¿Por qué dice el autor que la comunicación de las organizaciones no es meramente información lineal?
Enviado por mariajuana2017 • 27 de Junio de 2017 • Examen • 24.058 Palabras (97 Páginas) • 737 Visitas
COMUNICACIÓN, CULTURA y SOCIEDAD.
5tO Año
Prof. Carolina Juanico
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 5
COMUNICACIÓN, FILO DE LA ORGANIZACIÓN
A partir de la lectura del artículo “Comunicación, filo de la organización” analizar su temática y dar respuesta a la siguiente grilla de preguntas.
- ¿Por qué dice el autor que la comunicación de las organizaciones no es meramente información lineal?
- Explique la importancia del Otro en la elaboración de este tipo de comunicación.
- ¿Es posible la comunicación de las organizaciones si no hay intenciones de la organización de comunicar?
- ¿Dónde radican según el autor la personalidad y la identidad de una organización?
- ¿Cuáles son las analogías que el autor menciona entre la vida y el funcionamiento de la web?
- ¿Por qué el autor dice que navegar la web no es andar por la ruta sino por el aire o el agua?
- ¿Qué ventaja tiene para un comunicador “comprender” la web?
- Explique con sus palabras por qué la metáfora de la “conversación” es la adecuada para entender la mejor forma de comunicación.
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Comunicación, Filo de la Organización
Por Mariluz Restrepo
Número 34- Razón y Palabra, Ago-Set 2003
Tomando FILO como metáfora a partir de su doble sentido de "hilo" y de "borde agudo" discutiré posibles sentidos de la comunicación organizacional. Parto de entender la comunicación en su dimensión ontológica como "co-permitir-ver" para desentrañar la incidencia que ello tendría en las prácticas de quienes ejercen la función de 'comunicadores' en las organizaciones. Recojo algunas características de nuestra cultura tecno-científica que se hacen presentes en la WEB, la escojo como un ejemplo paradigmático de los modos de comunicación hoy para extraer algunas de sus particularidades y apostar desde allí por un modelo conversacional de la comunicación.
Para dar qué hacer FILO proviene del latín filum y según el Diccionario de la Real Academia Española significa "arista o borde agudo" y en su forma antigua también es HILO que significa "hebra larga y delgada que se forma retorciendo el lino, lana, cáñamo u otra materia textil". Este doble sentido y sus variaciones figuradas pueden ayudarnos a situar la actividad contemporánea de la comunicación organizacional que a mi juicio no puede ser distinta de la que nos atañe como seres humanos.
Comunicadores en el filo
La comunicación frecuentemente se ve reducida al equipararla con información, con transmisión lineal de 'contenidos' o con medios técnicos. Insisto aquí en su sentido más profundo como hecho fundamentalmente humano, como acción constitutiva de las relaciones entre los seres humanos configuradores de comunidades y culturas; es decir, comunicación como posibilitadora de sentidos.
En el parágrafo 34 de Ser y tiempo, Heidegger define la comunicación como "co-permitir ver" y añade que ello conlleva a "ser uno con otro". No se trata de trasmitir vivencias de un interior a otro, sino de co-encontrarse, de ser 'ser-ahí-con'.
Co-permitir es ya un buen indicio de esa tarea posibilitadora de doble vía, necesariamente; no solo han de permitir ver quienes han sido instituidos o investidos comunicadores, sino también los otros con quienes se establece la comunicación. Somos por constitución humana comunicadores. Ambas partes han de hacer posible que unos y otros 'vean', es decir, que se comprendan posibles sentidos. Me atrevo a afirmar que la comunicación es cuestión de tres: de uno, otro y el 'mensaje', este último entendido como sentido generado y construido entre uno y otro. Es en ese sentido puesto al descubierto mediante la comunicación donde anida nuestro ser social: el ser uno con otro.
Remitirnos a esta perspectiva ontológica de la comunicación como fundamento de nuestra tarea en organizaciones concretas nos ha de colocar en el "filo de la navaja" (como nos lo enseña Somerset Maugham en su novela titulada así). Es la comunicación como un hilo que se ensarta, se anuda, se teje, la que nos hace comunidad, la que permite que cualquier organización en el umbral de su eficiencia, su efectividad y su racionalidad se mantenga humana y razonable para ser ejemplo de comunidad viva. Pero la comunicación reducida a su mínima expresión: a ser 'herramienta' y/o estrategia de la llamada administración científica se convierte en arista, filo cortante, borde áspero separando a los que hablan de los que escuchan, a los que deciden de los que acatan, a los que saben y tienen de los necesitados. Entre ambos hilo y filo, el comunicador se sitúa en un dilema y es a quien le corresponde reconocer los riesgos y posibilidades de uno y otro. Quien profesa la comunicación y no es un mero funcionario no puede eludir su responsabilidad de apostar por la supervivencia de nuestra condición humana por encima del rendimiento y el éxito. La comunicación es su sentido profundo así nos lo exige.
Primero porque la comunicación en las organizaciones se da siempre aunque no existan procesos institucionalizados formalmente ni el cargo de comunicador. Una organización es un modo de ser social: es un núcleo de decisiones cuyas formas de socialización determinan su configuración y su modo de incidir en la cultura. La socialización es fruto de la interacción humana posibilitada por múltiples formas de comunicación: las transacciones que determinan sus formas de operación, el conjunto normativo y de control que regula las acciones, las formas de interrelación que van definiendo una manera específica de hacer las cosas, y por ende una manera de ser; las acciones de divulgación que 'dan a conocer' y 'ponen en contacto "historias de unos y otros"; las diversas formas de reunión -sociales y de trabajo-; los rituales y símbolos, los procesos educativos y los de participación, etc. Ahí radica la identidad y la cultura de la organización; es lo que hace que una entidad sea esa y no otra.
Segundo, porque la comunicación no puede ser prescrita, ni impuesta. Esta será siempre la que se genera entre el ser de la empresa o institución y el ser de los otros: ya sea entre directivas y subalternos, entre colegas o entre modos de ser organizacionales con modos de ser de los diversos públicos externos que le atañen. Es preciso, entonces, reconocernos y reconocer a nuestros interlocutores como configuradores de los procesos de comunicación que nos constituyen.
Tercero, porque con frecuencia la comunicación se desvirtúa y decisiones organizacionales en torno a ella se quedan en querer influir y unificar, en ofrecer recetas mágicas para la realización de acciones exitosas. A veces su función enmascarada en la libertad de expresión, busca a toda costa que los otros -los receptores- se acomoden a lo generado por quienes pueden ser enunciadores.
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