Ola K Ase

en América Latina y en todo el mundo, especialmente si se tiene en cuenta que sufrimos todavía las consecuencias de la llamada crisis financiera, es la pobreza, pero en este sentido, precisamente, de una necesidad de reconocimiento y de la oportunidad para las personas de desarrollar sus capacidades; no únicamente las necesidades inmediatas –el hambre, la sed– sino una dimensión de desarrollo humano en todos los niveles de la vida, entre los que están el placer y la posibilidad de desarrollar las propias capacidades. ¿Cómo podrían las empresas integrar justamente estos dos problemas sociales a su manera de actuar así como a la reflexión que deben llevar a cabo en relación con ellas mismas? Dos desafíos, entonces, la ecología y la pobreza.

GL: No vamos a entrar en el análisis puramente filosófico, que plantea muchos problemas y no es el objetivo aquí, pero es, innegablemente, un imperativo de las sociedades humanas y, por lo tanto, de la empresa. En cuanto a lo que hay que hacer, el asunto es que cuesta dinero, hay que invertir; a menudo las empresas tienen una visión a corto plazo para obtener resultados, para la competitividad, para tener precios más atractivos que la competencia, y, como tú sabes, incluso en la escala política los estados, que también tienen presiones terribles, están muy lejos de respetar este imperativo. En América Latina, el ejemplo más signifi

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