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Teorias Hans Eysenck, Carl Jung Y Freud


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  3.721 Palabras (15 Páginas)  •  708 Visitas

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Freud

Según Freud la personalidad humana surge del conflicto entre nuestros impulsos instintivos tendentes a la agresividad y a la búsqueda del placer, por un lado, y los límites sociales que se les impone por otro. La personalidad se construye como un intento de conciliar estas dos instancias buscando la satisfacción de nuestros instintos sin ser víctimas de los sentimientos de culpa o castigo. Para explicar este conflicto Freud construyó unos conceptos teóricos que interactuaban entre sí: el ello, el yo y el súper-yo. Estos conceptos no tienen que considerarse como poseedores de una verdad objetiva sino más bien como herramientas útiles para la comprensión de la dinámica de nuestro psiquismo.

El Ello (Id):

Freud, desde el paradigma antropológico del darwinismo, asumió que las motivaciones básicas del hombre no podían ser diferentes a las de cualquier otro animal: auto conservación, agresividad y reproducción; no obstante, estas motivaciones no aparecían tal cual en nuestra vida social, como sí que aparecen en el resto de animales, sino que quedan ocultas, por conveniencias culturales, a un nivel inconsciente. El ello es ese depósito inconsciente de nuestra energía psíquica primaria que busca la satisfacción de esos impulsos biológicos primitivos. Obviamente el ello actúa movido por el principio del placer: busca la satisfacción de nuestros deseos. Pensemos en un niño que en un supermercado coge una bolsa de patatas la abre y empieza a comérsela para vergüenza de su madre; está actuando movido por el principio del placer, busca la mera satisfacción de la necesidad biológica de alimentarse.

El yo (ego):

A medida que el niño va creciendo va también aprendiendo que sus deseos chocan con el mundo real; esto fuerza al niño a readaptar sus deseos a ese mundo real a través del principio de realidad. Así se construye el yo consciente en el primer año de vida del sujeto, el yo que creemos que somos. Este yo es la parte visible de nuestra personalidad pero las raíces profunda de nuestra identidad permanecen en el lado inconsciente de nuestro psiquismo. Todas las motivaciones conscientes no son más que motivaciones inconscientes transformadas por el súper-yo para que el yo pueda conservar incólume su auto concepto. Un ejemplo típico es el amor sexual; a pesar de la poesía, el arte que lo ensalza, o los sentimientos tan nobles que alimenta, desde la perspectivas psicoanalítica el amor tiene un origen inconsciente en el impulso de la auto perpetuación que aparece en todos los seres vivos; la creación simbólica asociada al amor (la ternura, el afecto, la fidelidad) no son más que velos con los que encubrir su motivación primaria, biológica e incluso fisiológica. El yo se complace en considerar que sus sentimientos se basan en principios nobles y no en un mero impulso de satisfacción instintivo.

El súper-yo (súper-ego):

Más tarde en el proceso de desarrollo, a los cuatro o cinco años, el individuo empieza a desarrollar ideales de comportamientos que nos dicen no sólo como debemos de actuar para satisfacer los impulsos del ello (principio de realidad del yo) sino como deberíamos de comportarnos. Así el sujeto va interiorizando y creando una conciencia moral que va más allá de la adecuación práctica de su conducta a la realidad. El súper-yo genera un “ideal del yo” que intenta de imponer al propio yo efectivo.

El súper-yo nace de las exigencias culturales que pesan sobre el sujeto desde su más tierna infancia. La sociedad en su conjunto, pero sobre todo los padres del niño son los que construyen dentro de él esta instancia psíquica. Sentimientos como los de culpa o satisfacción moral son generados en el súper-yo cuando este es satisfecho en sus exigencias.

Neurosis y psicosis:

Cuando se produce el inevitable conflicto entre el ello y el súper-yo el yo puede resolver este conflicto de un modo sensato y socialmente admitido o puede no hacerlo. Cuando no se resuelve este conflicto de un modo apropiado surge una patología mental; el yo, en este caso, puede identificarse unilateralmente con las exigencias del súper-yo o, por contra, con las exigencias del ello. En un caso se produce la neurosis y en otro la psicosis.

Por neurosis Freud entendía un abigarrado número de patologías mentales que tienen como nexo común que una conducta patológica afectada de estados de profunda culpa, miedo o ansiedad. El lavarse repetitivamente las manos puede ser un ejemplo de esta conducta neurótica que pretende “purificar” de un modo simbólico los aspectos del ello que el yo se afana en ocultar para satisfacer al súper-yo. El miedo a los espacios abiertos puede tener el mismo origen: el deseo de proteger al yo ideal de un choque contra el mundo real que le produciría angustia y ansiedad. Otros trastornos como los depresivos pueden caer bajo esta amplia etiqueta de “neurosis” toda vez que en estos trastornos el sujeto desarrolla una continua baja autoestima y un continuo sentimiento de culpa: el súper-yo domina la vida psíquica del enfermo mostrándole de continuo su alejamiento de lo que “debería ser” según los estrictos criterios del yo ideal del súper-yo.

Por psicosis Freud entendía aquellos trastornos en donde el sujeto se exiliaba de la realidad y construía otra diferente a la realidad socialmente admitida. El psicótico tiene alucinaciones y no ve la realidad tal cual nosotros la vemos sino distorsionada por las exigencias del ello que al final llevan al enfermo a un estado de desconexión total con la realidad social y a un profundo sentimiento de soledad. Según el psicoanálisis las psicosis sobreviene cuando el enfermo se ha tenido que enfrentar a hechos dramáticos y frustrantes que le han empujado a cortar sus nexos con la realidad, es decir a abandonar el principio de realidad del yo en aras del principio de placer. El sufrimiento del enfermo psicótico llega cuando percibe la exclusión social y afectiva que conlleva su ruptura con la realidad ordinaria de tal manera que una construcción irreal del mundo que debería satisfacer plenamente al ello desconectado con la realidad se convierte en una pesadilla.

Carl Jung

La teoría de Jung divide la psique en tres partes. La primera es el Yo, el cual se identifica con la mente consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el inconsciente personal, que incluye cualquier cosa que no esté presente en la consciencia, pero que no está exenta de estarlo. El inconsciente personal sería como lo que las personas entienden por inconsciente en tanto incluye ambas memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra consciencia y aquellos recuerdos que han sido reprimidos por cualquier razón. La diferencia estriba en que no contiene a los instintos, como Freud incluía.

Después de describir el inconsciente personal,

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