Reforestacion
Enviado por himaeltigrito • 22 de Mayo de 2013 • 25.165 Palabras (101 Páginas) • 414 Visitas
Miguel A. Altieri
con contribuciones de
Susanna H echt, M aü Liebman, Fred M agdoff,
Richard Norgaard, y Thomas O. Sikor
AGROECOLOGIA
Bases científicas para una
agricultura sustentable
Primera parte
Bases teóricas
de la agroeco l ogí a
Capítulo 1
La evolución del
pensamiento agroecológico
Susanna B. Hecht
El uso contemporáneo del término agroecología data de los años 70, pero la ciencia y la práctica de la agroecología son tan antiguos como los orígenes de la agricultura. A medida que los investigadores exploran las agriculturas indígenas, las que son reliquias modificadas de formas agronómicas más antiguas, se hace más notorio que muchos sistemas agrícolas desarrollados a nivel local, incorporan rutinariamente mecanismos para acomodar los cultivos a las variables del medio ambiente natural, y para protegerlos de la depredación y la competencia. Estos mecanismos utilizan in-sumos renovables existentes en las regiones, así como los rasgos ecológicos y estruc-turales propios de los campos, los barbechos y la vegetación circundante.
En estas condiciones la agricultura involucra la administración de otros recursos además del cultivo propio. Estos sistemas de producción fueron desarrollados para disminuir riesgos ambientales y económicos y mantienen la base productiva de la agricultura a través del tiempo. Si bien estos agroecosistemas pueden abarcar infraestructuras tales como trabajos en terrazas, zanjas e irrigación, el conocimiento agronómico descentralizado y desarrollado localmente es de importancia fundamen-tal para el desarrollo continuado de estos sistemas de producción.
El por qué esta herencia agrícola ha tenido relativamente poca importancia en las ciencias agronómicas formales, refleja prejuicios que algunos investigadores con-temporáneos están tratando de eliminar. Tres procesos históricos han contribuido en un alto grado a oscurecer y restar importancia al conocimiento agronómico que fue desarrollado por grupos étnicos locales y sociedades no occidentales: (1) la destruc-ción de los medios de codificación, regulación y trasmisión de las prácticas agríco-las; (2) la dramática transformación de muchas sociedades indígenas no occidentales y los sistemas de producción en que se basaban como resultado de un colapso demo¬gráfico, de la esclavitud y del colonialismo y de procesos de mercado, y (3) el surgi¬miento de la ciencia positivista. Como resultado, han existido pocas oportunidades para que las intuiciones desarrolladas en una agricultura más holística se infiltraran en la comunidad científica formal. Más aún, esta dificultad está compuesta de prejui¬cios, no reconocidos, de los investigadores en agronomía, prejuicios relacionados con factores sociales tales como clase social, etnicidad, cultura y sexo.
Históricamente, el manejo de la agricultura incluía sistemas ricos en símbolos y rituales, que a menudo servían para regular las prácticas del uso de la tierra y para codificar el conocimiento agrario de pueblos analfabetos (Ellen 1982, Conklin 1972). La existencia de cultos y rituales agrícolas está documentada en muchas sociedades, incluso las de Europa Occidental. De hecho, estos cultos eran un foco de especial atención para la Inquisición Católica. Escritores sociales de la época medieval tales como Ginzburg (1983) han demostrado cómo las ceremonias rurales eran tildadas de
brujería y cómo dichas actividades se convirtieron en focos de intensa persecución. Y no es sorprendente que cuando los exploradores españoles y portugueses de la post-inquisición emprendieron sus viajes y la conquista europea se extendió por el globo bajo el lema de «Dios, Oro y Gloria», como parte de un proyecto más amplio, existieran actividades evangelizadoras, las que a menudo alteraron las bases simbó¬licas y rituales de la agricultura en sociedades no occidentales. Estas modificaciones se transformaron, y a menudo interfirieron con la transferencia generacional y lateral del conocimiento agronómico local. Este proceso, junto con las enfermedades, la esclavitud y la frecuente reestructuración de la base agrícola de las comunidades rurales con fines coloniales y de mercado, a menudo contribuyó a la destrucción o abandono de las tecnologías «duras» tales como los sistemas de riego, y especial-mente al empobrecimiento de las tecnologías «blandas» (formas de cultivo, mezclas de cultivos, técnicas de control biológico y manejo de suelos) de la agricultura local, la que depende mucho más de la transmisión de tipo cultural.
La literatura histórica documenta cómo las enfermedades transmitidas por los exploradores afectaron a las poblaciones nativas. Especialmente en el nuevo mundo se dieron colapsos de poblaciones muy rápidamente y de una forma tan devastadora que es difícil de imaginar. En algunas áreas hasta un 90% de la población murió en menos de 100 años (Denevan 1976). Con ellos murieron culturas y sistemas de cono¬cimiento. Los efectos desastrosos de las epidemias caracterizaron las primeras eta¬pas del contacto, pero otras actividades, especialmente la esclavitud asociada con las plantaciones del nuevo mundo, también ejercieron impactos drásticos en la pobla¬ción y, por lo tanto, en el conocimiento agrícola, hasta bien entrado el siglo XIX.
Inicialmente, las poblaciones locales eran el blanco de las incursiones para obte¬ner esclavos, pero estos grupos a menudo podían escapar de la servidumbre. Los problemas de enfermedad en los indios del nuevo mundo hicieron que no fueran una fuerza ideal de trabajo. Por otro lado, las poblaciones africanas estaban acostumbra-das a las condiciones climáticas tropicales y tenían una resistencia relativa a las en-fermedades «europeas», por lo tanto ellos podían satisfacer las pujantes necesidades de mano de obra para las plantaciones de azúcar y algodón. Durante dos siglos, más de veinte millones de esclavos fueron transportados desde Africa a varias plantacio-nes de esclavos en el nuevo mundo (Wolf 1982).
La esclavitud se impuso a la mejor fuerza laboral (jóvenes adultos, tanto hombres como mujeres) y tuvo como resultado la pérdida de esta importante fuerza de trabajo para la agricultura local y el abandono de los trabajos agrícolas a medida que los pueblos trataron de evitar el convertirse en esclavos, retirándose a lugares distantes de los traficantes de esclavos. La ruptura de sistemas de conocimientos, ocasionada por la exportación de mano de obra, la erosión de las bases culturales de la agricultu¬ra local y la mortalidad asociada a las guerras que eran estimuladas por las incursio¬nes en busca de esclavos, fue aumentada más adelante por la integración de estos sistemas residuales a las
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