Resumen de la gestión al gobierno de lo escolar

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Durante los últimos años ha sido habitual referirse al término “gestión” para nombrar una serie de procesos y acciones destinadas a llevar adelante las instituciones educativas ¿Ha llegado el momento de repensar el concepto?

Tiempo antes de la reforma de los 90, se comenzó a pensar en términos de gestión desde una perspectiva que afirmaba el carácter político de la educación, reafirmaba  la importancia clave de la escuela pública; reconocía las relaciones de poder en dicho campo; significaba la necesidad de reconsiderar los contratos fundacionales entre el Estado, la escuela y la sociedad sin permitir que el Estado se “achicara” y  discutiendo cualquier renuncia a su responsabilidad en la construcción de lo público. Se puso en juego una manera de entender la gestión con respecto a las instituciones y sus actores, para poder trabajar con conocimiento y reconocimiento de lo complejo del trabajo en las escuelas.

Fueron posibles ciertas construcciones que pusieron en evidencia los dobles mensajes de algunas políticas coyunturales; recordaron el margen de poder y libertad que ofrece el concepto de actor; destacaron la importancia del uso de los intersticios; visualizaron los modos en los que una concepción perversa se sostenía para robar tiempo a lo sustantivo; insistieron en el significado de la participación de los que viven y trabajan dentro y fuera de los muros de la organización; volvieron a las lógicas de los actores temáticas a considerar, analizar y tomar en cuenta.

Otras concepciones bajo el mismo nombre “gestión”, sostuvieron otros enfoques y otras prácticas, que aprovecharon el concepto para olvidar la especificidad de lo educativo, para mercantilizar las organizaciones y el conocimiento.

La escuela debe ejercer una contra- interpretación vigilante sobre los conceptos estelares, resistirse a cumplir con cualquier demanda sin analizar su pertinencia y mantener una oferta significativa para el lazo social, aun  cuando para ello no hubiera demanda. El deslizamiento hacia lo gerencial, al “management”, incluso hasta el extremo de “marketing” educativo, desvirtuó completamente el concepto de gestión educativa con el que la  noción había empezado a hacer su camino. El concepto fue colocado en un territorio que no aporta a la defensa de lo público.

¿El concepto de gestión educativa no ha estado siempre asociado a los ámbitos empresariales?

El concepto de gestión se instaló tratando de apuntar a una jerarquización, a una valoración de la complejidad del trabajo educativo adentro de los formatos escolares, sin permitir que lo escolar se identifique con el territorio empresario o con el económico. También se defendió el concepto de institución como un concepto más amplio que el de organización Sin embargo, en la actualidad se ha bastardeado, pues se sostiene que se vive una des- institucionalización  y se desconoce el carácter de constructo propio de la institución.

¿El concepto fue malversado en términos de la discusión conceptual o también en el terreno de  las prácticas?

El concepto de gestión fue desvirtuado cuando quedó a la vez sobrecargado de mercantilismo y desprovisto de su     sentido educativo. Correspondería preguntarse si ciertos estilos de macropolítica no fueron los que propusieron o facilitaron una sinonimia entre gestión y razón instrumentar, entre gestión y pragmatismo cortoplacista. En materia de conocimiento es necesario repensar permanentemente los términos con los que se da cuenta de la realidad y de lsa preocupaciones.

Por todo esto y por cuestiones extramuros de lo escolar, es necesario volver a mirar la problemática educativa replanteando la cuestión de lo escolar en términos de gobierno escolar. Un modo de insistir en que la gestión de lo escolar es una decisión política y, como diría Badiou, hacer política no es gestionar, o al menos no es “solo” gestionar. Hay modelos de gestión que desdibujan o tratan de desmentir en sus prácticas el carácter político de cada decisión, de cada acción.

Reivindicar la política en tiempos de descrédito de sus personajes es orientar, reinstalar las preguntas acerca de los tejidos sociales, las prácticas de acción, los modos de participar e intervenir en la vida y en el espacio público (responsabilidad de la que no debiera eximirse ningún ciudadano).

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