Sentimientos Mexicanos

De toda Latinoamérica, México es el país más obsesionado en indagar el que, como, donde y cuando se es lo que es o se pudo haber sido.

Algunos de los errores en que incurre cuando estudiamos la identidad del mexicano se originan en nuestro concepto incompleto de “nación.

¿Por qué los sentimientos? Si la historia de un pueblo le confiere a éste una identidad, la de México parecería ser una historia de sentimientos más que de ideas. Los grandes cambios sociales en nuestro país han sido esencialmente el resultado de un “movimiento” de sentimientos. Los sentimientos definen el rumbo de su historia.

Ya desde la Colonia se nos enseñó a sentir la religión, no a pensarla. Asimismo, es más poderoso el sentimiento de libertad que la idea de libertad. Sentir la libertad es ya no tener hambre, es tener una parcela propia. La misma Revolución Mexicana es una revolución de sentimientos.

Por su parte, la guerra cristera es la inmolación del sentimiento religioso. Con la alteración de lo sagrado, la identidad se trastoca, y se ensancha el distanciamiento entre Iglesia y Estado.

Otro caso histórico que moldea uno de nuestros tantos rostros nacionales es la represión del movimiento estudiantil de 1968. Son deseos o exigencias particulares válidas, con las que podía estar de acuerdo o en desacuerdo. En el mismo sentimiento nuevamente altera y redefine nuestra identidad, exigiéndonos un cambio de actitud social.

Las enseñanzas históricas nos conminan a desear el mejoramiento de nuestras condiciones de vida; nos invitan constantemente a renovar y construir nuestra identidad basada en la justicia social.

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