Pulseando con el difícil Ana Lydia Vega
Enviado por KEYKEY837 • 18 de Septiembre de 2014 • Informe • 404 Palabras (2 Páginas) • 606 Visitas
Pulseando con el difícil
, Ana Lydia Vega
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Hasta ese momento, yo tenía una cantidad considerable de libretas llenas de poemas, cuentos ynovelitas, todos escritos en mi lengua adoptiva. A nadie hablaba de esta producción clandestina, de la queempecé poco a poco a avergonzarme. Al poner tímida pata en la Facultad de Humanidades, me topé cara acara con la noción devastadora del ridículo. Ridículo era, por primera vez en muchos años, vacilar y noencontrar el término buscado en español; ridículo, introducir frases ingeniosas en inglés que ya nocontaban con la complicidad divertida de los compañeros; y más ridículo aún, el confesarse apolíticocuando todas las nuevas amistades militaban furiosamente en las filas del independentismo tirapiedrasestudiantil.Me imagino la angustia sin par experimentada por mis padres al presenciar el resquebrajamientogradual del muro de contención edificado a mi alrededor con tanto sacrificio. El terror del fichaje
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terror
retrospectivamente justificado por el descubrimiento de las infaustas “listas de subversivos”—
martirizaba sus sueños de paz y progreso para la familia. Desde mi actual personaje de madre, no puedo
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en justicia
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culparlos por unas decisiones que fueron el fruto de su honesto convencimiento eincuestionable buena intención. La verdad me obliga, sin embargo, a consignar la dificultad dolorosa de
aquella ruptura paulatina que me colocó al margen de “la ley y el orden”, enfrentándome
-como a toda lajuventud de los terribles 60
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al peso desmedido de una educación dulcemente enajenante. Los amigosradicales y la literatura puertorriqueña de la Generación del 50 se aliaron al aire de aquellos tiempossacudidos por grandes cataclismos políticos internacionales para machetear el cordón umbilical que meataba a un pasado ahora estigmatizado.Paradójicamente, la selección del francés como área de especialización despejó bastante laatmósfera de la tensión lingüística en que me debatía. Mi posterior traslado a Francia para proseguirestudios postgraduados fue y sigue siendo una de las experiencias más descolonizadoras de mi vida. Elaprendizaje de la lengua de André Breton posibilitó mi cita inaplazable no sólo con el legado intelectualfrancés de raíz eminentemente liberal sino con el universo antillano francófono que tanta luz arrojaríasobre nuestra propia existencia de pueblo. La adquisición de una tercera lengua, afectivamente positiva, yel descubrimiento tardío de un Caribe culturalmente deslumbrante, a cuyo estudio me dediqué conentusiasmo, trajeron como corolario una necesaria reconciliación con el inglés.El difícil no se me presentaba ahora como un enemigo ancestral puertorriqueñidad o uncontaminador malévolo de lenguas maternas sino como una herramienta clave, como una llaveimprescindible del
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