Numerosos poetas
Enviado por Methyst • 5 de Noviembre de 2012 • Informe • 529 Palabras (3 Páginas) • 262 Visitas
Desde tiempos inmemoriales han sido la principal inspiración de numerosos poetas, escritores, pintores, músicos y, en definitiva, artistas para que crearan las más hermosas obras que podamos imaginar. Yo no soy ningún artista —al menos no por ahora— mas no puedo evitar sentir el imperioso deseo de dedicar a ellas las más bonitas palabras que de mis entrañas puedan brotar. Y es que, ¿cómo no hacerlo, cuando se es consciente de lo infausta que sería la vida si no nos acompañasen?
Desde nuestros primeros segundos de vida, cuando apenas somos una mera célula en los adentros de una desconocida a la que eventualmente—y no sin razón— terminaremos amando, estamos en contacto con ellas. Por una mujer vinimos y no sería extraño que por una misma nos fuéramos; para nadie es secreto el desmesurado poder que ejercen sobre nosotros. ¿Habrá alguien que no se haya visto subyugado a una carita preciosa, o a unos ojitos de ésos que claman ser contemplados hasta el fin de los tiempos? A veces me resulta muy difícil creer que los hay que se resisten a la ingente tentación que provoca un cuerpo femenino.
¿Hay algo en la naturaleza más perfecto e ideal que un cuerpo femenino presentado tal y como arribó a este mundo? No podría encontrar, por más que me empecinara en hacerlo (¡y qué feliz sería si en este momento me encomendaran la tarea de buscarlo!), un sólo error que se trajera abajo toda mi teoría sobre las féminas y sus maravillosos cuerpos. ¿Existirá un remedio más efectivo contra cualquier mal que el simple contacto con ese cutis terso y delicado del que ellas, y sólo ellas, fueron provistas?
Dudo que en este mundo — ¿y por qué no ir más allá y decir «universo»?— se pueda encontrar algo que pueda competir contra ellas y contra la innumerable cantidad de maravillas que nos ofrecen.
¡Y cómo rebosan! ¡Qué alborozado se siente un hombre al caminar por la calle y no ver más que exquisitas damas que irradian belleza y encanto, y que enamoran efímeramente al muchacho incauto que con ellas se cruza! Hacen retozar a nuestros endebles y sometidos corazones; nos proveen de sueños y de felicidad; tienen la capacidad de hacernos subir a la cumbre más alta, de hundirnos en el fango de la más absoluta miseria; y a veces, una palabra suya basta para desencadenar una auténtica hecatombe aun en las cabezas más estables.
Sinceramente, creo que si se originara una religión que gire en torno a ellas, no dudaría un segundo en afiliarme. ¿Cómo es posible que habiendo tal cantidad de religiones, no se haya creado una cuyo objetivo sea enaltecerlas, loarlas y envanecerlas como se merecen? Al contrario, casi todas las que por el momento prevalecen se han afanado en menoscabarlas, y han coincidido en someterlas al poder de los hombres, esas bestias insensatas que durante siglos las afrentaron, obviando por completo lo esenciales que resultan y lo faustos que sus
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