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Quien Se Ha Llevado Mi Queso


Enviado por   •  22 de Febrero de 2012  •  5.895 Palabras (24 Páginas)  •  429 Visitas

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E L C U E N T O

ERASE UNA VEZ un país muy lejano en el que vivían cuatro personajes. Todos corrían

por un laberinto en busca del queso con que se alimentaban y que los hacía felices.

Dos de ellos eran ratones, y se llamaban Oliendo y Corriendo (Oli y Corri para sus

amigos); los otros dos eran personitas, seres del tamaño de los ratones, pero que

tenían un aspecto y una manera de actuar muy parecidos a los de los humanos

actuales. Sus nombres eran Kif y Kof.

Debido a su pequeño tamaño, resultaba difícil ver qué estaban haciendo, pero si

mirabas de cerca descubrías cosas asombrosas.

Tanto los ratones como las personitas se pasaban el día en el laberinto buscando su

queso favorito.

Oli y Corri, los ratones, aunque sólo poseían cerebro de roedores, tenían muy buen

instinto y buscaban el queso seco y curado que tanto gusta a esos animalitos.

Kif y Kof, las personitas, uti1izaban un cerebro repleto de creencias para buscar un

tipo muy distinto de Queso - con mayúscula -, que ellos creían que los haría ser felices

y triunfar.

Por distintos que fueran los ratones y las personitas, tenían algo en común: todas las

mañanas se ponían su chándal y sus zapatillas deportivas, salían de su casita y se

precipitaban corriendo hacia el laberinto en busca de su queso favorito.

El laberint o era un dédalo de pasillos y salas, y algunas de ellas contenían delicioso

queso. Pero también había rincones oscuros y callejones sin salida que no llevaban a

ningún sitio. Era un lugar en el que resultaba muy fácil perderse. Sin embargo, para

los que daban con el camino, el laberinto albergaba secretos que les permitían

disfrutar de una vida mejor.

Para buscar queso, Oli y Corri, los ratones, utilizaban el sencillo pero ineficaz método

del tanteo. Recorrían un pasillo y si estaba vacío, daban media vuelta y recorrían el

siguiente.

Oli olfateaba el aire con su gran hocico a fin de averiguar en qué dirección había que ir

para encontrar queso, y Corrí se abalanzaba hacia allí. Como imaginaréis, se perdían,

daban muchas vueltas inútiles y a menudo choc aban contra las paredes. Sin embargo,

Kif y Kof, las dos personitas, utilizaban un método distinto que se basaba en su

capacidad de pensar y aprender de las experiencias pasadas, aunque a veces sus

creencias y emociones los confundían.

Con el tiempo, siguiendo cada uno su propio método, todos encontraron lo que habían

estado buscando: un día, al final de uno de los pasillos, en la Central Quesera "Q",

dieron con el tipo de queso que querían.

A partir de entonces, los ratones y las personitas se ponían todas las mañanas sus

prendas deportivas y se dirigían a la Central Quesera "Q". Al poco, aquello se había

convertido en una costumbre para todos.

Oli y Corri se despertaban temprano todas las mañanas, como siempre, y corrían por

el laberinto siguiendo la misma ruta.

Cuando llegaban a su destino, los ratones se quitaban las zapatillas y se las colgaban

del cuello para tenerlas a mano en el momento en que volvieran a necesitarías.

Luego, se dedicaban a disfrutar del queso.

Al principio, Kif y Kof también iban corriendo todos los días hasta la Central Quesera

"Q" para paladear los nuevos y sabrosos bocados que los aguardaban.

Pero, al cabo de un tiempo, las personitas fueron cambiando de costumbres. Kif y Kof

se despertaban cada día más tarde, se vestían más despacio e iban caminando hacia la

Central Quesera "Q". Al fin y al cabo, sabían dónde estaba el queso y cómo llegar

hasta él.

No tenían ni idea de la procedencia del queso ni sabían quién lo ponía allí.

Simplemente suponían que estaría en su lugar.

Todas las mañanas, cuando llegaban a la Quesera "Q", Kif y Kof se ponían cómodos,

como si estuvieran en casa. Colgaban sus chándals, guardaban las zapatillas y se

ponían las pantuflas. Como ya habían encontrado el queso, cada vez se sentían más a

gusto.

- Esto es una maravilla -dijo Kif-. Aquí tenemos queso suficiente para toda la

vida.

Las personitas se sentían felices y contentas, pensando que estaban a salvo para

siempre. No tardaron mucho en considerar suyo el queso que habían encontrado en la

Central Quesera "Q", y había tal cantidad almacenada allí que, poco después,

trasladaron su casa cerca de la central y construyeron una vida social alrededor de

ella.

Para sentirse más a gusto, Kif y Kof decoraron las paredes con frases e incluso

pintaron trozos de queso que los hacían sonreír. Una de las frases decía:

"Tener Queso Hace Feliz"

En ocasiones, Kif y Kof llevaban a sus amigos a ver los trozos de queso que se

apilaban en la Central Quesera "Q". Unas veces los compartían con ellos y otras, no.

- Nos merecemos este queso - dijo Kif -. Realmente tuvimos que trabajar muy

duro y durante mucho tiempo para conseguirlo. - Tras estas - palabras, cogió un trozo

y se lo comió.

Después, Kif se quedó dormido, como solía ocurrirle. Todas las noches, las personitas

volvían a casa cargadas de queso, y todas las mañanas regresaban confiadas, a por

más a la Central Quesera "Q"..

Todo siguió igual durante algún tiempo. Pero al cabo de unos meses, la confianza de

Kif y Kof se convirtió en arrogancia. Se sentían tan a gusto que ni siquiera advertían lo

que estaba ocurriendo.

El tiempo pasaba, y Oli y Corrí seguían haciendo lo mismo todos los días.

Por la mañana, llegaban temprano a la Central Quesera "Q" y husmeaban, escarbaban

e inspeccionaban la zona para ver si había habido cambios con respecto al día anterior.

Luego se sentaban y se ponían a mordisquear queso.

Una mañana,, llegaron a la Central quesera "Q". y descubrieron que no había Queso.

No les sorprendió. Como habían notado que las reservas de queso habían ido

disminuyendo poco a poco, Olí y Corrí estaban preparados para lo inevitable e,

instintivamente, enseguida supieron lo que tenían que hacer.

Se miraron el uno al otro, cogieron las zapatillas deportivas que llevaban atadas al

cuello, se las calzaron y se las anudaron.

Los ratones no se perdían en análisis profundos de las cosas. Y tampoco tenían que

...

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