Obra De Arguedas
Enviado por tereshkova • 10 de Agosto de 2012 • 2.870 Palabras (12 Páginas) • 537 Visitas
El zorro de arriba y el zorro de abajo es la sexta y última novela del escritor peruano José María Arguedas publicada póstumamente en 1971. Es una novela trunca, es decir, no culminada, y que se halla intercalada por unos diarios personales e intimistas donde el autor refiere los tormentos que le agobiaban mientras iba escribiendo la novela, para finalmente anunciar su inminente suicidio. Complementan la obra dos cartas y un epílogo. La novela pinta las consecuencias del acelerado proceso de modernización del puerto de Chimbote, motivado por el boom pesquero; hacía allí llegan miles de inmigrantes andinos atraídos por la oportunidad de ganarse la vida en una pujante urbe industrial, y al mismo tiempo asimilarse a la llamada «modernidad», todo lo cual, según la óptica del escritor, trae consecuencias nefastas: la pérdida de la identidad cultural del hombre andino y su degeneración moral al sucumbir ante los vicios de la ciudad, en bares y burdeles.
Época
La época en que está ambientado el relato es la década de 1960, es decir sincroniza con el tiempo en que fue escrito. Hay una alusión concreta a un año, 1967. El autor solo pudo escribir cuatro capítulos completos que conforman la primera parte, así como lo que llamó los «hervores» de la segunda parte, además de los diarios que intercaló a lo largo de la obra, labor que hizo entre mayo de 1968 y agosto de 1969, para poco después suicidarse disparándose un tiro en la cabeza.] Resumen por capítulos
[editar] PRIMERA PARTE
PRIMER DIARIO
Fechado en Santiago de Chile, 10 de mayo de 1968, en el primer diario el autor narra una secuencia de su vida que desemboca en su primer intento de suicidio de 1966. Cuenta que contrajo en la infancia una «dolencia psíquica» que hizo crisis en mayo de 1944 (tenía entonces 33 años) y que lo dejó casi cinco años neutralizado para escribir; de esa crisis salió, en parte, gracias a su encuentro con una prostituta, una zamba gorda que le devolvió el amor de vivir. Pero intelectualmente, no se recuperó del todo y a lo largo de esos años solo leyó unos cuantos libros. En abril de 1966 intentó suicidarse, porque se sentía un «enfermo inepto», un simple espectador de los acontecimientos revolucionarios que sacudían al mundo y no soportaba el no poder ser un participante. Pero inmediatamente dice que si volviera a escribir recobraría la sanidad, y que para facilitar ello se enfocaría primero en un tema que en ese momento le obsesionaba, sobre el cómo no pudo matarse, que luego enlazaría con los motivos elegidos para una novela a la que bautiza con el nombre de El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo. En otros diarios (fechados el 11, 13, 15, 16 y 17 de mayo) rememora algunos episodios entre agradables y tormentosos de su infancia y adolescencia, así como hace alusiones a la reciente polémica que tuvo con el escritor argentino Julio Cortázar y a su gran amistad con el escritor mexicano Juan Rulfo.
CAPÍTULO I
Comienza narrando las acciones de Chaucato, patrón de la bolichera «Sansón I», y sus trabajadores pesqueros, entre los que se hallan los apodados «el Mudo» y «el Violinista». El diálogo entre estos personajes es excesivamente vulgar, con jergas e insultos denigrantes, según el uso de los pescadores del puerto de Chimbote. Resaltan los dicterios que recibe el Mudo por su condición de homosexual. Chaucato y sus pescadores acarrean del mar toneladas de anchovetas que luego lo venden a las fábricas para su conversión en harina y aceite de pescado. El dinero que ganan por este trabajo, muy sustancioso, lo dilapidan después en los bares y prostíbulos del puerto. El burdel emblemático de Chimbote se divide en tres secciones: el salón rosado, el salón blanco y el corral, siendo el primero de mayor jerarquía, donde atienden prostitutas extranjeras (como «la Argentina»), y el último el de nivel más bajo, donde se ofrecen mujeres pobres, mayormente de origen andino y selvático. En ese ambiente ocurren grescas entre los visitantes, peleas con las mujeres, encerronas, borracheras, sadomasoquismo, etc. Por ejemplo, el pleito del Mudo con el gringo Maxwell, a quien amenaza degollar con un cuchillo, y la incursión de un cabo de la guardia civil, a quien algunos revoltosos sobornan para evitar ser apresados. Un pescador serrano, Asto, ostentosamente celebra su mejora salarial visitando asiduamente a «la Argentina», la prostituta más cotizada del salón rosado, por ser extranjera, blanca y rubia. En otra escena, tres prostitutas del Corral (entre ellas la Orfa y Paula Melchora) retornan caminando a su barriada, lamentando su situación. El capítulo finaliza mencionándose a Chaucato, quien duerme plácidamente en un cuarto del burdel, mientras que dos prostitutas, la «Flaca» y la «China», se reparten el pago, aunque la última reclama haber hecho sola el «trabajo».
CAPÍTULO II
Este capítulo presenta a un extravagante personaje, el loco Moncada, un zambo que predica en calles y plazas del puerto, utilizando disfraces según la ocasión. Un ejemplo de esas alocuciones o monólogos es el siguiente:
Miren como toreo las perversidades, las pestilencias. Yo soy lunar negro que adorna la cara, el lunar cuando está en la mejilla de la mujer buenamoza o en la frente del hombre es adorno. ¿Quién dice que no?, yo soy lunar de Dios en la tierra, ante la humanidad. Ustedes saben que la policía me ha querido llevar preso, otras veces decían que era gato con uñas largazas, de ladrón. Yo, no niego que soy gato, pero robo la amistad, el corazón Dios, así araño yo... y no es la moneda la que me hace disvariar sino mi estrella...
El loco Moncada, con una pesada cruz al hombro, recorre la ciudad, pasando por el mercado. Al llegar a la vía del ferrocarril encuentra un gallo triturado por un vagón, que recoge y mastica. La gente lo ve dirigirse hacia las barriadas situadas más lejos, en los arenales. Sucedía entonces que las autoridades habían convencido a los pobladores pobres a que enterraran a sus muertos en un nuevo cementerio habilitado en una pampa hondonada situado al otro lado de la barriada de San Pedro. El antiguo cementerio, situado en un médano colindante con la carretera principal, había sido cercado con un muro y en su fachada colocada un gran arco; sería destinado en adelante para la gente pudiente. Los pobladores de las barriadas, instados por sus líderes, organizaron entonces una «procesión de cruces»: arrancaron las cruces de las tumbas de sus muertos (situadas en la parte alta del viejo cementerio) y las trasladaron al nuevo cementerio, haciendo una larga marcha. Nadie comprendía el motivo del loco Moncada para sumarse a esa procesión; la cruz que abandona en la hondonada es recogida por el sacristán-guardián del cementerio, que decide colocarla en lo alto del médano del cementerio. En otra escena, Tinoco llega
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