RESEÑA EXPLICATIVA LA BRUJA GERMAN CASTRO CAYCEDO

La hibridación entre el catolicismo y la brujería en los pueblos de Antioquia

Reseña explicativa

German Castro Caycedo nació en Zipaquira, el hogar de la catedral salina, en 1940 y es escritor, periodista y cronista. No es un escritor de ficción. El estilo de Caycedo es estructurar como novela y aun así, no crear situaciones ficticias. Más allá de la forma, el contenido de sus libros surge de investigaciones minuciosas y labor periodística construida incluso desde vivencias propias en el lugar de los hechos. La obra de Caycedo se compone de múltiples crónicas y reportajes, tal como La Bruja, que cuenta la historia de Amanda Mora, Jaime Builes y un pueblito llamado Fredonia.

Fredonia es un pequeño municipio cafetero, de no más de 23.000 habitantes ubicado en el suroeste del departamento de Antioquia: “un pueblo cafetero que por las mañanas se arropa con la niebla porque esta encaramado en lo alto de los Andes, al pie de Combia, un cerro vertical y erguido como las murallas de los narcos” (p.) Pero en Fredonia el protagonista no es únicamente el café. La cultura del pueblo es de supersticiones, de supersticiones basadas ya sea, en la fe católica o en la magia negra, la misma brujería. Si se nace en Fredonia, se nace en eso, pues hasta al bebé de pocos días de nacido se le hace algún ritual para protegerlo del mal de ojo, ya sea amarrándole una cinta roja o poniendo un santo como amuleto sobre sus ropas. En La Bruja, German Castro Caycedo ilustra esa mezcla de catolicismo, santería y esoterismo que envuelve las creencias bien arraigadas en los pueblos Antioqueños.

De allí, de Fredonia, era oriunda y residente Amanda Mora, una profesora de cabellos oscuros que empezó a practicar la brujería desde que tenía 12 años, pero que había sido criada bajo la fe católica incluso desde antes. Es natural de la región “Y además de eso, el pueblo era, y es muy católico. La región se llama Antioquia, un mundo de rosario en familia todas las tardes, de misa diaria, de comunión, de grandes procesiones en Semana Santa y algunas fechas especiales como el Jueves de Corpus con sus altares de San Isidro.” Es el ejemplo perfecto de esa dualidad de los pueblos antioqueños en cuanto a las creencias, que no son impuestas, sino que tienen una acogida particular. En verdad hace parte de lo que son los antioqueños de pueblo, de pura cepa, como Amanda “Y rezaba al despertar, al saltar de la cama, antes de besar a Víctor Manuel, su marido, al abandonar la casa, al entrar en la oficina, al encender el primer cigarrillo… Si las cosas estaban difíciles, se confesaba por teléfono con el padre Roldan o con el padre Puentes.”

En medio del comedor vivía con Amanda una estatua de Jesús de túnica blanca y capa azul. “En esta casa –dice Amanda- a él se le reza el rosario todos los días. Se le venera desde siempre. Eso es normal en este pueblo.” Para ilustrar la tradición católica del sector. Bien se veía a las mujeres, sobre todo, con mantas negras de encaje sobre el rostro rezando rosario de rodillas en la parroquia.

Por otro lado, cuando la iglesia da por terminado el culto, empieza la magia oscura. “Pero cuando yo estaba metida en la brujería,

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