Productivismo Vs Desarrollismo... Ruben Pesci
Enviado por aleks250 • 26 de Enero de 2014 • 11.523 Palabras (47 Páginas) • 618 Visitas
EL ADVENIMIENTO: PRODUCTIVISMO VERSUS HUMANISMO
Ruben Pesci.
Los disfraces se han agotado; ¿qué queremos decir con esta frase, un poco teatral?: que la sociedad en general, capitalista y socialista, occidental y oriental (está tan globalizado el mundo que ni siquiera podemos tener el consuelo de que otra parte puede ser distinto y mejor) está sometida a un proceso de franco deterioro, de franca crisis en la cual se han terminado muchos falsos ropajes.
¿A qué disfraces me refiero? Los de la sociedad que se ha travestido, como una modalidad en la que los travestidos, son los exitosos de hoy, y los que usan su ropaje genuino son los pobres. Creo que estos disfraces comienzan a estar totalmente ajados y empiezan a ser ridículos, como un mal carnaval.
Uno de los disfraces es el del centralismo, que ha fracasado como manera de construir la realidad y como forma de organizarla. Y ello no sólo se comprueba en la crisis de nuestras políticas centralizadas donde el Estado subsidiaba a casi todo; se comprueba, aún en los países donde se han inventado estas nociones.
El Estado-Nación, se origina básicamente allá por el siglo XVI, y tiene en Francia quizás el ejemplo más detonante a nivel universal.
Sin embargo, es Francia precisamente quien ha establecido políticas de descentralización muy fuertes desde hace 20 años. Ha creado el Ministerio de la Seguridad y la Descentralización, confiando en la visión de la descentralización como un problema de seguridad nacional. Pero Francia se ha reorganizado; ha sufrido, vivido y afrontado procesos de descentralización, donde se han cerrado 28.000 grandes empresas pero se han abierto 70.000 pequeñas y medianas, con un balance de empleo escasamente diferencial.
En nuestros países latinoamericanos, donde se ha pasado por el proceso que va desde el Estado “padre”, “abuelo” o “tío” de todo lo que hacíamos en nuestras vidas. Hasta el descreimiento total en el Estado, donde se ha pasado desde la planificación de nuestras economías y nuestro desarrollo, a la total desplanificación, se ha provocado que el Estado central, garantía de nuestro desarrollo, se desmoronara. Esto no quiere decir que no volvamos a levantar muchas de sus banderas, pero hoy éstas casi se han arriado.
El otro disfraz que ha caído es el totalitarismo; nadie cree ya más en los totalitarismos; nadie se atreve a decir que cree en el totalitarismo. Muchos probablemente todavía creen en una solución totalitaria, pero en todo caso hasta el más totalitario busca después, a través de las urnas electorales, que sea sancionada su fachada democrática.
El totalitarismo no tiene hoy carta de presentación: es impresentable, da vergüenza presentarlo. Hace dos décadas atrás, el totalitarismo era bien visto. Y no olvidemos nunca que hace cinco décadas atrás se lo trataba de imponer en el mundo entero como la avanzada, a través del nazismo o el fascismo. En ese sentido, pretendo que América Latina se sienta menos avergonzada; pobrecitos nuestros dictadores, no han sido más que aprendices de los grandes dictadores del mundo.
Puedo decirlo siendo también descendiente de europeos, pues tanto me enorgullezco de Europa que puedo hablar también de sus defectos. Digo, ¿qué nos van a decir de nuestros defectos, si ellos tuvieron hace 50 años los totalitarismos más gigantescos y aberrantes, quizás, en la historia de la humanidad?…
Otro disfraz que ha caído es el del paternalismo del Estado. No sólo el Estado Central no ha conseguido organizar la justicia y el desarrollo integral de nuestras sociedades, sino que ha fracasado el Estado que ahorraba para poder gastar. Es quizás un concepto muy duro, pero cierto. Y también me voy a referir como ejemplo a la Francia de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Francia tenía los mejores hospitales, las mejores casas de locos, las mejores cárceles de la época, porque era un Estado muy rico que acumulaba mucho y se daba el gusto de asistir. Yo no quiero más un Estado que tanto acumule, que tanto me saque y que después pueda asistir.
En todo caso, aún el Estado más asistencialista, mejor organizado, más eficaz, en la época actual ha demostrado su ineficacia frente a la magnitud y características de los problemas globales. Los 30.000.000 de pobres de U.S.A., por ejemplo, lo demuestran claramente. La elevadísima tasa de suicidios y graves problemas sociales de los países del Norte de Europa también. El que en esos casos no hayan podido solucionar los problemas de las externalidades ambientales del capitalismo también es una clara demostración.
El paternalismo del Estado, como todo paternalismo, en realidad es una deformación del proceso de producción. Son temas que van juntos y que también han caído: es el mito y por lo tanto el disfraz de las decisiones duras y en gran escala, las decisiones “hard”.
Es el caso de las grandes obras hidroeléctricas, por ejemplo, pero en general se trata del mito de la producción masiva, claramente denunciado por Charles Chaplin en “Tiempos Modernos”. Pero parece que nadie lo escuchó a Chaplin: era un anarquista, comunista para algunos, un loco para otros, o lamente un artista y un idealista. En realidad era un filósofo de la sociedad contemporánea. Pero claro, era incómodo tomarlo seriamente en cuenta.
Las decisiones “hard”, en gran escala, y por ende la producción masiva, son verdaderamente de los grandes problemas que aquejaron al mundo reciente, al mundo que está desapareciendo, al mundo de la modernidad, que ya no se sostiene. Les recomiendo en ese sentido leer un diálogo estupendo entre Italo Calvino, el famoso escritor italiano, y Henry Ford, “El diálogo imaginario”; un diálogo imaginario entre Calvino, que hace de periodista y entrevista a Henry Ford; un diálogo que no se produjo en la realidad, pero donde Ford habla de su enorme ilusión de que todos tuvieran un automóvil, que ese automóvil fuera igualito para que no creara diferencias; y Calvino como periodista le pregunta: “pero ¿qué pasó a lo largo del tiempo con esa idea? Y es cuando poco a poco Ford se queda sin respuestas.
Hoy nadie quiere un auto igual al otro, como nadie quiere vestirse igual que otro. Estamos en realidad frente a un gigantesco desarrollo de las libertades individuales; después veremos los límites que esto tiene, pero en todo caso, hoy fracasa la producción masiva, fracasa la fábrica que no puede cambiar de modelo todos los años; fracasa el diseñador de modas, aún de modas populares, de modas baratas, que no puede cambiar de modelo. Hay una voluntad creciente por la libertad de elección.
Estos disfraces
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