Poema Este cuento surgió de mi sueño de vida. Así me lo he imaginado.
Enviado por anligoca • 30 de Enero de 2018 • Ensayo • 750 Palabras (3 Páginas) • 109 Visitas
Ana Lilia González Carrillo Ingles 2 A anligoca72@hotmail.com
BRISA DE PRIMAVERA
Este cuento surgió de mi sueño de vida. Así me lo he imaginado.
La plaza se llenó de flores aquella mañana de abril y las risas de los niños que correteaban bajo los árboles invadían el ambiente. Ya no eran los suyos, esos hacía tiempo que ya no jugaban en el parque. Pero en su corazón seguían viviendo todos los recuerdos de aquella infancia. ¡Como si hubiera sido ayer!
Sentada en el pórtico, se apreciaba la figura cansada y un poco encorvada de aquella anciana, que acunaba historias de pequeños que llenaron su vida de alegría y satisfacciones. Su pelo cano enmarcaba facciones apacibles y serenas. Su rostro esbozaba una sonrisa cada vez que viajaba a ese mundo que era solo suyo, al que con frecuencia le gustaba viajar y donde aparecían dos caritas inconfundibles, que iluminaban sus recuerdos: cuando insistente la pequeña de rizos alborotados preguntaba todo el día; ¿porque esto?, ¿porque aquello?. ¡Parecía interminable el cuestionamiento!
Recordó aquella ocasión en que salieron al patio de la casa a tender la ropa, la pequeña figura caminaba detrás suyo cargando su inseparable silla con figuras de princesas y no paraba de hablar sobre el nacimiento de su primita, a la que habían ido a visitar esa mañana, mientras su madre emitía un mmm, aja, si, que bien, a cada uno de sus planteamientos, pero concentrada en terminar en su tarea; hasta que surgió la pregunta que la saco de su concentración
– ¿Y yo cómo nací, mami?.....
La madre se apresuró a buscar infinidad de explicaciones adecuadas que pudieran satisfacer la curiosidad de la pequeña cuya mirada insatisfecha rechazaba todas las respuestas e insistía en la misma pregunta con actitud desesperada,
--¿Pero yo como nací?.
Hasta que al fin le cuestionó la madre – es que no te entiendo hija, ¿qué quieres saber?
--¿Yo cómo nací, moradita, cafecita, rosita o roja?
El alma le volvió al cuerpo y soltó una carcajada que la pequeña no entendió. Siempre era ese el tenor de los cuestionamientos, pero era grandioso pasar los días con ese remolinillo yendo y viniendo por la casa, y esos ojos pequeños y profundos que aceleraban su corazón. Compartieron algunos años en aquella dinámica egoísta en que solo existían ellas dos. Hasta que se integró una figura más a la película. Una carita llena de ímpetu y energía. Un pequeño romántico y soñador que no conocía límites. Resolvía con facilidad cualquier problema, con solo tres palabras: “¿y si no?”... Como aquella ocasión en que salió disparado fuera de la casa y atravesó la calle sin ninguna precaución. Salió el papá y le reprochó su descuido, explicándole lo peligroso que resultaría que mientras él no se fijara viniera un vehículo y ocurriera algún accidente.
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