Positivismo
Enviado por maebavle • 19 de Noviembre de 2011 • 469 Palabras (2 Páginas) • 439 Visitas
El triunfo del partido liberal mexicano
El 19 de junio de 1867 era ejecutado en Querétaro el iluso emperador de México, Maximiliano de
Austria. Con ésta ejecución se daba fin a uno de los episodios más sangrientos de la historia de México.
Una lucha que se había iniciado en 1810 para obtener la independencia política y que al obtenerse ésta
se había transformado en lucha intestina. En esta nueva lucha se seguían enfrentando dos fuerzas: las
del partido liberal, que pugnaban por una independencia política de hecho, no sólo una independencia
respecto a la metrópoli española, que es la que se había logrado, sino por una independencia frente a las
fuerzas que aún quedaban como herencia de la Colonia y que había surgido en la marejada de la
revolución.
Estas fuerzas era el clero y la milicia. México había logrado su independencia política frente a
España; pero no la había logrado frente al clero, que seguía dominando las conciencias. A este grupo
había de sumarse el caudillaje militar que había hecho las armas y que al obtenerse la Independencia de
México quedaba en el poder. A estas fuerzas se enfrentó el partido liberal, quedando al fin triunfante en el
año de 1867.
En Maximiliano de Austria no sólo se vencía a los grupos conservadores de México, sino que
también se terminaban los sueños de conquista de un déspota europeo. La última esperanza de los
conservadores se perdía al caer el cuerpo del emperador en el Cerro de las Campanas. Los jefes del
partido conservador eran en su mayoría ajusticiados u obligados a desterrarse. No quedaba sino un
grupo vencedor: el de los liberales mexicanos, sin embargo, la situación en que quedaba el grupo
vencedor no era nada envidiable.
El partido de la Reforma era amo y señor de la nación mexicana; pero ésta no era sino un país en
ruinas. Ruina y desolación era lo que por todas las partes se encontraba. El desorden y la anarquía
reinaba en todos los rincones de la República, el vencedor necesitaba establecer nuevamente el orden.
Era menester establecer dicho orden, después de más de medio siglo de desorden. Había que levantar
una nación sacándola de las cenizas aún humeantes en que había sido sumida por la revolución.
El victorioso pero arruinado vencedor se encontraba en ésta su tarea de reconstrucción con los
mismos obstáculos que aunque vencidos en el campo de batalla, no había podido vencer en el campo
espiritual, en la conciencia de los mexicanos. Estos enemigos seguían siendo el clero y la milicia. El clero
que, aunque sin bienes y sin poder político, tenía el poder espiritual, el poder sobre las conciencias. La
milicia, los nuevos caudillos, los hombres que con las armas habían vencido
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