Romeo Y Julieta
Enviado por danitza2897 • 24 de Agosto de 2013 • 19.234 Palabras (77 Páginas) • 307 Visitas
romeo y julieta
William Shakespeare
Romeo y Julieta
Traducción de Marcelino Menéndez Pelayo
Personajes de la Tragedia
PERSONAJES
ESCALA, príncipe de Verona
PARIS, pariente del Príncipe
MONTESCO
CAPULETO
Un viejo de la familia Capuleto
ROMEO, hijo de Montesco
MERCUTIO, amigo de Romeo
BENVOLIO, sobrino de Montesco
TEOBALDO, sobrino de Capuleto
Fr. LORENZO, de la Orden de S. Francisco
Fr. JUAN, de la Orden de S. Francisco
BALTASAR, criado de Romeo
SANSÓN, criados de Capuleto
GREGORIO, criados de Capuleto
PEDRO, criado del ama de Julieta
ABRAHAM, criado de Montesco
Un boticario
Tres músicos
Dos pajes de Paris
Un oficial
La señora de Montesco
La señora de Capuleto
JULIETA, hija de Capuleto
El Ama de Julieta
CIUDADANOS DE VERONA, ALGUACILES, GUARDIAS
ENMASCARADOS, etc. CORO
La escena pasa de Verona y en Mantua
PRÓLOGO
Coro
En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de estos rencores, que trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con vuestra atención lo que falte a la tragedia.
ACTO I
ESCENA PRIMERA
Una plaza de Verona
SANSÓN Y GREGORIO, CON ESPADAS Y BROQUELES
Sansón
A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza.
Gregorio
Eso sería convertirnos en bestias de carga.
Sansón
Quería decirte que, si nos hostigan, debemos responder.
Gregorio
Sí: soltar la albarda
Sansón
Yo, si me pican, fácilmente salto.
Gregorio
Pero no es fácil picarte para que saltes.
Sansón
Basta cualquier gozquejo de casa de los Montescos para hacerme saltar.
Gregorio
Quien salta, se va. El verdadero valor está en quedarse firme en su puesto. Eso que llamas saltar es huir.
Sansón
Los perros de esa casa me hacen saltar primero y me paran después. Cuando topo de manos a boca con hembra o varón de casa de los Montescos, pongo pies en pared.
Gregorio
¡Necedad insigne! Si pones pies en pared, te caerás de espaldas.
Sansón
Cierto, y es condición propia de los débiles. Los Montescos al medio de la calle, y sus mozas a la acera.
Gregorio
Esa discordia es de nuestros amos. Los criados no tenemos que intervenir en ella.
Sansón
Lo mismo da. Seré un tirano. Acabaré primero con los hombres y luego con las mujeres.
Gregorio
¿Qué quieres decir?
Sansón
Lo que tú quieras. Sabes que no soy rana.
Gregorio
No eres ni pescado ni carne. Saca tu espada, que aquí vienen dos criados de casa Montesco.
Sansón
Ya está lista la espada: entra tú en lid, y yo te defenderé.
Gregorio
¿Por qué huyes, volviendo las espaldas?
Sansón
Por no asustarte.
Gregorio
¿Tú asustarme a mí?
Sansón
Procedamos legalmente. Déjalos empezar a ellos.
Gregorio
Les haré una mueca al pasar, y veremos cómo lo toman.
Sansón
Veremos si se atreven. Yo me chuparé el dedo, y buena vergüenza será la suya si lo toleran.
(Abraham y Baltasar)
Abraham
Hidalgo, ¿os estáis chupando el dedo porque nosotros pasarnos?
Sansón
Hidalgo, es verdad que me chupo el dedo.
Abrabam
Hidalgo, ¿os chupáis el dedo porque nosotros pasamos?
Sansón. (A Gregorio)
¿Estamos dentro de la ley, diciendo que sí?
Gregorio (A Sansón)
No por cierto.
Sansón
Hidalgo, no me chupaba el dedo porque vosotros pasabais, pero la verdad es que me lo chupo.
Gregorio
¿Queréis armar cuestión, hidalgo?
Abraham
Ni por pienso, señor mío.
Sansón
Si queréis armarla, aquí estoy a vuestras órdenes. Mi amo es tan bueno como el vuestro.
Abraham
Pero mejor, imposible.
Sansón
Está bien, hidalgo.
Gregorio (A Sansón)
Dile que el nuestro es mejor, porque aquí se acerca un pariente de mi amo.
Sansón
Es mejor el nuestro, hidalgo.
Abraham
Mentira.
Sansón
Si sois hombre, sacad vuestro acero. Gregorio: acuérdate de tu sabia estocada. (Pelean).
(Llegan Benvolio, y Teobaldo)
Benvolio
Envainad, majaderos. Estáis peleando, sin saber por qué.
Teobaldo
¿Por qué desnudáis los aceros? Benvolio, ¿quieres ver tu muerte?
Benvolio
Los estoy poniendo en paz. Envaina tú, y no busques quimeras.
Teobaldo
¡Hablarme de paz, cuando tengo el acero en la mano! Más odiosa me es tal palabra que el infierno mismo, más que Montesco, más que tú. Ven, cobarde.
(Reúnese gente de uno y otro bando. Trábase la riña)
Ciudadanos
Venid con palos, con picas, con hachas. ¡Mueran Capuletos y Montescos!
(Entran Capuleto y la señora de Capuleto)
Capuleto
¿Qué voces son esas? Dadme mi espada.
Señora
¿Qué espada? Lo que te conviene es una muleta.
Capuleto
Mi espada, mi espada, que Montesco viene blandiendo contra mí la suya tan vieja como la mía.
(Entran Montesco y su mujer)
Montesco
¡Capuleto infame, déjame pasar, aparta!
Señora
No te dejaré dar un paso más.
(Entra el Príncipe y su séquito)
Príncipe
¡Rebeldes, enemigos de la paz, derramadores de sangre humana! ¿No queréis oír? Humanas fieras que apagáis en la fuente sangrienta de vuestras venas el ardor de vuestras iras, arrojad en seguida a tierra las armas fratricidas, y escuchad mi sentencia. Tres veces, por vanas quimeras y fútiles motivos, habéis ensangrentado las calles de Verona, haciendo a sus habitantes, aun los más graves e ilustres, empuñar las enmohecidas alabardas, y cargar con el hierro sus manos envejecidas por la paz.
Si volvéis a turbar el sosiego de nuestra ciudad, me responderéis con vuestras cabezas. Basta por ahora; retiraos todos. Tú, Capuleto, vendrás conmigo. Tú, Montesco, irás a buscarme dentro de poco a la Audiencia, donde te hablaré más largamente. Pena de muerte a
...