Principios, Teorias Financieras
Enviado por JessiJett • 13 de Noviembre de 2013 • 7.603 Palabras (31 Páginas) • 1.319 Visitas
UNIDAD I. PRINCIPIOS, TEORÍAS FINANCIERAS
1.1 Principios Financieros
La teoría financiera vigente se puede descomponer en una serie de principios que proporcionan la base para comprender las transacciones financieras y la toma de decisiones en el ambiente financiero. Dichos principios están basados en la deducción lógica y en la observación empírica. Puede que algunos casos reales no se ajusten totalmente a lo aquí comentado pero, en todo caso, la mayoría de los prácticos los considera una forma válida de describir el mundo de las finanzas.
Los cuatro primeros principios atañen al ambiente económico competitivo, los cuatro siguientes se refieren al valor y la eficiencia económica, y los cuatro restantes a las transacciones financieras (véase la Ilustración 1).
1.2 El Competitivo Entorno Económico
1.2.1 El Comportamiento Financiero Egoísta
Este principio parte del supuesto de que, desde el punto de vista económico, las personas actúan racionalmente, esto es, buscan su propio interés financiero persiguiendo obtener el máximo beneficio posible. Ahora bien, este principio no niega la importancia de las consideraciones “humanas”, ni sugiere que el dinero sea lo más importante en la vida de cada persona. Simplemente señala que, si no existen inconvenientes de importancia, cada parte de una transacción buscará el curso de acción que le resulte más beneficioso (es evidente que el grado de ambición también cuenta y, por tanto, hay personas que se conforman con conseguir menos que lo que otras desean).
Claro está, que cada vez que una persona elige un curso de acción determinado, renuncia a la posibilidad de tomar otro diferente. A esto se le denomina coste de oportunidad, que es la diferencia entre el valor de la acción elegida y el valor de la mejor alternativa. El coste de oportunidad es un indicador de la importancia relativa de una decisión determinada. El decisor elegirá aquél curso de acción que tenga un mayor coste de oportunidad (es decir, en el que más deje de ganar).
Así, por ejemplo, el coste del capital de la empresa indica el coste de oportunidad de los inversores que financian los proyectos de inversión de la empresa, y al elegir el proyecto que promete generar un mayor valor actual neto también estamos aplicando la idea de coste de oportunidad.
Otra aplicación del principio del comportamiento financiero egoísta es la denominada teoría de la agencia , que analiza el comportamiento individual en situaciones que implican una relación entre un agente y un principal, y los conflictos de intereses entre ambos. Una persona, el agente, es responsable de tomar decisiones en nombre de otra, el principal, pero aquél perseguirá su propio beneficio antes que el del principal. Muchos de los contratos que conforman una empresa pueden ser analizados como relaciones de agencia (relaciones entre directivos y accionistas, entre accionistas y obligacionistas, entre directivos y obligacionistas, etcétera).
1.2.2. Las dos caras de la transacción
En toda transacción financiera existen, al menos, dos partes. Para cada venta habrá un comprador y para cada compra existirá un vendedor. Y ambas partes seguirán el principio del comportamiento financiero egoísta buscando beneficiarse de dicha transacción a costa de la otra parte.
La mayoría de las transacciones financieras tienen lugar debido a una diferencia en las expectativas acerca del comportamiento futuro del precio del activo objeto de la transacción. Esto es, el comprador espera que el precio aumente en el futuro lo que le permitirá obtener una ganancia de capital; el vendedor cree que el precio tenderá a descender así que deshaciéndose del activo, o bien realiza un beneficio, o bien evita una mayor pérdida. En el momento de la transacción ambos creen tener razón, pero con el transcurso del tiempo sólo uno la tendrá.
La mayoría de las transacciones resultan ser juegos de suma cero, esto es, situaciones en las que un jugador gana sólo a expensas de lo que el otro pierde.
Así, por ejemplo, en una compraventa un mayor precio del producto perjudica al comprador y beneficia al vendedor; un precio rebajado perjudica a éste último y beneficia al adquirente. Pero no hay que perder de vista que en el momento de la transacción ambos creen beneficiarse con la misma, cuando en realidad sólo uno de ellos se beneficia a costa del otro, claro que en ese momento no se puede saber quién es el ganador y quién el perdedor (si ambas lo supiesen no habría transacción ).
Existen excepciones, pero la gran mayoría de las mismas son resultado de la política fiscal del Estado que crea situaciones en las que ambas partes pueden realmente salir beneficiadas. Por ejemplo, una fusión de sociedades puede permitirles pagar entre ambas menos impuestos que los que pagarían sino se fusionaran.
Lógicamente, las empresas buscarán la forma de pagar menos impuestos, lo que es consistente con el principio del comportamiento financiero egoísta.
Hay ejecutivos que subestiman este principio cuando piensan, erróneamente, que son superiores a los directivos de la contraparte de la transacción.
Este comportamiento orgulloso y arrogante, al que se conoce con la palabra griega hubris4, ha dado lugar a operaciones de adquisición de empresas por las que se pagó un precio bastante mayor que el que valían (bien porque los directivos pensaban que el mercado las valoraba mal o porque creían que podían dirigirlas mejor que su anterior equipo directivo) y que acabaron produciendo pérdidas importantes a los accionistas de la empresa adquirente. Es decir, con su comportamiento los directivos no sólo no crearon valor a su propia empresa sino que lo destruyeron.
En conclusión, cada transacción tiene dos partes y su contraparte es, al menos, tan trabajadora, brillante y creativa como usted. Por tanto, subestimarla es un error que puede resultarle muy caro.
1.2.3 La señalización
Cualquier acción financiera implica una transmisión de información. A causa del principio del comportamiento financiero egoísta, una decisión de comprar o vender un activo puede transmitir información sobre las condiciones del activo, o sobre las expectativas del inversor, o de sus planes para el futuro, etcétera. La importancia de la señalización descansa en la asimetría de la información, es decir, en que unas personas disponen de una información de la que carece el resto del mercado, por ello los actos realizados por aquéllas –las señales- servirán a éste último para inferir cuál es la información de que disponen.
Entre los actos financieros claramente transmisores de información tenemos: el anuncio de la distribución de dividendos, el desdoblamiento
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