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¿Qué juegos se proponen desde los textos literarios y cómo estos apoyan la Didáctica de la Literatura?


Enviado por   •  10 de Junio de 2020  •  Informe  •  1.487 Palabras (6 Páginas)  •  184 Visitas

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La imagen del juego se emplea con frecuencia en la literatura para expresar la naturaleza aleatoria de la vida. Los juegos se han usado (y se siguen usando) como metáforas de las limitaciones de la libertad humana.

(Francescato, M. s.f)

 

¿Qué juegos se proponen desde los textos literarios y cómo estos apoyan la Didáctica de la Literatura?

El juego es más que un simple divertimento. Nos lleva por senderos que nos obligan a usar nuestras habilidades de maneras excepcionales, pero de modo un tanto sencillo. Es así que, un juego es entonces una simulación basada en reglas que hacen que quien se involucra se deje llevar por las mismas; siendo su propósito principal el disfrute y de manera implícita el ensayar o prepararse para la vida. Tiene riesgos y a veces no termina de una manera muy feliz. Además de que, aunque no nos demos cuenta el jugador siempre será “jugado” por el juego y sigue su sendero.

Según Gadamer es posible distinguir el juego mismo del comportamiento del jugador. El juego es cosa seria. El juego remite al jugador a una seriedad que pertenece al juego mismo. Esta seriedad exclusiva del jugar cumple un rol y toma un tinte incluso sagrado que logra dejar en suspenso toda existencia activa y preocupación ajena al ámbito del juego. El juego no es más que juego, pero quien no se toma en serio el juego resulta un aguafiestas. “El jugador sabe muy bien lo que es el juego, y que lo que hace «no es más que juego»; lo que no sabe es que lo «sabe»” (Gadamer, 2012: 144).

La búsqueda por la esencia misma del juego no hallará respuesta para Gadamer en la reflexión subjetiva, sino en la exposición del modo de ser del juego como tal. El sujeto de la experiencia del juego posee una esencia propia que se sostiene de manera constante, independientemente de la conciencia de los que juegan. (Aldonati, s.f)

Lo anterior desde una perspectiva del juego y su influencia en el comportamiento humano. Sin embargo, nos compete hablar de la literatura que, por otro lado, se ha dicho mucho respecto a su “pelea” con la enseñanza de las demás áreas específicas, aunque dentro de la Lengua castellana se encuentre. Hablar de literatura es hablar de “leer por diversión” o de “leer por ocio” o al menos la gran mayoría así lo concibe. Pero en la actualidad la enseñanza de la literatura ha demostrado que el hecho de que leer sirve mucho más de lo que la gente del común piensa.

La lectura en general y la lectura de obras literarias en particular, es uno de los instrumentos más eficaces para la formación de la personalidad y el conocimiento profundo del mundo que nos rodea y de nosotros mismos.

A través de la lectura se consigue el desarrollo de la capacidad de análisis y del sentido crítico. No se puede hacer una lectura bebiendo el libro como quien bebe las imágenes de la televisión; el lector tiene que analizar y tomar partido por lo que está leyendo. (Alonso, s.f)

Fernando Pessoa afirmaba que él no era capaz de leer fríamente un libro, porque al poco tiempo de estar desentrañando lo que relataba se veía a sí mismo como autor: «Después de unos minutos, quien escribía era yo, y lo que estaba escrito no estaba en ninguna parte».

Es entonces que, si integramos el juego en la enseñanza de la literatura como un medio de cohesión del proceso de enseñanza – aprendizaje se pueden gestionar procesos significativos en el aula. Los maestros que han tenido ya su práctica docente cultivada puede dar fe de ello. Generalmente se evidencia un avance significativo en las competencias desarrolladas para el área de Lengua Castellana cuando un estudiante posee el hábito de leer por vocación y si se logra generar este mismo amor por la lectura en los demás estudiantes sin que resulte tedioso se pueden potenciar sus habilidades de comprensión y producción textual logrando que todos o la gran mayoría alcance los objetivos propuestos para el área. Una manera de lograrlo es precisamente mediante el juego didáctico.

Según Cepeda (2017) el juego es una actividad natural, libre y espontánea, actúa como elemento de equilibrio en cualquier edad porque tiene un carácter universal, pues atraviesa toda la existencia humana, que necesita de la lúdica en todo momento como parte esencial de su desarrollo armónico; la lúdica es una opción, una forma de ser, de estar frente a la vida y, en el contexto escolar, contribuye en la expresión, la creatividad, la interacción y el aprendizaje de niños jóvenes y adultos.

Ahora bien, si tomamos lo anterior y lo evidenciamos de una manera sencilla podríamos ver que el juego está presente en la vida diaria y en los textos literarios de una manera que probablemente no nos demos cuenta. En la literatura se puede llamar juego porque es en parte ficción. Por ejemplo, si un texto se narra desde la perspectiva de un perdedor, por así decirlo sería un juego dramático. Incluso se pueden evidenciar juegos musicales, juegos de palabras o de contradicción en la lírica como en ciertos poemas. En el caso de la obra “Caperucita Roja evanescente, luminosa” de la escritora Nátaly Londoño podemos ver una alusión a la realidad y la fantasía. Vemos como el personaje narrador sale de su cotidianidad del tráfico de Medellín para respirar aire libre, disfrutar de su escape, de las sensaciones que le produce estar en aquella casita de puertas y ventanas color madera, y del embrujo que dice sentir cuando permanece allí. Además, vemos como la conversación consigo misma se torna profunda y reflexiva sin importar la sencillez de la misma, donde se evidencia a lo largo de la lectura el préstamo de voz que crea otro personaje salido de allí mismo.

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