San Francisco de Asís: un Santo para recordar
Enviado por agfi • 23 de Octubre de 2015 • Ensayo • 1.009 Palabras (5 Páginas) • 93 Visitas
“San Francisco de Asís: un Santo para recordar”
Es fácil encontrar dentro de la historia de la Iglesia, Santos que se destacaron por morir por Cristo, o aquellos que se dedicaron a proclamar su palabra, o los que vivieron en la pobreza plena por dar todo a los más pobres, entre muchos ejemplos más que podrían recordar. Pero se dejarán de lado todos estos para centrarse en un Santo que podrán considerar que fue uno de los mayores Santos de toda la historia, San Francisco de Asís, quien dice: “No he sufrido bastante; no me he sacrificado bastante; todavía no merezco ni la sombra de la corona de espinas”. En esta cita se puede ver que quiso llevar una vida lo más parecida a la de Cristo, destacando por sobre todo su humildad, lo que lo llevó a la santidad.
Esto se puede fundamentar en el texto leído ya que se habla de un voto de pobreza, en el que rechaza todo tipo de posesiones, viviendo con lo básico, y aceptando incluso muy pocas cosas que le ofrecían. Por ejemplo, en el principio del libro nos dicen que San Francisco no pedía plata sino que recolectaba piedras para construir la Iglesia que Cristo había pedido que reconstruyera, e incluso cuando era necesario aceptar un pedazo de pan, aceptaba el que estuviera en las peores condiciones. Se destaca además un episodio de su vida en el que intercambia ropas con un mendigo, donde se respalda a la vez la tesis planteada en un principio, sobre la vida humilde que llevó.
Otra frase que llama la atención en el libro y que trata también de la humildad con la que vivía San Francisco es cuando se dice: “su mensaje se caracteriza principalmente, porque era tan sencillo que hasta el tonto del pueblo podía entenderlo”. Es decir, además de ser una persona humilde materialmente, era humilde de alma, y esa humildad la transmitía a los demás en sus mensajes, y se trasmitía por lo tanto como si fuera una lengua universal que se podía expandir por todo el mundo. Eso fue exactamente lo que pasó al fundar el movimiento franciscano, el que fue aceptado por el Papa, y que, al hacerlo público, provocó una especie de revolución en el que varias personas llegaron a despojarse de sus bienes materiales, que quisieron tanto unirse a este movimiento como otros a simplemente vivir una vida más sencilla y de entrega a otros. Pero San Francisco nunca quiso estar en primer plano, sino que se igualaba a sus compañeros.
En un momento dice que “el secreto de la vida está en servir, en ser una figura secundaria”, donde se reafirma que nunca buscó destacar entre los demás, sino que llevó a estos hombres a disfrutar de las pequeñas cosas, enseñándoles también con esta frase: “Bienaventurado el que nada espera, porque disfrutará de todo”. Esta última frase se puede llevar a la vida de hoy, en la sociedad que cada vez quiere más y más y que muchas veces se espera algo a cambio. Disfrutar de las pequeñas cosas, porque en esas pequeñas cosas es donde se puede ver a Dios con más claridad y no se nubla la vista de cosas pasajeras como lo son las cosas materiales.
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