Tesis de una injusticia

TESIS DE UNA INJUSTICIA

Mario Martínez.

Estudiaba para la carrera de médico forense en la UNAM. Estaba a punto de terminar mi carrera me faltaban ya dos meses, en diciembre me entregaban mi tesis con mi título y mi célula profesional.

El día anterior a la marcha fue el cumpleaños de mi mama; quien trabajaba desde la muerte de mi padre ya hace doce años atrás. Yo era hijo único, su única esperanza. Mis sueños eran que mi madre dejara de lavar ropa ajena y terminar mi carrera.

En la mañana del 2 de octubre me desperté con un mal presentimiento. Todavía recuerdo las palabras de mi mama “te espero en la noche, cuídate”, yo se lo prometí, una promesa que nuca cumpliré.

Llegando a Tlatelolco me encontré con María, mi novia con la cual pensaba casarme después de titularme. Todo empezó normal, era todavía era muy temprano, a ´penas empezaban a llegar compañeros, a su vez policías, que talvez solo nos iban a detener.

Cuando hubo una cantidad de estudiantes, la policía nos comenzó a rodear y con un guante blanco en la mano derecha nos comenzó a dispar, sin dialogo ni pensar. María con otros compañeros y yo empezamos a correr yo ayude a que ella escapara por una calle aledaña. En ese momento escuche un disparo de tras de mi un golpe me dejo inconsciente.

No sé cuánto tiempo paso desde que perdí el conocimiento, pero el escenario o más bien la celda en donde me encontraba era lúgubre se podía respirar la muerte. Alrededor mi había hojas tiradas y algunos compañeros caídos. Las esperanzas del país esparcidas por los suelos y los sueños quedaron dormidos. Quise volver a mi casa donde me esperaba mi madre el destino tan terco y tan lejano a mí. Se oían ruido, voces, armas, un silencio, más disparos: silencio de muertos.

El mal presentimiento mañanero volvió y sentí perder el conocimiento y una duda me salió -¿Dónde estaría María? Después de dos años de conocernos y un hijo en puerta. A los lejos se oían pisadas acercando se a mí se olía la pólvora a lo lejos y una voz dijo. -no quiero sobrevivientes – ya saben qué hacer.

En se momento un frio y unos escalofríos me llenaron de miedo, con las ultimas fuerzas me puse en pie para que me encontraran firme y sin miedo un hombre llego a mi celda con la mirada en alto recibí dos tiros en el pecho, miro hacia abajo y veo mi cuerpo entro a la celda y me pidió perdón aquel hombre, me dijo -ya no vas sufrir más dando con un tiro de gracia en la frente.

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