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Porque Acercar A Los Ninos Pequenos A La Cultura Escrita Y Como Hacerlo


Enviado por   •  5 de Marzo de 2014  •  2.150 Palabras (9 Páginas)  •  715 Visitas

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Reflexión acerca de las implicaciones emocionales del aprendizaje de la lengua escrita

en el nivel de educación preescolar

Ana María García Castañeda*

* Asesora del Departamento de Educación Especial del OSEJ.

La tarea esencial del hombre, desde el momento mismo de su nacimiento, es explicarse el mundo que lo rodea; entran entonces en juego, toda una gama de posibilidades físicas, mentales y emocionales suficientemente explicadas ya por la psicología.

El desarrollo es pues un tema estelar desgajado por diversas disciplinas y por ende, el aprendizaje –función subordinada al primero–, ocupa, digamos, un rol coestelar.

Con respecto a la educación preescolar, la discusión y textos derivados de ella sobre el desarrollo de la etapa de las operaciones concretas es abundante y muy sólida, baste mencionar aquí a Jean Piaget, quien solamente dedico sesenta y cinco años de su vida a la investigación del desarrollo de las estructuras de conocimiento; motivo por el cual, este trabajo, pretende ser más una reflexión que abone en el terreno de las implicaciones emocionales de los aprendizajes que se dan en este estadio, que una explicación puntual del camino/proceso que recorre un infante para re-construir y apropiarse del objeto de conocimiento convencional que es la lengua escrita.

Consideraciones generales

Tanto la Dra. Emilia Ferreiro como Ana Teberosky, entre otros, han llevado a cabo sólidas investigaciones sobre cómo el niño construye hipótesis cognoscitivas que corrobora o descarta en función de su experiencia, en torno a las reglas del sistema de escritura; gracias a estas mujeres y a otro grupo de investigadores igualmente serios, podemos ahora reírnos de los métodos para la enseñanza de la lectura/escritura, pero no reírnos de mala fe –aclaro–, porque desde luego que hay infinidad de asuntos rescatables en todos y cada uno de ellos –llámese como se llamen–, menciono "reírnos", como una forma de hablar de una actitud "irreverente", esa que cuestiona y analiza llevando a cabo relaciones, movimientos significativos en la práctica didáctica que permitan "amarrar" el momento cognoscitivo en el que se encuentra el niño con las situaciones de aprendizaje que sean pertinentes.

Es conveniente hacer una pausa y recordar que un "objeto de conocimiento", sólo podrá ser calificado como tal, en tanto sea capaz de conflictuar al "sujeto cognoscente", esto es: de nada sirve "enseñar" (entrecomillado porque nadie enseña o transmite nada, sino que el sujeto descubre) el abecedario, o mejor aún, las vocales, si antes el que aprende no se ha cuestionado sobre el valor de ese conocimiento.

Así las cosas, a estas alturas pedagógicas, resulta innecesario desgranar el trinomio sujeto, objeto, metodología; resulta innecesario aunque no del todo ocioso puntualizarlo, por ello me doy el permiso de caracterizarlo velozmente.

Sujeto cognoscente: Es, en esta concepción teórica, el que aprende, el centro al que se dirigen todos los esfuerzos; si éstos son oportunos, coherentes y pertinentes, se facilitará la tarea del aprendizaje; si no sucede así, de todas maneras no hay que angustiarse tanto, pues el que conoce cumplirá con lo pactado por el desarrollo, es decir, se hará preguntas acerca de lo que le rodea y sea significativo para él; se planteará hipótesis, las verificará o descartará en su momento y así, "equivocándose", llegará a generalizaciones sorprendentes y posteriormente a la aplicación de tales conocimientos, construidos -o mejor dicho-, reconstruidos, gracias a la madurez, la transmisión social, la experiencia y equilibración, entendida ésta como el juego circense del pensamiento.

El objeto del conocimiento: Es sencillamente lo que existe, cualquier cosa o hecho, desde lo más concreto hasta lo más simbólico y complicado puede tener esta categoría, siempre y cuando –ya habíamos quedado–, sea pertinente.

La lengua escrita es desde luego un "objeto" que puede convertirse en conocimiento dependiendo de lo significativo que sea para el que aprende.

La arbitrariedad que le llega a la lengua escrita de su carácter convencional/social, implica ya una dificultad que las más de las veces escapa a la lógica del sujeto, pero que sin embargo es salvada de manera exitosa gracias a que la capacidad cognoscitiva del que aprende, sí alcanza para la comprensión de esa convencionalidad, que al final de cuentas mucho o todo tiene que ver con la adaptación social, entendiéndose ésta como activa y cuestionante, versus aceptación y repetición de lo establecido.

El método o camino que se elige para hacer posible el encuentro entre el sujeto cognoscente y el objeto por conocer: Aquí hay que respirar profundo, tomar aire y aceptar que el atraso pedagógico o la brecha que existe entre otras disciplinas como la psicología, por ejemplo, y la pedagogía, es inmensa -permítaseme el exceso del símil-, mientras que la primera ha sido capaz de ir a la luna, la segunda todavía utiliza el arado de mulas para sembrar; piénsese por un momento en las hojas y hojas de los cuadernos escolares repletas de estériles repeticiones; o bien evóquese los fabulosos cuestionarios que sin ningún contexto resuelven los jóvenes de secundaria con la aspiración de aprender historia.

Tal vez el evidente rezago de la ciencia pedagógica sea la razón implícita de los talleres, seminarios, congresos, conferencias y debates en torno a la educación, espacios éstos donde al menos la preocupación y los cuestionamientos colectivos mueven al desequilibrio, a la duda y angustia, que esperamos algún día compartan todos y cada uno de los actores que participan en la tarea educativa, para darle de una vez por todas, la seriedad que merece el tema, ya que el descuido tan "cuidadoso" que denotan la elaboración de planes y programas de estudio tan al margen del que aprende, ahora se revierte y se pronuncia con el ceño fruncido, el gesto serio y preocupado y la sonrisa congelada de los que mandan y deciden desde los flamantes escritorios: "baja calidad de la educación".

II. El encuentro con la escuela

La experiencia de "asistir o ir a la escuela", de formar parte del resto de los seres importantes y grandes, es para el niño en edad preescolar todo un acontecimiento, explicar por qué, obligaría al "lugar común"; baste decir que el ingreso a la escuela añade una nueva y diferente dimensión a la vida del niño.

El mundo se vuelve grande de pronto, la liga familiar

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