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Publicidad y arte: ¿familia o desconocidos?


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2016  •  Ensayo  •  1.319 Palabras (6 Páginas)  •  237 Visitas

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Publicidad y arte: ¿familia o desconocidos?

La publicidad, una disciplina de la comunicación cuyas raíces residen en la creatividad, posee hoy en día una connotación que podría ser considerada negativa: ha sido llamada “el lenguaje del consumismo”. Este es un nombre que la trata de superficial, de ambiciosa; la liga a un mundo que habla de injusticias y lujuria por el dinero, despojándola así del humanismo del arte, mientras que el arte en sí le cierra las puertas. El arte se enorgullece de carecer de un propósito de masa. Es íntegro. Existe por existir, por la expresión, por la belleza, por el amor a su presencia y amor a lo inherente del hombre.

Bajo estos parámetros, la publicidad y el arte parecen ser irreconciliables, comunicaciones en distintos lenguajes con una matriz diferente. Parecen ser planetas de creatividad alienígenas uno del otro, que se miran y no se reconocen, que coexisten de forma contingente, manifestándose día a día y afirmando una relevancia innata. ¿Y es que puede la publicidad ser considerada un arte? ¿Puede no solo coexistir en un planeta donde tanto el consumismo como el amor al arte puro se dan en la naturaleza humana, sino que pertenecer a la misma familia?

Hay autores que creen que no. La pureza del arte es demasiado intocable en sus mentes como para asociarla a los propósitos oscuros de la publicidad. El autor William Ospina menciona: “El arte, para serlo, requiere libertad. La publicidad es una técnica, un instrumento de ventas, y por eso sólo puede hacer lo que le encargan los empresarios.” (Ospina, 2012)

Pero, ¿es qué acaso las figuras de poder nunca utilizaron el arte como herramienta de sus deseos? Para demostrar poderío, para demostrar riqueza. El arte ha sido utilizado en innumerables ocasiones como el símbolo de aquel que puede conseguir lo que quiere, del culto y versado en lo que es hermoso o tiene los medios para reclamarlo como suyo. La libertad de la que habla Ospina existe, pero no en el ámbito que él la establece.

La libertad del arte reside en su existencia. El arte es lo que quiere ser. No es el artista y su libertad al momento de crear su obra lo que genera el arte, sino que es el arte en sí mismo, como individuo, quien se apodera de lo que el artista, o en ocasiones publicista, está creando.

Por ende, el arte no se mantiene en un espacio más puro que la publicidad. Ha servido a propósitos “viles” como se le reclama a la publicidad que le sirve al empresario, y es que al arte no le importa, pues reside dónde desea hacerlo, ya sea el artista lo haya querido o no.

Un artículo de la página queaprendemoshoy, menciona: “Según Panofsky, el único aspecto que tienen en común todos los elementos artísticos es su significación estética, ya que están realizados para ser vistos.” (Herrero, 2013) O, para ser más específicos, están realizados para ser experimentados, pues la música es un arte en rigor no visible.

Y bajo esta definición, ¿dónde reside la publicidad? ¿Se encuentra completamente separada del arte o concilia a ambos dentro del mismo contexto? La publicidad requiere, busca, ser experimentada. Lo necesita de forma imperativa pues su valor reside en el recibimiento de su público objetivo, es en ellos en quiénes busca cumplir su propósito.

El arte busca mover a su espectador. ¿No busca la publicidad, con algunas divergencias, lo mismo?

Si es que observamos a ambos, publicidad y arte, bajo sólo esta definición, sólo bajo este parámetro: ¿podríamos seguir negando un terreno en común?

El mismo artículo de la página queaprendemoshoy presenta otro aspecto sobre la publicidad y el arte que es muy interesante. Ospina condena a la publicidad por su propósito pero Herrero nos habla de la publicidad una vez se encuentra fuera de contexto, una vez la época para la que fue creada pasa y su propósito original se pierde. Menciona: “con el paso del tiempo, un anuncio pierde su función y deja de ser un reclamo de consumo, convirtiendo la propia imagen en icónica.” (Herrero, 2013)

Imágenes icónicas que han sido reconocidas.

El museo, un ambiente solemne reservado para el arte que ha sobresalido de entre sus pares (muchos de ellos encargos para figuras de poder, hay que mencionarlo), protege y presenta hoy en día a piezas de la publicidad. Piezas creadas por publicistas para ser masificadas como tal, ahora alabadas en un espacio donde son alabados los artistas y sus pinturas.

La publicidad es criticada de ser condicionada por empresarios, pero si el arte decide residir en una pieza publicitaria, lo hará. Se le critica que sirve al consumismo, que su propósito es vender, pero para ello apela a la expresión justo como lo hace el arte y, una vez pasa el tiempo, su función de vender se pierde pero la expresión queda y es hasta reconocida en el mismo espacio del arte.

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