Novela los trabajadores y la inmigracion
Enviado por Iris Vaz • 8 de Abril de 2016 • Trabajo • 2.026 Palabras (9 Páginas) • 188 Visitas
Era un día frio y nublado, José, un hombre de mediana edad, fornido y alto salió como todas las madrugadas rumbo a su trabajo, la mañana estaba tan fría que el aliento de José empañaba sus lentes a cada paso que daba. Roberta, su hija mayor se aseguró de mandarle su almuerzo, su papá volvería hasta la noche y ella debía atender a su mama enferma y a sus otras dos hermanas. José le dio un beso a Roberta en la frente y le dijo:
- Cuida de tus hermanitas, y a tu madre dale sus medicinas.
- Roberta asintió y despidió a su papá.
Al salir José, inmediatamente Roberta, una chica muy bonita de 14 años, demasiado activa e inteligente se puso a limpiar su casa, vistió a sus hermanas y preparó el desayuno, luego se dirigió al cuarto de su madre, Sandra, una señora de apenas 34 años pero que había sido asechada por una enfermedad muy rara que la había dejado en cama desde hacía un año; Roberta, con una voz tibia le dijo:
- Mami, ya he hecho el desayuno, ¿se te antojan unos huevos revueltos?
- Mi bebé, como siempre tan atenta, ¿qué haría sin ti? Avísale a tus hermanas, hoy desayunaremos juntas.
- Claro – dijo Roberta con una sonrisa, algunos días su madre no tenía hambre y no desayunaban todas juntas.
- ¿Tu padre ya se ha ido al trabajo? – preguntó en un tono preocupado.
- Si mami, le he mandado su almuerzo.
- Aaah -dijo Sandra y luego cambió de tema -hija, no sabes cómo me gustaría que nuestra vida fuera diferente, que tú y tus hermanas fueran a la escuela, que tu padre no tuviera que trabajar turnos dobles y que por supuesto, yo no estuviera enferma, sólo soy una carga para tu padre y para ti.
- Mami, hay muchas cosas en nuestra vida que no podemos cambiar y venir a este país era la mejor oportunidad que teníamos. Además tú no eres una carga, eres mi madre y yo cuidaré de ti.
- Sandra sonrió y abrazó a su hija.
Las niñas habían llegado y desayunaron al lado de la cama de su madre.
Después de desayunar, las niñas salieron, ellas tenían suerte de trabajar en la casa de los señores Smith, era una familia agradable pero casi no hablaban con sus empleados y la mayoría de las veces se portaban serios, pero no podía pedírseles mucho, las demás familias ricas eran muy arrogantes. Roberta y sus hermanas pequeñas, Sophie de 9 años y Clarise de 7, formaban parte de la servidumbre y se encargaban de hacer mandados o ayudar con la limpieza de la gigantesca casa, a cambio de su trabajo podían llevar algunos víveres a su casa, producto de la cosecha.
Paralelamente a esto, José se mantenía ocupado en la fábrica de algodón. Hace unas semanas habían traído maquinas que agilizaban el proceso de maquilación. Por esta razón habían despedido al menos al 20% de los empleados, José preocupado por esta situación, había aceptado trabajar tiempo extra sin algún pago adicional, no podía permitir quedarse desempleado, su familia lo necesitaba, su familia necesitaba los ingresos para la comida y medicinas de su esposa.
Su trabajo consistía en apilar unas grandes cantidades de algodón y colocarlas en las máquinas, aunque la mayoría de las veces, también tenía que engrasar y acomodar las piezas de las máquinas para que funcionaran de manera adecuada.
Las ganancias de la fábrica iban en aumento, y los salarios cada vez más disminuyendo, a José esto le parecía una injusticia, pero no podía hacer nada. Hace un par de años, Mario, un amigo de José, cansado de los malos tratos y un sueldo insuficiente decidió hablar con su patrón para pedirle un aumento de sueldo, esto era visto por todos como un acto de valentía, y al mismo tiempo como una estupidez total, todos sabían que lo despedirían, incluso el propio Mario, pero movido por las necesidades familiares decidió arriesgarse; sucedió lo esperado por todos y Mario fue despedido, José enterado de esto quiso ir a visitarlo, pero ya no lo encontró en su casa, Mario se había ido con su familia y nadie sabía a donde.
En realidad hace unos años la vida no era tan mala, José y Sandra trabajaban y a su familia no les faltaba alimento, lo que era cierto es que sus hijas no podían ir a la escuela, como todos los hijos de obreros y más aún si eran inmigrantes. Pero desde el momento en que la población aumentaba y el trabajo era escaso, se observó una competencia laboral mayor y bajas en los sueldos, después Sandra contrajo una enfermedad rara por la insalubridad de su trabajo, ella trabajaba en una mina, donde muchas veces se encontraban con minerales tóxicos, sus movimientos ya no eran controlados y cada día se le dificultaba aún más caminar.
Mientras José arreglaba de nuevo los engranes que se habían atorado mientras la maquina empacaba el algodón, se le acercó su vecina, Carmen quien también trabajaba en la fábrica, aunque ella con más suerte, se encargaba de supervisar el trabajo de los del área, aunque el sueldo era casi el mismo y vivían en la misma colonia. Carmen le dijo a José:
- Me enteré que Sandra está más enferma, lo lamento mucho.
- José inmediatamente cambió de semblante y respondió – el salario ya no me alcanza.
- Lo entiendo, a todos nos sucede esto, y solo imaginarme tu situación, tú solo, con tu esposa enferma.
- Es muy difícil, no sé cuánto tiempo más soportaré esta situación.
- Sandra en voz baja le dijo: - ¿Has escuchado del nuevo sindicato? He pensado si nos unimos y nos revelamos para conseguir un mejor salario y mejores oportunidades.
- No lo sé eso suena muy arriesgado, no quisiera que mi familia se vea afectada por todo esto.
- José, tu familia ya está siendo afectada. La crisis ha llegado a un punto crítico, no podemos soportar esto más tiempo.
De pronto, el jefe de área apareció, Carmen y José se callaron y continuaron trabajando.
José se quedó pensando un largo rato. Después continuó trabajando.
Al llegar a su casa, José vio que Sandra estaba despierta, al parecer algo no la dejaba dormir, a menudo sufría de una molesta migraña y cada vez era más frecuente.
José se sentó sobre la cama y pasó la mano sobre la frente de su esposa – todo estará bien- le dijo, aunque por dentro no estaba seguro de eso.
Sandra volteó a verlo y le dijo con una voz baja y tambaleante.
- Todo está empeorando, José.
- No es así, es una temporada, pronto estaremos bien, ya verás. - Le dijo optimista.
- Sólo lo dices para que no me preocupe.
- Es que no debes preocuparte. Tu solo debes preocuparte por tomar tus medicinas, yo me encargaré de lo demás.
- Ya casi no tengo medicinas, y esta migraña es cada vez peor- le dijo arrugando los ojos.
- Conseguiré las medicinas - dijo José viéndole a los ojos.
Sandra se durmió en sus brazos. José se dirigió a la cama de sus niñas, ya estaban durmiendo, sus rostros eran tan lindos, José recordó en lo que Carmen le había dicho, y se imaginó una vida en que sus hijas pudieran ir a la escuela, que no trabajaran, que su esposa pudiera recibir la mejor atención médica y que él no tuviera que trabajar jornadas de trabajo tan extensas.
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