Sinaloa PosIndustrial.
Enviado por Gregorio Quintero Soto • 6 de Julio de 2016 • Ensayo • 4.445 Palabras (18 Páginas) • 206 Visitas
La Competitividad Post-Industrial de Sinaloa:
A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos 15 años, Sinaloa sigue lejos de convertirse en una región competitiva, que pueda insertarse con éxito en los flujos de riqueza globales. Hacen falta nuevas estrategias, basadas en el conocimiento y la innovación que permitan generar el crecimiento económico y el bienestar que la población del estado demanda.
Gregorio Quintero
Artículo editado originalmente en 1999, publicado en Periódicos y Revistas regionales.
Edición Digitalizada sin fines de Lucro
Trabajo de Edición realizado por:
NovaDictum BG, 2010.
Versión 1.00
Ultima revisión: Enero de 2010, GQ.
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La Competitividad Post-Industrial de Sinaloa[1]
Gregorio Quintero
Director de NovaDictum BG.
A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos 15 años, Sinaloa sigue lejos de convertirse en una región competitiva, que pueda insertarse con éxito en los flujos de riqueza globales. Hacen falta nuevas estrategias, basadas en el conocimiento y la innovación que permitan generar el crecimiento económico y el bienestar que la población del estado demanda.
1. Antecedentes del Cambio Económico en Sinaloa
Existe un viejo mito que pesa sobre Sinaloa como región económica:
Durante mucho tiempo ha sido aceptado que Sinaloa tiene una economía agrícola.
Esta premisa es repetida como dogma de fe en la actualidad; y en consecuencia la mayoría de los programas de desarrollo impulsados por los gobiernos federal, estatal y municipal o por los organismos sociales y privados tienen como fin el desarrollo de las actividades agrícolas tradicionales; con excepción de unas pocas iniciativas que propugnan por un desarrollo agroindustrial, lo cual no difiere en gran medida del modelo tradicional.
Esta actitud adolece de una miopía social severa con relación a las nuevas relaciones económicas que han surgido en el mundo como consecuencia de los fenómenos de la Globalización, la tercerización de la economía y la explosión de la información. Podemos mencionar que algunos analistas locales ya han identificado ciertos signos de este fenómeno:
“... Al arraigarse la idea de que Sinaloa tiene una economía agrícola no se ha visualizado en su justa dimensión un silencioso cambio estructural que desde hace años se viene gestando. Este cambio nos indica que el modelo de desarrollo basado en la agricultura tiende a agotarse rápidamente, arrastrando en su caída a la industria tradicional.” (Aarón Sánchez, 1993)
Estos signos son resultado del fracaso del actual modelo económico de Sinaloa que, como ya hemos mencionado, se basa en las actividades primarias como motor del crecimiento y como base del bienestar de la población; enfocando estas actividades desde una perspectiva industrial, tratando de integrar a la región como proveedora de productos primarios dentro de los encadenamientos de producción industrial multinacionales.
Este modelo de crecimiento ya ha sido criticado, incluso por algunos economistas locales:
“... Está claro que quienes se han abocado a la producción de materias primas para proveer a los países industrializados, rápidamente se convierten en participantes marginales de los nuevos flujos comerciales globales... [Asimismo] en la actualidad la producción industrial ya no es la principal fuente de valor agregado. Las actividades de comercio, transporte y servicios financieros son cada vez más determinantes para el crecimiento de cualquier economía.” (Aarón Sánchez, 1993)
Las principales consecuencias del mencionado fracaso se manifiestan en la forma de desempleo estructural y recesión económica, en el ámbito de agentes económicos, y como una crisis social que genera descontento, en el ámbito de sociedad. Se percibe por parte de amplios sectores, desde los populares hasta las élites, que es necesario encontrar un nuevo rumbo para la economía y la sociedad.
Algunos autores lo manifiestan de esta manera:
“... Para sustentar el desarrollo económico de Sinaloa... habrá que identificar nuevos sectores o actividades claves en el escenario de la globalización y el libre comercio; y a partir de ahí, seguir reestructurando la economía... será necesario identificar los nuevos factores que nos proporcionen ventajas relativas e innovar los procesos productivos” (Sergio Jacobo, 1993)
En realidad, el reclamo es hacia el establecimiento de un nuevo modelo de desarrollo que no adolezca de las fallas del modelo actual, y que permita reactivar y acelerar el proceso de crecimiento del bienestar de la población en su conjunto, y no sólo de las clases económicamente mejor posicionadas:
“... resulta especialmente importante que Sinaloa avance hacia la creación de un nuevo modelo de desarrollo económico, a partir de la creación de ventajas competitivas innovadoras.” (Guillermo Ibarra, 1993)
Este nuevo modelo debe permitir la identificación de estrategias competitivas concretas que permitan reactivar, a corto plazo, la actividad económica de Sinaloa; mientras que, a mediano plazo, debe favorecer la prosperidad y el bienestar de la población. Ante todo, no deben perderse de vista los riesgos y oportunidades que el entorno global ofrece a la región, evitando los primeros y aprovechando las segundas.
De acuerdo con un autor local, tales estrategias de competitividad tienen un requerimiento básico:
“... [Las estrategias] deben ser compatibles con las nuevas tendencias nacionales e internacionales. La Globalización, el libre comercio y el proceso de integración en la economía mundial deben constituirse en puntos de referencia obligados para dar origen a una nueva visión de los que debe ser la economía sinaloense.” (Guillermo Ibarra, 93).
A grosso modo, todo lo anterior nos hace vislumbrar las razones por la que varios investigadores locales ya han realizado llamados para la búsqueda de nuevos caminos hacia un desarrollo equilibrado de Sinaloa. Este reclamo nos habla de la pertinencia de una búsqueda de este tipo, en el entorno económico y social por el que atraviesa Sinaloa.
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