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Mi servicio social consiste en dar clases a adultos que desean hacer la primaria. Las clases se dan en una escuela, por la tarde en Palo Solo, que está cerca de Interlomas.

Lo que me impresiona mucho de estas personas son las ganas de salir adelante y de superarse a pesar de su edad y de su condición.

Todos tenemos derecho a recibir educación y de verdad es admirable para mí, lo que estas personas hacen.

Son personas la mayoría con carencias económicas y muchas de ellas no saben ni leer ni escribir.

A veces siento que mis alumnos sienten vergüenza de no saber las cosas, y muchas veces cuando les explicamos algo, ellos dicen que entienden para no sentirse mal, pero la realidad es que se esfuerzan demasiado por aprender, que les da miedo y se bloquean.

Por lo que es un servicio en el que hay que tener mucha paciencia y vocación. Sobre todo hay que hacer que los alumnos se sientan cómodos en este espacio, que les guste ir a las clases. Porque muchas veces faltan por cuestiones de trabajo o porque no tienen dinero para el pasaje.

Esto de verdad a mí me preocupa pues no debería ser una limitante para su educación. Lo más increíble de todo es como para estas personas valoran el servicio social que hacemos, que los tratemos de ayudar, pero son conscientes de que ellos deben de poner de su parte, deben asistir a las clases, preguntar sus dudas y echarle muchas ganas.

Me gusta mucho mi servicio social, de verdad es algo que disfruto hacer, porque el hecho de poder compartir algo de lo mucho que he recibido, me da mucha satisfacción. El solo hecho de pensar por todo lo que han tenido que pasar mis alumnos, me alienta a seguir poniendo todo mi empeño para que puedan aprender algo de mí.

Estas personas no deberían de sentir ninguna pena de lo que están haciendo, al contrario deberían de ser reconocidos por el gran esfuerzo que hacen.

Cuando le pregunté a una de ellas porqué decidió empezar a estudiar, me contestó que para que no le vieran la cara cuando fuera a comprar algo, porque como no sabía contar, muchas veces la estafaban a la hora de hacer las cuentas. Me parece indignante que las personas se aprovechen de personas así, que de por sí ya tienen poco, como para que los engañen.

Otra me dijo, que para poder ayudar a su hijo a hacer la tarea, porque le daba mucha pena que no le pudiera enseñar nada a su hijo, y que ella quería ser mejor por él. En ese momento sentí una gran admiración por ella. Por su generosidad. Porque lamentablemente la mayoría de las personas que estudia, se guarda todos esos conocimientos para ellos mismos, y en verdad sabiendo todas las personas que hay, que desean superarse, por qué no dar un poquito de lo que tenemos, no nos cuesta nada, no vamos a ser menos; al contrario es algo que nos va a enriquecer el alma y que ni siquiera puedo explicar cómo me siento yo cuando les enseño algo nuevo.

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