del otro lado del callejón.

Sin creer lo que veía, Sebastian se levantó lentamente, evaluando a la chica.

–Eres un bruto –gritó ella con enojo. Parecía no darse cuenta del peligro ante el que se encontraba mientras se agachaba a un lado del demonio eidolon para comprobar su pulso.

Por supuesto que ella no sabría que estaba junto a un demonio, los eidolon podía tomar la forma que quisieran y éste había decidido aparentar ser un joven de unos 20 años, con cabello rubio y ojos color miel.

–¡Casi lo has matado! No puedo ni sentir su pulso pero gracias a Dios aún respira. Eres un desgraciado, crees que por ser más fuerte puedes abusar de cualquiera pero no te dejaré hacerlo –ella daba su discurso mientras se ponía de pie y adoptaba una postura de combate frente al demonio para protegerlo de Sebastian–. ¿Has perdido el habla? Ya no eres tan valiente cuando te enfrenta alguien más, ¿verdad?

–Yo no soy valiente –le contestó él en un gruñido.

Ella protegía al demonio de Sebastian. ¿Era esto una broma? Sebastian mantuvo su máscara de semblante impasible, la chica no podía ver ninguna emoción en ese rostro grácil. Sin decir una palabra trató de agarrar a la chica para sacarla de allí, luego volvería y terminaría a ese demonio, pero ella fue rápida, más rápida de lo que Sebastian suponía y le dio un golpe en la espinilla.

Sebastian tenía mitad sangre de demonio, lo que lo hacía más resistente además de que era un Cazador de Sombras entrenado por Valentine… y aún así vio estrellas cuando el dolor del golpe del tacón de la chica se estrelló en su espinilla. ¡Por la sangre de mil demonios, eso dolió!

–No creas que podrás conmigo, bruto golpeador, soy tercero dan y sé patear traseros. Ahora aléjate de este pobre muchacho o si no…

Ella nunca terminó de decir todo lo que tenía que decir porque Sebastian, moviéndose con esa velocidad imposible que su sangre y entrenamiento le proporcionaba ya la había abrazado para acorralarla sobre la pared izquierda del callejón.

Ahora, era en este momento cuando él presionaba sus dedos sobre algunos puntos de la clavícula en la muchacha para que ella se desmayara y así Sebastian podría matar al demonio y hacer parecer que la chica había sido asaltada, y luego él se iría en busca de un oponente mejor.

Pero eso no sucedió, en primera porque la chica era más alta de lo que parecía y Sebastian tardó un poco en poner su mano izquierda sobre el cuello de ella mientras se retorcía con la mano derecha de él manteniéndole sujetas las muñecas en su espalda, haciéndolos parecer unos amantes abrazándose en un tórrido romance. Además su cabello suelto le estorbaba, así que Sebastian tuvo que quitar los mechones del lado derecho de su nuca mientras ella empujaba contra él, Sebastian la encerró junto a la pared con su cuerpo presionado sobre el de ella, y mientras encontraba los nervios en la nuca de la chica para hacerla desmayarse, el olor de su perfume lo embargó.

Lo más extraño en la vida podía resumirse a esos

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (15 Kb)
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com