Obra Chaos
Enviado por natfab • 24 de Septiembre de 2014 • 6.869 Palabras (28 Páginas) • 203 Visitas
Querida Triste y Solitaria,
Voy a saltearme la R1 y hacerte una P2 en su lugar: ¿Por qué quieres estar con un chico que es demasiado tonto para reconocer lo que tiene? Tal vez no quieras oírlo, pero, ¿mi Concejo? Déjalo. Hay algunos chicos —incluso chicos de la secundaria, si te esfuerzas en buscar— que son lo suficientemente maduros para darse cuenta de que hay más en la vida que videojuegos. Únete al club de drama o al coro y tal vez encuentres un chico interesado en las artes. ¿Del tipo intelectual? Únete al equipo de debate o a la escuadra académica. Hay un montón de opciones ahí fuera esperando por ti. No te vendas por poco o te conformes con menos de lo que mereces.
Siempre tuya,
Ella.
Apreté mi ratón en el ícono de enviar con un suspiro de satisfacción. Las P&R de hoy para mi columna anónima, ―Eso Es Lo Que Ella Dijo,‖
1 Pregunta.
2 Respuesta.
9
estaba oficialmente en la bolsa y camino hacia mis leales lectores. No está mal para la segunda mitad de unos cuarenta y dos minutos de sala de estudio en un jueves.
Me desconecté del ordenador y toméí mi bandolera justo cuando el timbre sonaba. Próxima parada, laboratorio de química. No es exactamente mi asignatura favorita, pero al menos mi BFF3, Libby, estaba en esa clase conmigo.
—Señorita Reynard —llamó una voz severa.
El temor se acumuló en mi estómago mientras pegaba una sonrisa falsa y giraba para enfrentar a Hortense Verbiglio, arpía del departamento de ciencias informáticas. La señorita Verbiglio era incluso menos atractiva —por dentro y por fuera— de lo que su nombre sugería, y que me detuviera no podía significar nada bueno.
—Sí, Hort… esto… señorita Verbiglio. —Casi toda la escuela se refería a ella en privado como ―Hortense‖, así que a veces era difícil hacer el cambio, pero si notó mi error, no lo demostró.
—¿Qué hizo exactamente hoy? Vi un montón de tecleo, tecleo —movió sus dedos regordetes como si estuviera escribiendo en un teclado—. Pero no la vi imprimir su trabajo. ¿Le importaría decirme qué estuvo haciendo todo el período? Esto es sala de estudio no tiempo de holgazanería.
—Oh, lo sé. Es sólo que tenía un gran reporte que hacer y no quería usar todo su papel —porque yo era realmente así de adorable y todo.
Cruzó sus fornidos brazos sobre el pecho y me miró por más tiempo de lo que era cómodo. Finalmente, inclinó la cabeza en un corto asentimiento.
—Vaya, entonces. Sin embargo, la próxima vez, estaré esperando ver su trabajo.
La tensión en mis hombros se liberó, y le disparé dos alegres pulgares arriba, luego corrí hacia la puerta antes de que cambiara de idea y me mantuviera allí para más interrogatorio. La administración de la escuela nos permitía lo que se sentía como treinta y siete segundos para ir de una clase a otra, y ella acababa de gastar doce de los míos. Si llegaba tarde a química, era honestamente por Hortense.
—¡Oye! Espera.
La voz musical de Libby me hizo patinar hasta detenerme en el medio del pasillo lleno de gente, lo que me ganó algunas miradas sucias y la mochila repleta de alguien golpeando mi hombro. Ouch.
3 Best Friends Forever (BFF): Mejores amigas por siempre.
10
—Oh, bien —dijo Libby sin aliento, sus ojos color avellana brillando de alivio—. Llegas tarde también. Ahora no tengo que entrar sola. Estaba terminando este examen en psicología. Fue brutal.
Se puso a caminar a mi lado, aunque sus pasos de corredora eran muy largos, así que tuve que apurarme para no quedar atrás. Otra razón para despreciar ser de un metro sesenta. Con un metro setenta y dos, a Libby le gustaba quejarse de que su altura alejaba a los chicos, pero ya que cinco personas diferentes le habían pedido ir al Snowflake Swirl y todavía era técnicamente otoño, tenía que llamar mierda a esa teoría. Eso, o el tema de la altura, era de algún modo compensado por el hecho de que sus piernas se prologaron por años y su sostén podía cómodamente sostener un pomelo en cada copa. No es que me importara. Siendo ―bendecida‖ con un sólido par de naranjas, tenía la opinión de que los senos sólo se metían en el camino. Correr en gimnasia era vergonzoso como el demonio, y olvídate sobre dormir sobre mi estómago. Si fueran un poco más grandes, serían dignos de la atención masculina y esa era la última cosa que necesitaba.
Estaba cansada de los chicos.
No en esa manera falsa digo-eso-pero-en-el-fondo-realmente-quiero-un-novio, sino como en la manera preferiría-comer-queso-agusanado. Nada de relaciones. No para mí. No ahora y tal vez no nunca. Quién soy… qué soy, ¿y de qué soy capaz? Todos están mejor de esta manera.
—Tengo que parar en mi casillero realmente rápido. —Giré hacia la derecha y corté a través de la multitud de niños que se dirigían directamente a mí, como ñus4 a un pozo de agua. Libby me siguió y luego se quedó a mi lado mientras jugueteaba con la cerradura.
—¿Qué es eso? —Señaló un pedazo blanco de papel que salía un centímetro de una de las ranuras en la puerta de metal verde olivo.
Abrí el candado y rápidamente lo agarré con el pulgar. —No lo sé. —Tal vez Bink me había dejado otra nota. Bink era mi vecino, compañero, y —la mayoría de los días— mi viaje a casa. La última vez que encontré una nota en mi casillero, su móvil había muerto y necesitaba irse temprano. Realmente esperaba que esta no fuera una repetición.
Mentalmente recorrí la lista de personas a las que podría molestar por un viaje y no obtuve respuesta. Libby siempre tenía que quedarse después por alguna actividad u otra, y yo sólo tenía otras dos personas a las que podía llamar ―amigos‖ y ninguno de ellos vivía cerca de mí. Arrugué la nariz en anticipación al olor a sucias-zapatillas-de-deporte-mezclado-con-boloña-vieja del autobús lleno de chicos que tuvieron gimnasia como
4 Mamífero africano de aspecto desgarbado que recuerda a un extraño cruce entre vaquilla y antílope, con crines largas y desgreñadas y cola empenachada de caballo.
11
último período y optaron por no cambiarse de ropa. Con un suspiro, abrí la puerta y un rectángulo blanco flotó al suelo.
Libby se inclinó para recogerlo y lo leyó en voz alta.
—Querida Triste y Solitaria… —Se interrumpió y quedó en silencio por unos segundos hasta que su tez color melocotón se volvió rosa fuerte, y luego jadeó—. Oh Dios mío. Santa… Oh, Mags, realmente no va a gustarte esto.
Le arrebaté el papel, tratando de alejar el creciente hoyo en mi estómago.
Querida Triste y Solitaria,
Ya que casi puedo asegurar que Ella está por darte un Concejo
...