Nuevo Paradigma Ecologico
Enviado por AGS09 • 17 de Marzo de 2014 • 2.239 Palabras (9 Páginas) • 270 Visitas
El Nuevo Paradigma Ecológico
por Fritjof Capra
Cada vez se hace más evidente que los mayores problemas de nuestro tiempo no pueden comprenderse aisladamente. La amenaza de guerra nuclear, la devastación progresiva de nuestro entorno natural y la persistencia de la pobreza junto al progreso -incluso en los países más ricos- no son problemas aislados. Son diferentes aspectos de una misma crisis, que es esencialmente una crisis de percepción.
La crisis deriva del hecho de que la mayoría de nosotros, y en especial nuestras instituciones, seguimos los conceptos y valores de una visión del mundo ya caduca, una visión que es inadecuada para afrontar los problemas de un mundo como el nuestro, superpoblado, interdependiente. Pero, al mismo tiempo, distintos movimientos sociales y numerosas redes alternativas están desarrollando una nueva visión de la realidad que habrá que constituir la base de la tecnología, la economía y la sociedad futuras.
Crisis y Transformación
Nuestro tema, por consiguiente, es el cambio fundamental que actualmente se está produciendo en el modo de ver del mundo por parte de la ciencia y de la sociedad, un cambio de paradigma que implica una profunda transformación cultural. El paradigma vigente ha dominado nuestra cultura durante varios siglos, ha ido formando la sociedad occidental moderna y ha influido significativamente en el resto del mundo. Este paradigma consiste, entre otras cosas, en la visión del universo como si fuese un sistema mecánico compuesto de bloques elementales; la visión del cuerpo humano como si fuese una máquina; la visión de la vida social como si tuviese que ser forzosamente una lucha competitiva por la existencia; la creencia en el progreso material ilimitado, que debe alcanzarse mediante el crecimiento económico y tecnológico; y la creencia de que el sometimiento de la mujer al hombre es consecuencia de una ley básica de la naturaleza. En los últimos decenios, todas estas suposiciones se han visto severamente puestas en tela de juicio y necesitadas de una revisión radical.
La visión mecanicista del mundo
La visión mecanicista del mundo la desarrollaron en el siglo XVII Galileo, Descartes, Bacon y Newton, entre otros. Descartes basaba su visión de la naturaleza en la división fundamental en dos reinos separados e independientes: el espíritu y la materia. El universo material, incluyendo el organismo humano, era una máquina que, en principio, podía entenderse completamente con sólo analizar separadamente sus partes más pequeñas. La metáfora central de Descartes era el reloj, que por aquel entonces había alcanzado un alto grado de perfección y se consideraba la máquina definitiva. Por eso escribía Descartes sobre el cuerpo humano: "Considero el cuerpo humano como una máquina. Mi mente compara un hombre enfermo y un reloj mal construido con mi idea del hombre sano y el reloj bien construido."
El entusiasmo de Descartes y sus contemporáneos por la metáfora del cuerpo con el reloj tiene un paralelo interesante en el entusiasmo que tantas personas hoy experimentan ante la metáfora del cerebro humano como ordenador. Lo mismo que la metáfora cartesiana del cuerpo como reloj, la metáfora del cerebro como ordenador se encuentra ya desfasada. Nuestro cuerpo ejecuta a menudo funciones semejantes a las de una máquina; pero no es una máquina, es un organismo vivo. Puede parecer que nuestro cerebro actúa como un ordenador, pero no es un ordenador; también el cerebro es un organismo vivo. Y desde que la informática emplea expresiones como "inteligencia", "memoria" o "lenguaje" para describir los ordenadores, tendemos a pensar que todo eso se refiere a fenómenos humanos. Este malentendido ha hecho que la informática perpetúe e incluso refuerce la imagen cartesiana del ser humano como máquina.
Como humanos, afrontamos problemas que ni siquiera las máquinas más sofisticadas serán jamás capaces de captar, y nuestro modo de pensar y de comunicarnos es absolutamente distinto del de un ordenador. Por consiguiente, debemos trazar una distinción clara entre la inteligencia humana y la inteligencia de una máquina. La inteligencia humana, los juicios humanos, la memoria humana y las decisiones humanas nunca son completamente racionales, sino que están siempre teñidas por las emociones. Nunca podemos separar la racionalidad humana de la emoción, ni tampoco de la intuición. Por otra parte, nuestro pensamiento se ve siempre acompañado de sensaciones y procesos corporales. Incluso, si a menudo tendemos a suprimirlos, siempre pensamos también con nuestro cuerpo. Pero los ordenadores no tienen tal cuerpo, y los problemas verdaderamente humanos resultaran siempre ajenos a su inteligencia. Estas consideraciones implican que ciertas tareas nunca deberían dejarse a los ordenadores: todos los trabajos que requieren cualidades genuinamente humanas como la sabiduría, la compasión, el respeto, la comprensión o el juicio. Las decisiones que requieren tales cualidades humanas -como las que efectúan un juez o un general- deshumanizarían nuestras vidas si quedasen en manos de los ordenadores. En particular, el empleo de ordenadores en el campo de la tecnología militar debería reducirse radicalmente.
Dominio y control
La visión mecanicista y fragmentada es una característica básica de la caduca visión del mundo. Otra es la obsesión por dominar y controlar. En nuestra sociedad, el poder político y económico se ejerce mediante una élite jerárquicamente estructurada. Nuestra ciencia y nuestra tecnología se basan en la creencia de que la comprensión de la naturaleza implica el dominio de la naturaleza por parte del hombre. Empleo la palabra "hombre" a propósito, porque me refiero al importantísima conexión entre la visión mecanicista que la ciencia tiene del mundo y el sistema de valores patriarcal, la tendencia masculina de querer controlarlo todo.
En la historia de la ciencia y la filosofía occidentales, esta conexión aparece en el siglo XVII. Antes de la revolución científica de Galileo, Descartes, Bacon, Newton, la ciencia tenía como objeto la sabiduría, la comprensión del orden natural y el vivir en harmonía con ese orden.
A partir del siglo XVII, el objeto de la ciencia ha sido el conocimiento que pueda emplearse para controlar, manipular, explotar la naturaleza. En la actualidad, tanto la ciencia como la tecnología se utilizan principalmente para fines que resultan peligrosos, perjudiciales y profundamente antiecológicos.
El callejón sin salida de la economía
Para dar otro ejemplo de las limitaciones del pensamiento cartesiano me gustaría hablar ahora de la economía. La mayoría de economistas caen en el error de ignorar que la
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