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Obra de teatro Antigona


Enviado por   •  20 de Junio de 2016  •  Trabajo  •  2.925 Palabras (12 Páginas)  •  558 Visitas

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Narrador: La  acción ocurre en Tebas, al  día siguiente de una batalla.  Los argivos  han querido  invadir  la ciudad, comandados  por Polinices,  príncipe tebano  hijo de  Edipo, que ha marchado contra su  tierra natal.  Su hermano, Etéocles,  lo  enfrentó defendiendo a  Tebas, y ambos han muerto.

Coro: Rayo del  sol naciente,  la  más hermosa  luz que haya brillado sobre Tebas,  la de las siete puertas!  El  ejército que en contra de nosotros  levantó Polinices  huyó dejando  en  el campo sus escudos de bronce.  Sólo quedaron los dos desgraciados nacidos de  un mismo padre, que alcanzaron los dos una sola muerte.  Pero  la victoria habita  hoy nuestra ciudad, y  aquí llega Creonte.

 (Entra Creonte)

Creonte: Pueblo de Tebas, que obedeciste  al  infeliz  Edipo y a sus desgraciados hijos.  Como rey de Tebas, por ser el pariente  más cercano de los muertos, esto dispongo: a  Etéocles que  murió defendiendo  la ciudad, ordeno se le entierre  con todas las honras, para que camine en  la  luz de los dioses.  A l otro, a Polinices, me refiero, ordeno se  lo deje insepulto, para que  lo devoren las aves y los perros, y su alma nunca encuentre  la paz.

Narrador: El coro la voz del pueblo, estaba en total acuerdo con este mandato del Rey, pues es quien tiene la autoridad respecto de los amigos y enemigos de esta ciudad, pensaba que en su derecho estaba de aplicar absolutamente la ley en lo que toca a los muertos y a todos cuantos vivían.

Coro: Eres el rey, y es tu privilegio hacer prevalecer tu voluntad

Creonte: Hay  ya guardias que cuidan que mis  órdenes se  cumplan.

 (Entran Antígona e Ismena, las hermanas de los  príncipes.)

Antígona: Oye Ismena,  mi hermana querida.  No hay infortunio que los dioses nos hayan ahorrado desde nuestra  desgraciada llegada  al mundo. Y ahora,  que daño prepara nuestro  tío,  el  rey Creonte a los seres que tanto amamos?

Ismena: A mí, Antígona, ninguna noticia referente a nuestros amigos, ni agradable ni dolorosa. Desde que el ejército argivo se ha marchado esta noche  y desde que las dos nos  vimos privadas de nuestros hermanos, que en una sola noche murieron uno en manos del otro, nada  sé que me pueda hacer  más  feliz  ni desgraciada.

 Antígona: Creonte ha ordenado que a nuestro hermano  Etéocles, que  murió defendiendo a Tebas, sea honrado entre los muertos, pero  al  infortunado Polínices no se  lo puede dar sepultura  ni llorar. Cualquiera que desobedezca,  lo  pagará  con su  vida.  Ahora vas a demostrar si has nacido de sangre generosa o si no eres nada  más que una cobarde

Ismena: ¿Pero  qué podemos hacer nosotras?

Narrador: Creonte, Rey de Tebas había dispuesto que de los dos hermanos, se le haga a uno las honras fúnebres y se deje al otro insepulto. A Etéocles según dicen, en cumplimiento de ley divina y humana, sepulto en tierra para que obtenga todos los honores, allá abajo entre los muertos. Y respecto del cadáver de Polínices, que miserablemente ha muerto, se dice que Creonte ha publicado un bando para que ningún ciudadano lo entierre ni lo llore, si no que insepulto y sin los honores del llanto, lo dejen para sabrosa presa de las aves que se a balancean a devorarlo. Y quien se atreva a hacer algo de lo que prohíbe, se expone a morir lapidado por el pueblo.

Antígona: ¿Me  ayudarás a levantar el  cadáver?

Ismena: Pero,  Antígona.  ¿Qué podemos hacer  si  lo ha  prohibido  el rey?

Antígona: No tiene  ningún derecho a privarme de mis deberes.

Ismena: Piensa hermana que nos hemos quedado solas las dos,  débiles mujeres.  No podemos luchar contra los hombres.  Yo  obedeceré  contra mi voluntad, porque no tiene sentido desobedecer a los poderosos.

Antígona: Haz  lo que quieras.  Yo  con mis manos,  cavaré una tumba para  mi desgraciado hermano.

Ismena: Tienes un  corazón de fuego para hacer cosas que hielan de espanto.

Antígona: Lo  haré porque debo.  No se puede obedecer a los hombres  si  lo que te piden  no es grato a los dioses.

Ismena: Pues al menos no digas a nadie tu proyecto, guárdalo en secreto, que yo hare lo mismo. De ningún modo tiene sentido perseguir lo imposible.

Antígona: si eso dices serás odiada por mi y odiosa serás para el muerto con justicia. Pero deja que yo, con mi temeridad, sufra estos horrores; ningún sufrimiento será tan grande que me haga retroceder ante una muerte gloriosa.

 (Pausa musical)  Tercer acto: entra el mensajero, a hablar con Creonte, entran los dos guardias se encuentran uno en cada costado.

Mensajero: Rey, no digo que vengo  sin aliento por haber venido  corriendo, sino por  el miedo, porque los pies me pesaban  como el  plomo. Tengo atroces noticias.

Creonte: ¿Hablarás por fin?

Mensajero: Decirte quiero primero lo que me importa a mi, porque no he sido yo quien ha actuado, ni vi tampoco quien la hiciera, ni en justicia se me puede castigar.  Alguien ha  sepultado el  cadáver de Polinice s, y le ha  rendido honras fúnebres.. Al cuerpo lo ha sepultado alguien hace poco y después de cubrir con polvo seco el cadáver y celebrar las sagradas ceremonias, ha desaparecido.

Creonte: ¿Qué dices? ¿Qué hombre se ha atrevido a eso?

Mensajero: No lo se, allí no se ven señales de golpes de azada, ni de que el suelo haya sido removido con la ligona.  La tierra esta dura y apretada, sin carriles de que haya pasado ningún carro. Quien lo haya hecho no ha dejado huella. Un centinela acusaba a otro y aquello hubiera acabado en la lucha, cuando ya nada nos quedaba por examinar hablo uno que a todos nos hizo inclinar la cara al suelo del miedo, fue su proposición de que debíamos comunicarte el hecho y no ocultarlo, y a mi me tocó la suerte de venir con el mensaje

Coro: Me pregunto, Creonte, si los dioses no nos  están mostrando su voluntad.

Narrador: el coro en este momento, duda si tal hecho que mencionó el mensajero no vendrá de los dioses, empieza a cambiar de la idea que tenía. Si el tenia el derecho de mandar a matar a esa persona, o si los dioses le estaban dando una señal, de que no debería de ser así.

Creonte: has visto que los dioses honren a los malvados?

Mensajero: pero yo no soy el autor del crimen.

Creonte: es fácil que por dinero te hayas vendido. Si al autor de ese enterramiento no lo descubrís y presentáis ante mis ojos, la sola muerte no será bastante para vosotros, que sereis colgados vivos hasta que denuncies al culpable. Oyeme, guardia, y que no tenga que  volver a decirlo. Desentierren ese cuerpo, y  si alguien intenta sepultarlo de nuevo,  aprésenlo y  tráiganlo ante  mí.  En esto les  va  la  vida.

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