OBRA " EL VUELO DE LOS CONDORES"
Enviado por • 23 de Abril de 2015 • 3.167 Palabras (13 Páginas) • 14.143 Visitas
“EL VUELO DE LOS CONDORES”
BIOGRAFÍA
Abraham Baldelomar Pinto
Nació en Ica el 27 de abril de 1888. Sus padres fueron: don Anfiloquio Valdelomar Fajardo y doña María Carolina de la Asunción Pinto Bardales. Por razones familiares se fue a radicar a Pisco, viviendo en San Andrés de los Pescadores, allí pasó su niñez. Estudió la primaria en un colegio fiscal de Pisco y en la Escuela Municipal Nº 3 de Chincha. Fue el sexto de los hermanos. En 1900, viajó a Lima y se matriculó en el histórico Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe para seguir sus estudios de secundaria y en ese centro de estudios empezó a desarrollar el periodismo escolar dirigiendo con Manuel Bedoya la revista “La Idea Guadalupana”. En 1904, terminó la secundaria y en 1905 ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y al año siguiente abandonó los estudios universitarios por razones económicos y se puso a como dibujante de revistas. En 1906, ingresó a la Escuela de Ingenieros (Universidad Nacional de Ingeniería) y 1910 se retiró de ese centro universitario. En 1913 apoyó su candidatura a la presidencia de la República a Guillermo Billinghurst y cuando éste ganó las Elecciones Presidenciales, Valdelomar fue designado Director del diario oficial “El Peruano”. El 12 de mayo de 1913 fue enviado a Italia y como Secretario de Segunda Clase de la Legación del Perú en Italia. En 1914, fue derrocado el presidente Billinghurst por el coronel Oscar R. Benavides y renunció a su cargo diplomático. Valdelomar regresó al Perú para dedicarse completamente a la creación literaria y se alejó de la política. En 1915, trabajó como secretario del Primer del Consejo de Ministros del gobierno de José Pardo. Posteriormente trabajó en el diario “La Prensa” con el seudónimo “”El Conde de Lemos” y 1916 apareció la revista “Colónida”. Esta revista fue fundada por Abraham Valdelomar y por un grupo de jóvenes escritores de aquella época: José Carlos Mariátegui, Enrique A. Carrillo (Cabotín), Federico Y Ernesto More, César Atahualpa Rodríguez y entre otros. La revista “Colónida”, que solo publicó cuatro números, dio nacimiento a un movimiento de renovación literaria que iba en contra de todo academismo y todo rezago colonialista. En 1918, realizó una gran gira cultural por el norte: Huaura, Trujillo, La Libertad, Chiclayo, Cajamarca, Guadalupe, Zaña, Chepén, Motupe, Pimentel, Piura, Sullana y otros lugares. En 1919, hizo una gira por el sur: Ica, Moquegua, Arequipa, Pisco, Chincha, Cusco, Juliaca, Puno, Ilo.El 1 de noviembre de 1919, falleció en Ayacucho.
BIBLIOGRAFIA
Lírico:
-“Tristitia”
-“El hermano ausente en la cena pascual”
-“Ofertorio”
-“La danza de las horas”
-“Confiteor”
Narrativa
a.-Cuentos:
-“El Caballero Carmelo”
-“El vuelo de los cóndores”
-“Hebaristo el sauce que se murió de amor”
-“El Hipocampo de oro”
-“Los ojos de Judas”
-“El alma de la quena”
-“El beso de Evans”
-“Los Hijos del Sol”
-“Cuentos Chinos”
-“Cuentos Yanquis”
b.- Novelas:
-“La cuidad de los Tísicos”
-“La ciudad muerta”
-Yerba Santa
c.- Teatro:
-“La Verdolaga” (drama pastoril)
-“La Mariscala”
d.-Ensayos:
-“Belmonte trágico”
-“Los amores de Pizarro”
-“La psicología del gallinazo”
TÍTULO DE LA OBRA: “El vuelo de los cóndores”
CONTEXTO HISTORICO CULTURAL
La historia se desenvuelve en el puerto de Pisco, en la costa desértica peruana, a fines del siglo XIX. El autor narra una experiencia inolvidable que tuvo siendo niño: su encuentro con el mundo del circo (una de las pocas distracciones de los niños en ese entonces), y su amor platónico por una hermosa niña que actuaba de trapecista en dicho circo. Aunque hay que señalar que su relato no es estrictamente autobiográfico, sino que está recreado e idealizado, usando las licencias permitidas a los creadores literarios. El mismo escritor lo explica en la ya citada carta que dirige a su madre: “Naturalmente, hay mucho de fantasía, pero mucho de verdad, sobre todo en la descripción de ciertas cosas”.
Veamos el argumento. El niño Abraham, entonces de 9 años de edad, se entusiasmó sobremanera con la llegada del circo a su pueblo. A la salida de la escuela se fue al muelle a contemplar el desembarco de los artistas. Entre ellos vio a una niña rubia que le llamó mucho la atención. Tanta fue su impresión que el circo devino para él en una idea fija. Entre sueños, vio a todos los artistas desfilando delante de él, entre ellos a la niña rubia, que la miraba sonriente. De vuelta a la vida real, recibió una sorpresiva y grata noticia: su padre había comprado entradas para que toda la familia fuera al circo a gozar con el espectáculo. Leyendo el programa, Abraham se enteró que uno de los números más emocionantes y peligrosos, denominado “el Vuelo de los Cóndores” sería realizado por una niña trapecista, apodada Miss Orquídea, que no podía ser otra que la misma criatura bella que viera en el muelle. Muy emocionado Abraham asistió al espectáculo. Ante sus ojos desfilaron el barrista que daba el salto mortal, el caballo que respondía los problemas de aritmética con movimientos de cabeza, el oso bailarín, el mono que hacía formidables piruetas y los graciosos payasos. Sin embargo, el número central era "El Vuelo de los Cóndores" cuya magnificencia se plasmaba en el ritmo gimnástico del movimiento y el suspenso generado en los asistentes. Se trataba de que Miss Orquídea cambiase de trapecio desde una altura muy elevada. La osadía de la prueba fue tan impactante que de lejos fue el acto más aplaudido. El clamor del público hizo que el dueño del circo ordenara la repetición del acto, pese a su peligrosidad. Pero esta vez la niña se soltó antes de tiempo y cayó, salvándole de una muerte segura la red protectora, aunque resultó muy herida. Abraham quedó muy apesadumbrado por este terrible accidente. El circo continuó sus funciones aunque ya no dieron más la acrobacia. Luego, en una de sus paseos habituales cerca al muelle, Abraham vio a Miss Orquídea postrada en un sillón, en la terraza de una casa situada frente a la playa. La vio muy pálida y delgada. Ocho días seguidos fue a contemplarla desde cierta distancia. La niña solo le sonreía. Al noveno día, Abraham ya no la
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