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Red en América del Sur


Enviado por   •  18 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  3.284 Palabras (14 Páginas)  •  194 Visitas

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Red en América del Sur[editar]

Partiendo desde el Cuzco, el Capac Ñan permitía recorrer los cuatro «suyos» (quechua suyu: 'región' o 'territorio') que constituían el Tahuantinsuyo:

al norte el Chinchaysuyo, ocupado por grupos como los chincha, chimúes o yungas y pastos;

al sureste el Collasuyo, ocupado por aimaras, collas y puquinas;

al suroeste el Contisuyo, ocupado por grupos como los conti o conde, collaguas y colonos de origen puquina; y

al oriente el Antisuyo, ocupado por los antis (las actuales poblaciones nativas de la Amazonia).

El Capac Ñan permitió el control económico y político de estos pueblos, al mismo tiempo que su integración, el intercambio y movilización estatal de diversos productos, la transmisión de valores culturales, el acceso a los diferentes santuarios incaicos y el desarrollo de prácticas comunes; fue además un símbolo del poder imperial cuzqueño y de su expansión a lo largo de la geografía sudamericana, que incluyó seis países andinos actuales: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

Con un total de 60 000 kilómetros de longitud,2 esta columna vertebral hábilmente construida por manos de especialistas puede ser comparada, por sus dimensiones, con la Ruta de la Seda o la Gran Muralla China.

Historia[editar]

El camino entre el templo de Pachacámac y el Apu Pariacaca es anterior a la conquista incaica. Si bien existieron varios caminos construidos por civilizaciones complejas, es durante el Tahuantinsuyo que la red vial se incrementa notablemente. En la foto se observa una parte de la escalinata que subía hasta el nevado Pariacaca.

Calzada incaica. Gran parte del camino del Inca y algunas redes viales transversales estuvieron cubiertas por bloques de piedra o lajas.

Los caminos antes del Tahuantinsuyo[editar]

Varios de los caminos que actualmente se observan en el área andina ocupada por el Tahuantinsuyo tuvieron un origen preinca, siendo construidos por entidades políticas de alta complejidad como Tiahuanaco o Huari; otros caminos menores, en cambio, fueron construidos por pequeños grupos étnicos que trataron de unir centros de culto o templos regionales. Tal es el caso del camino construido entre el templo de Pachacamac (frente al mar) y el «apu» Pariacaca, nevado localizado a más de 5700 msnm.3

La cantidad y la longitud de los caminos en la época preincaica se vio limitada por las constantes tensiones y el ambiente de guerra que vivían los señoríos y Estados; la construcción de caminos era peligrosa y solo se ejecutaban algunos tramos durante períodos de tregua. Antes de la llegada de los incas, los caminos eran exclusivamente locales, es sólo con su llegada y poder centralizador que la red vial se amplió a grandes magnitudes.3

Los caminos durante el Tahuantinsuyo[editar]

Cuando los incas empezaron a conquistar el resto de pueblos de Sudamérica, el dominio del espacio para la construcción de caminos quedó enteramente a disposición de la etnia cuzqueña; a partir de este momento las redes viales se incrementaron exponencialmente hasta cubrir una extensión que posiblemente alcanzó los 60 000 kilómetros.2

El inicio de las grandes obras viales fue llevado a cabo por orden expresa del Inca Pachacútec. Este soberano vio la necesidad de construir caminos con el objetivo de mantener el control sobre los territorios anexados, de esa manera se podían trasladar más rápidamente los funcionarios y las tropas.3

Según lo señala Juan de Betanzos, antes de que Pachecútec iniciase su gobierno se lo observaba pintando y dibujando caminos y puentes, especificando a los orejones cuzqueños la manera en que debían ser construidos. La obra de Pachacútec fue continuada por sus sucesores. La red vial incaica la componían tres elementos básicos: las calzadas y bordes de los caminos, los puentes y los depósitos.

La red vial era indispensable para la organización incaica, no solo para trasladar ejércitos y funcionarios sino también para la movilización de los «mitimaes», el transporte de productos cosechados en los territorios conquistados por los incas (en cada territorio existían tierras específicamente destinadas para que su producción fuera trasladada al Cuzco; estas cosechas eran almacenadas en los «tambos») y el desplazamiento de los «chasquis».3

El Capac Ñan y los otros caminos[editar]

Siendo el troncal principal de toda la red vial incaica, el Capac Ñan destacaba por recorrer longitudinalmente todo el Tahuantinsuyo (Imperio incaico) a lo largo de la cordillera de los Andes, desde el actual occidente de Argentina hasta el sur de la actual Colombia.3 El camino del inca se encuentra empedrado en gran parte y tiene varios metros de ancho. Paralelo al camino del inca, existió un camino que unía las localidades costeras, que en aquellos tiempos eran denominadas «yungas».3

Este camino costero estaba unido al Capac Ñan por varios caminos transversales que incluso llegaban hasta las selvas y el Gran Chaco (Argentina, Bolivia y Paraguay). En el caso del camino costero, no estaba empedrado pero sus bordes se encontraban delimitados.3

Los cronistas españoles describieron con elogios el Capac Ñan, algunos exaltaban su «excelente» funcionamiento mientras que otros destacaban su rectitud en algunos tramos y su limpieza, añadiendo que podían cubrir grandes distancias en corto tiempo y con un esfuerzo mínimo.3 Según Bernabé Cobo los caminos incaicos se estrechaban al pasar por los valles y quebradas, además el cronista describió que los caminos tenían altos muros que en algunos casos tenían pintados animales y seres monstruosos, estos muros servían para que los ejércitos pasaran sin dañar los cultivos.3

Se sabe que los «curacas» estaban obligados a ordenar el mantenimiento de las vías cercanas a sus dominios, limpiando la acumulación de tierra en los caminos, el reparado del empedrado y la limpieza de las acequias que protegían los caminos. La apariencia de los caminos al salir de los valles era distinta, puesto que las vías se hacían más anchas y era muy común ver unos apilamientos de piedras que marcaban los puntos escarpados entre los cerros, estos cúmulos eran denominados «apachetas». Como fuera señalado por George Squier entre 1863 y 1865, aquella vieja costumbre de dejar piedras en las cuestas difíciles de los caminos incaicos las convertía con el paso del tiempo en marcas, a manera de hitos, que demarcaban estos caminos.3

Para lidiar con las zonas fangosas era necesaria la construcción de una base hecha de piedra tosca unida con argamasa de barro que, finalmente,era recubierta

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