Responsabilidad Social

RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS

EN MÉXICO: EL MERCADO, EL ESTADO

Y LA SOCIEDAD CIVIL COMO REGULADORES

La responsabilidad social empresarial (RSE) empezó a ser parte de la estrategia de negocios del sector privado mexicano apenas hace 10 años.

Aunque las actividades empresariales se dividen en sector privado, en contraposición con el ámbito público, la RSE se puede concebir como una oportunidad que busca reconocer las externalidades del sector privado, es decir, los costos y efectos ambientales y sociales, de naturaleza precisamente pública,

en la producción de bienes y prestación de servicios, que por lo general no se toman en cuenta como costos dentro de sus estrategias de negocios y generación de ganancias.

Aunque esta preocupación por el involucramiento de las empresas en la sociedad lleva mucho tiempo, lo nuevo es que ahora hay expectativas que van más allá del cumplimiento de las leyes. Así, el Estado, los ciudadanos, las organizaciones civiles y los medios de comunicación participan en definir lo que una empresa debe o no hacer en materia de responsabilidad social empresarial.

Desde este punto de vista, la regulación gubernamental se caracteriza por su formalidad y porque su incumplimiento da lugar a sanciones. La autorregulación se refleja en códigos de conducta, políticas internas, sistemas de quejas y denuncias, y reportes ambientales, que las mismas empresas establecen. Asimismo, existen iniciativas promovidas por organizaciones de la sociedad civil, gobiernos y empresas a fin de fomentar que las empresas participen en esquemas que establecen estándares sociales y ambientales, obligan al monitoreo externo, promueven reportes sociales y ambientales, auditan, certifi- can buenas prácticas y animan el diálogo entre distintos actores interesados.

La regulación civil es de carácter voluntario. Se define fundamentalmente como “dos o más actores o stakeholders que se involucran en el diseño e implementación de normas e instrumentos que intentan mejorar el desempeño social y ambiental de las empresas.

La RSE, concebida y definida de esta manera, contrasta con la tendencia que ha predominado en América Latina que refleja a la empresa como piadosa y caritativa, enmarcada en una esfera privada que compete únicamente a la empresa y a sus dueños.

Como antecedentes, en el México posrevolucionario, se concibe a la RSE bajo la idea de que sigue motivaciones altruistas, con pocas o nulas expectativas de beneficios directos para la empresa, usando recursos provenientes de las utilidades e involucrando tan sólo a individuos o cuando mucho al consejo directivo. En contraste, la RSE en su versión ideal busca beneficios para la empresa que incluyen imagen y reputación, mejoras en la productividad, aumento en los ingresos junto con la búsqueda de un mejoramiento de la comunidad. Se basa principalmente en el presupuesto general de la empresa, así como en su equipo y recursos humanos y, aún bajo el modelo ideal, en la participación de los trabajadores de todos los niveles de la empresa y a veces de sus accionistas. De esta forma, la RSE trae consigo una perspectiva más estratégica que involucra planeación, objetivos, impacto y evaluación. En base a este concepto ha existido una tendencia creciente de las organizaciones, como escuelas, asociaciones civiles, empresas que buscan certificaciones como Empresa Socialmente

Responsable.

La RSE se ha convertido en una estrategia de defensa frente a la crítica de la sociedad y la fragilidad del Estado. Y en México, por varias razones, surge el cuestionamiento y desprestigio del sector empresarial, debido a la percepción generalizada en la opinión pública de que el sector empresarial ha sido fuertemente beneficiado y protegido durante las crisis y reformas económicas, mientras que la mayoría de la población aún vive en una situación precaria.

En la actualidad, resulta inoperante el sistema tradicional de oportunidades para influir en políticas públicas. La RSE, acompañada de una buena imagen mediática, ayuda de manera sustancial a la formación de esta reputación y a dar legitimidad a las empresas cuando se quiere influir en políticas públicas. Así se ha convertido en un asunto de interés para las empresas, por su potencial para mejorar la percepción social acerca de los capitales privados y las grandes brechas en la distribución de la riqueza, tanto en la opinión pública y la sociedad general, como entre los responsables de tomar decisiones sobre políticas y regulaciones que las afectan.

En México prevalecen las asociaciones civiles y sociedades comunitarias que utilizan el apoyo empresarial para fines sociales y filantrópicos. Las temáticas que más se respaldan son la educación, el medioambiente, el desarrollo comunitario y los niños; las menos favorecidas incluyen el VIH/sida, los microcréditos o proyectos productivos y los derechos humanos. Algunas empresas han desarrollado fundaciones legalmente constituidas y programas corporativos de filantropía más formales en sus criterios, decisiones, transparencia y rendición de cuentas respecto a la selección de causas, proyectos y organizaciones apoyadas.

A diferencia de otros países, el gobierno federal en México se ha transformado en un actor fundamental en la promoción de la responsabilidad social empresarial. La regulación gubernamental en materia ambiental se ha construido de manera más reciente

Ante la falta de recursos financieros

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