Políticas de Ciencia y Tecnología en México

Políticas de Ciencia y Tecnología en México

Con el propósito de establecer los objetivos nacionales de largo plazo, así como las prioridades y las estrategias de las políticas públicas a corto y mediano plazos, en México se establece un Plan Nacional de Desarrollo (PND) que, dependiendo de las necesidades de planeación sexenal del momento, contiene cuatro o cinco ejes temáticos.

Específicamente, en materia de ciencia, tecnología e innovación en México el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) es el órgano rector de la política científica del país y para ello cuenta desde 2002 con la Ley de Ciencia y Tecnología (LCyT) además del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 (PECITI) que se desprende del Objetivo 3.5 del PND actual, que dice: “Hacer del desarrollo científico, tecnológico y la innovación pilares para el progreso económico y social sostenible”^[1] .

Este objetivo corresponde plenamente con el Mito del beneficio infinito planteado por Sarewitz, dándole un carácter optimista y triunfalista al sistema CTI y subraya la necesidad de su apoyo incondicional. Para ello, la LCyT establece la necesidad de lograr una inversión nacional que represente al menos 1% del Producto Interno Bruto, considerada como el punto de inflexión para el desarrollo sostenible^[2].

En el PECITI si bien es claro el interés por la inversión en ciencia básica es claro que se distancia del mito de la investigación sin trabas, pues especifica que la ciencia básica debe “estar orientada a problemáticas nacionales que cumplirán con el propósito de dirigir la toma de decisiones en los diversos campos del conocimiento”^[3], así como de los mitos de la responsabilidad y de la frontera sin fin pues especifica que se requiere de la ciencia y de los científicos para el cumplimiento de las metas nacionales, con lo que el quehacer científico no está ajeno de las consecuencias y usos sociales, al tiempo que refuerza el mito de la autoridad al colocar a los científicos para influir en decisiones que se toman en la esfera política. Esto lo vemos claramente en un área de especial relevancia: la biotecnología, con la creación de políticas reguladoras en esta área. ^[4]

El objetivo de la política científica en nuestro país es transitar hacia la sociedad del conocimiento, entendida como aquella que pone al conocimiento en la base de su transformación y desarrollo para acceder a mejores niveles de bienestar, por medio de la inversión nacional en investigación científica y desarrollo tecnológico. En el PECITI son prioritarias las dimensiones del principio axial, la distribución ocupacional y el sector económico, pues determina la formación y el fortalecimiento del capital humano de alto nivel; el desarrollo de las vocaciones y capacidades en CTI para fortalecer el desarrollo regional; la transferencia y aprovechamiento del conocimiento y el fortalecimiento de la infraestructura científica y tecnológica del país (…) para “guiar en la transición del país hacia una economía basada en el conocimiento.”^[5] 

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